EE UU expande su campaña contra el ISIS con un puesto avanzado a las afueras de Mosul

Carter anuncia el envío de 560 soldados adicionales a Irak, lo que aumenta el despliegue a 4.600

Joan Faus
Corresponsal en Estados Unidos
Washington, El País
Estados Unidos dio este lunes un paso más en su creciente implicación militar en la guerra contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). El secretario de Defensa, Ash Carter, anunció en Bagdad el envío de 560 militares adicionales que estarán desplegados en un puesto avanzado a las afueras de Mosul para asesorar a las fuerzas iraquíes en la ofensiva contra el feudo del ISIS en Irak. Con el nuevo incremento, EE UU dispone de alrededor de 4.600 tropas en Irak. En Siria, donde también lucha contra el grupo yihadista, tiene a 300 efectivos.


En estos dos años de guerra, el presidente Barack Obama ha mantenido su promesa de no desplegar tropas de combate, a diferencia de la invasión de Irak en 2003 que fracasó en estabilizar el país. Pero el enfoque cauto de Obama se ha ido diluyendo con el tiempo: rápidamente se iniciaron bombardeos contra el ISIS, ha habido incrementos escalonados del número de militares, se han desplegado soldados de élite cerca de los frentes de combate y ahora, con el establecimiento de un centro de operaciones a 60 kilómetros de Mosul, EE UU tendrá un papel clave en el asalto a la ciudad.

Todo presidente estadounidense afronta el temor al llamado slippery slope (pendiente resbaladiza): que una intervención militar se aleje de su objetivo inicial. Sucedió en Vietnam en los años 50 y 60 por medio de aumentos graduales de tropas. Obama, que llegó a la Casa Blanca prometiendo acabar con las guerras de Irak y Afganistán, se ha visto forzado a volver a involucrar militarmente a EE UU en el primer país y a posponer continuamente la retirada del segundo.
EE UU expande su campaña contra el ISIS con un puesto avanzado a las afueras de Mosul

La mayoría de los 560 militares se instalarán en un aeródromo cerca de la ciudad de Al Qayyarah, que las fuerzas iraquíes arrebataron el pasado fin de semana de manos del ISIS con el apoyo desde el aire de la coalición internacional liderada por EE UU. Los militares estadounidenses ofrecerán una “gama de apoyos” al Ejército iraquí, incluyendo “capacidades de infraestructura y logísticas”, según un comunicado del Departamento de Defensa.

El Pentágono describió el aeródromo, que ya utilizó en la intervención militar de 2003 contra el régimen de Sadam Husein, como un “trampolín clave” en la ofensiva de las fuerzas iraquíes contra Mosul desde el sur, y subrayó que seguirá apoyando a las fuerzas kurdas que avancen hacia Mosul desde el norte.

“Estas fuerzas adicionales proporcionarán capacidades únicas a la campaña y darán un apoyo crítico a las fuerzas iraquíes en un momento clave de la lucha”, dijo Carter tras reunirse con el primer ministro iraquí, Haidar Al Abadi.

El secretario de Defensa se resiste a poner plazos a la ofensiva contra Mosul, cuya conquista supondría un golpe enorme al ISIS por ser la segunda ciudad más poblada de Irak y una vía de enlace con Raqa, la capital de los yihadistas en Siria. Desde Mosul, el líder del ISIS, Abubaker al Bagdadi, anunció en 2014 la creación de un califato en Irak y Siria.

Carter ha impuesto un mantra de extrema prudencia en la campaña contra el ISIS después de la polémica desatada por las declaraciones el año pasado de un alto mando del Ejército estadounidense que reveló que el Pentágono pronosticaba que la conquista de Mosul se iniciaría en abril o mayo de 2015. El jefe del Pentágono ha tratado de hallar un difícil equilibrio: ha expresado su malestar por algunas derrotas del Ejército iraquí, mientras evitaba presionar a Bagdad y vender a la opinión pública estadounidense una imagen demasiado optimista de la guerra.

La campaña militar ha debilitado al ISIS, que en los primeros seis meses de este año perdió un 12% de su territorio en Irak y Siria, según cálculos de la consultora IHS. Pero no ha mermado su capacidad de organizar o inspirar ataques dentro y fuera de sus feudos, como evidencia el atentado de hace una semana en Bagdad en que murieron cerca de 300 personas y que fue el más grave desde la intervención estadounidense de 2003 contra el régimen de Sadam Husein.

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