“Controlaremos la situación sin un nuevo ‘maidán’ y sin golpe de Estado”
Tras ser procesada en Rusia, la piloto fue intercambiada el pasado mayo por dos oficiales rusos apresados en Ucrania
Pilar Bonet
Kiev, El País
Nadia Sávchenko, la aviadora y diputada de la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania, no ha podido aún iniciar el “diálogo directo” que desea con los líderes insurgentes prorusos del Este del país. “Tienen miedo. Yo he resultado mucho más valiente que ellos”, dice a EL PAÍS, esta mujer y “heroína” nacional, que, tras ser procesada en Rusia, fue intercambiada el pasado mayo por dos oficiales rusos apresados en Ucrania. Sávchenko había sido capturada por las milicias secesionistas en junio de 2014 cuando era instructora de un batallón de voluntarios en Lugansk; y, en Rusia, adonde fue trasladada, la condenaron por dirigir un ataque a una posición militar, en el que perecieron dos periodistas rusos.
En la sede de Batkivshchyna (Patria), el partido de Yulia Timoshenko, en Kiev, la diputada comparte despacho con su hermana, Vera, y su ayudante, Tatiana. La legisladora parece cansada y se toma una pastilla antes de la entrevista. Su exhortación a dialogar con los líderes de las autodenominadas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk (RPL y RPD) fue recibida con suspicacia por los dirigentes en Kiev, que desdeñan a los rebeldes como interlocutores representativos.
En la RPL y la RPD “siguen dispuestos” a dialogar, “pero no es tan fácil”, afirma la aviadora. “Las cosas no van tan bien. Rusia no les ha dado nada de lo que prometió, excepto la guerra. Y ellos lo comprenden perfectamente”, señala. Sávchenko insiste en que los habitantes de Donbás (las provincias de Lugansk y Donetsk) “no son rusos”. “Tienen sangre ucrania y poseen carácter y, por eso, dan coces”. Los de Donbás “se quejan de haber sido ofendidos”, pero “¿acaso creen que les ofendieron solo a ellos? Que vayan por Ucrania y vean quién no está ofendido. Todos hemos sido ofendidos por los que han ejercido el poder durante estos 25 años. Todos vivimos mal y pobremente”, dice la diputada.
“O hay paz o hay guerra”
El número de víctimas se ha disparado de nuevo en la línea de separación entre los combatientes. Sávchenko lo achaca a la lógica misma del frente. “O hay paz o hay guerra. La gente está cansada y pierde la paciencia. Hay provocaciones. La tregua es una tontería prolongada”.
Cree la diputada que el proceso de paz de Minsk se puede “relanzar”, pero que “no puede haber elecciones” en los territorios rebeldes “mientras no haya paz y seguridad y que no puede haber paz y seguridad si no se cierra la frontera [con Rusia]”. “Todos deben comprender que Rusia tiene que irse”, afirma. Con la frontera abierta, los soldados rusos “pueden disparar desde el otro lado y van o vienen, cuando lo necesitan”. “Los representantes del Servicio Federal de Seguridad de Rusia dirigen la política de la región, lo controlan todo y están de forma permanente”, explica.
Los batallones de voluntarios de Ucrania fueron subordinados a estructuras militares, como la policía, el Ejército y otras unidades, pero, “para estar integrados en el Ejército y sentirse militar, seguramente hay que permanecer en él una década”, dice Sávchenko. En su blog, Pavel Sheremet, el periodista asesinado esta semana en Kiev, criticó a los diputados y veteranos procedentes de esos batallones por desafiar la acción de los jueces, la fiscalía anticorrupción y las instituciones del Estado. De seguir así, advertía, se puede “paralizar la acción de cualquier ley”. Sávchenko está de acuerdo con Sheremet. “El maidán [en su acepción de revolución callejera] está bien, pero hay que comprender que se debe cambiar la ley o el sistema, pero no violar la ley”. “Todos tienen sus pecados y los líderes de los batallones a veces no son mejores que los jueces que los juzgan. No se puede actuar con esa desfachatez”. Tras el maidán de 2014, “se inició una purga en la judicatura, que no se acabó. Había que haberse esforzado entonces por acabar las cosas y no convulsionarse ahora de nuevo. Por desgracia, así se puede vivir largo tiempo, organizar pequeños maidanes contra las autoridades que, a su vez, se escabullirán y presionarán. Esto no conduce a nada”, afirma.
¿Podrían esos maidanes, expresión de la insatisfacción popular, derivar en un golpe de Estado? “Creo que controlaremos la situación sin maidán y sin golpe de Estado y que encontraremos otra vía para avanzar”, afirma Sávchenko. “Incluso la gente más combativa y radical entiende que eso “no favorecería a Ucrania, sino a los que quieren destruirla”. “Tenemos un solo enemigo, Rusia, que además es el enemigo de toda Europa”, sentencia. “Rusia ya inició una guerra y hace lo posible para que además haya guerra entre Ucrania y Polonia y guerra en toda Ucrania”.
Contrabando
La corrupción es “como un cáncer con metástasis” que “dificulta mucho” el fin de la guerra, admite la diputada. Como ejemplo, cita el contrabando en los puestos de control entre el territorio leal a Kiev y los insurgentes. “Lo peor es que los soldados cumplen las ordenes delictivas de sus comandantes y por dinero dejan pasar a los camiones utilizados para hacer negocio en Rusia”. La corrupción dificulta los intercambios de presos de guerra, al convertirlos en “mercancía humana”. Esos intercambios, dice, deberían realizarse sin publicidad y sin buscar un “bono político”, opina.
