David Davis, un euroescéptico convencido para romper con Europa

El nuevo ministro del Brexit confía en mantener el acceso al mercado único y planea disparar el artículo 50, como tarde, a principios de 2017

Pablo Guimón
Londres, El País
David Davis, el hombre designado por Theresa May para negociar la salida de Reino Unido, es uno de los euroescépticos más recalcitrantes del Parlamento. La primera ministra, que defendió la permanencia en la UE, había prometido un Gobierno de unidad que recogiera todas las sensibilidades de un partido con profundas heridas aún abiertas. Con el nombramiento de Davis, May lanza un poderoso mensaje de inclusión a los recelosos eurófobos de su partido y, de paso, una advertencia a sus todavía socios europeos de que la ruptura va muy en serio.


Davis ocupará un cargo de nueva creación, oficialmente bautizado como Ministerio para la Salida de la UE pero conocido ya popularmente como ministerio del Brexit. De cómo procederá con su flamante cartera, da algunas pistas un artículo que escribió esta semana en la web Conservative Home. Davis anuncia que la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, que abre oficialmente el plazo de dos años para negociar la salida, sucederá como tarde a “principios del año próximo”.

“El resultado ideal, y desde mi punto de vista el más probable, después de mucha pelea, es un acceso continuado al mercado único sin aranceles”, escribe. “Una vez las naciones europeas se den cuenta de que no vamos a ceder en el control de nuestras fronteras, querrán hablar por su propio interés. (…) Pero, ¿qué sucede si se muestran irracionales, como muchos analistas partidarios de la permanencia predijeron antes del referéndum? Esa es una de las razones para tomarnos un poco de tiempo antes de activar el artículo 50. La estrategia negociadora debe estar adecuadamente diseñada”.

Davis ve en la ruptura con la UE una oportunidad para corregir determinados vicios de una economía británica que “depende demasiado de la demanda doméstica”. “El crecimiento en Reino Unido ha estado basado en una serie de características poco saludables en la última década”, escribe. “Ha dependido, ante todo, de grandes aumentos de población basados en una migración masiva e incontrolada. Esto ha hecho que la economía sea mayor, pero no necesariamente mejor para los ciudadanos individuales. (…) Necesitamos orientar nuestra economía hacia una estrategia más orientada a la exportación, basada en empleo más productivo. (…) El Brexit nos da muchas herramientas para manejar los muy serios desafíos a los que se enfrentará el país en las próximas décadas”.

David Davis (York, 1948) obtuvo su primer escaño en el Parlamento en 1987 y enseguida entró en contacto con las instituciones europeas. Fue secretario de Estado para Europa con John Major, entre 1994 y 1997, responsable en el Gobierno británico de las negociaciones para las ampliaciones de la UE y la OTAN. En esos años forjó un euroescepticismo que, junto con una defensa a ultranza de las libertades individuales, son los dos principios que definen su trayectoria política.

En ese último terreno, el de las libertades individuales, se han producido frecuentes choques con Theresa May, la persona que ayer le encomendó la tarea más monumental de cuantas tiene el país por delante. Hace solo dos años, Davis combatió duramente en el Parlamento, e incluso ante la Justicia europea, los intentos de la entonces ministra del Interior de otorgar mayores poderes de vigilancia a la policía, algo que el ahora ministro consideraba una intolerable invasión de la privacidad.

Davis disputó por primer vez el liderazgo del Partido Conservador en 2001. Ganó Iain Duncan Smith pero la reputación de Davis creció en el partido y entró en su cúpula gestora. Ocupó fue entre 2003 y 2008 portavoz en la oposición de Interior, cartera que, cuando los tories llegaron al Gobierno, pasó a manos de su ahora jefa Theresa May. Entremedias, en 2005, optó de nuevo al liderazgo del Partido Conservador. Parecía tener el camino despejado cuando Michael Howard anunció su dimisión. Pero Davis fue derrotado por un joven diputado, llamado David Cameron, que tomó las riendas del Partido Conservador y lo llevó de nuevo al poder cinco años después.

En 2008 sorprendió a todo el mundo al anunciar que abandonaba su escaño en el Parlamento, y su puesto en el Gobierno en la sombra, en protesta por los planes del Gobierno laborista de recortar los derechos de los detenidos sospechosos de terrorismo. Con su dimisión, y la consecuente elección parcial, quiso provocar un debate sobre el asunto. Un mes después volvió a ganar su escaño.

Tras ganar las elecciones de 2010, David Cameron quiso reclutar a Davis y a otras figuras del ala más dura del Partido Conservador para el Gobierno de coalición. Pero Davis prefirió permanecer fuera del Gobierno y se dedicó a fiscalizarlo desde las bancadas traseras del Parlamento.

Sus orígenes no responden al cliché de privilegio que abunda entre las élites del partido. Fue criado en una vivienda social del sur de Londres por una madre sola, y asistió a la universidad de Warwick con una beca militar. Después estudió en Harvard y trabajó en la multinacional agroalimentaria Tate & Lyle.

En la reciente batalla por el liderazgo del partido, desatada tras la dimisión de Cameron, Davis apoyó al principio a Boris Johnson y, tras su retirada, se alineó con Theresa May. La misma que ayer le devolvió al Gobierno para manejar una de sus obsesiones personales, y el asunto más complejo y crucial que el país tiene por delante.

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