Como oficial, Sávchenko sirvió en el contingente pacificador de Ucrania en Irak. Hoy, el “continuar participando en estas misiones en condiciones de guerra” le parece una “traición”. “Todos los soldados deben defender su país y no dedicarse a ganar dinero en el extranjero”, dice.
A Sávchenko le parece “apropiado” que se la compare con el fallecido general ruso Alexandr Lébed, que en 1996, en nombre del Kremlin, firmó la paz de Gasavyurt con los separatistas de Chechenia, pero cuya carrera política se vio truncada por su enfoque directo y militar. “Una persona que sabe luchar valora la paz mejor que alguien que nunca luchó. Una periodista rusa me preguntó si una persona que haya matado tiene derecho a hablar de paz. Yo le respondí con otras preguntas: ¿acaso hubo algún combatiente de la Segunda Guerra Mundial que no matara?, y ¿acaso aquellos combatientes no tenían derecho a hablar de paz?”
Un funcionario ruso que visitó a Sávchenko en su huelga de hambre en prisión expresó a esta corresponsal su deseo de que recordara que había “rusos buenos” cuando “fuera presidenta” de Ucrania. “Al margen de que sea o no presidenta, no pienso que todos los rusos sean malos ni los juzgo por sus dirigentes, aunque me gustaría que no se creyeran todas las mentiras que oyen por televisión. Los rusos tienen sus problemas y los ucranios los nuestros. Nunca fuimos hermanos, como nos habían obligado. Somos vecinos y mejor buenos vecinos que malos hermanos. Creo que será posible la colaboración económica y cultural [entre Rusia y Ucrania], pero sólo cuando en Rusia haya otro presidente”, sentencia.
Pilar Bonet
Kiev, El País
Nadia Sávchenko, la aviadora y diputada de la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania, no ha podido aún iniciar el “diálogo directo” que desea con los líderes insurgentes prorusos del Este del país. “Tienen miedo. Yo he resultado mucho más valiente que ellos”, dice a EL PAÍS, esta mujer y “heroína” nacional, que, tras ser procesada en Rusia, fue intercambiada el pasado mayo por dos oficiales rusos apresados en Ucrania. Sávchenko había sido capturada por las milicias secesionistas en junio de 2014 cuando era instructora de un batallón de voluntarios en Lugansk; y, en Rusia, adonde fue trasladada, la condenaron por dirigir un ataque a una posición militar, en el que perecieron dos periodistas rusos.
En la sede de Batkivshchyna (Patria), el partido de Yulia Timoshenko, en Kiev, la diputada comparte despacho con su hermana, Vera, y su ayudante, Tatiana. La legisladora parece cansada y se toma una pastilla antes de la entrevista. Su exhortación a dialogar con los líderes de las autodenominadas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk (RPL y RPD) fue recibida con suspicacia por los dirigentes en Kiev, que desdeñan a los rebeldes como interlocutores representativos.
En la RPL y la RPD “siguen dispuestos” a dialogar, “pero no es tan fácil”, afirma la aviadora. “Las cosas no van tan bien. Rusia no les ha dado nada de lo que prometió, excepto la guerra. Y ellos lo comprenden perfectamente”, señala. Sávchenko insiste en que los habitantes de Donbás (las provincias de Lugansk y Donetsk) “no son rusos”. “Tienen sangre ucrania y poseen carácter y, por eso, dan coces”. Los de Donbás “se quejan de haber sido ofendidos”, pero “¿acaso creen que les ofendieron solo a ellos? Que vayan por Ucrania y vean quién no está ofendido. Todos hemos sido ofendidos por los que han ejercido el poder durante estos 25 años. Todos vivimos mal y pobremente”, dice la diputada.
“O hay paz o hay guerra”
El número de víctimas se ha disparado de nuevo en la línea de separación entre los combatientes. Sávchenko lo achaca a la lógica misma del frente. “O hay paz o hay guerra. La gente está cansada y pierde la paciencia. Hay provocaciones. La tregua es una tontería prolongada”.
Cree la diputada que el proceso de paz de Minsk se puede “relanzar”, pero que “no puede haber elecciones” en los territorios rebeldes “mientras no haya paz y seguridad y que no puede haber paz y seguridad si no se cierra la frontera [con Rusia]”. “Todos deben comprender que Rusia tiene que irse”, afirma. Con la frontera abierta, los soldados rusos “pueden disparar desde el otro lado y van o vienen, cuando lo necesitan”. “Los representantes del Servicio Federal de Seguridad de Rusia dirigen la política de la región, lo controlan todo y están de forma permanente”, explica.
Los batallones de voluntarios de Ucrania fueron subordinados a estructuras militares, como la policía, el Ejército y otras unidades, pero, “para estar integrados en el Ejército y sentirse militar, seguramente hay que permanecer en él una década”, dice Sávchenko. En su blog, Pavel Sheremet, el periodista asesinado esta semana en Kiev, criticó a los diputados y veteranos procedentes de esos batallones por desafiar la acción de los jueces, la fiscalía anticorrupción y las instituciones del Estado. De seguir así, advertía, se puede “paralizar la acción de cualquier ley”. Sávchenko está de acuerdo con Sheremet. “El maidán [en su acepción de revolución callejera] está bien, pero hay que comprender que se debe cambiar la ley o el sistema, pero no violar la ley”. “Todos tienen sus pecados y los líderes de los batallones a veces no son mejores que los jueces que los juzgan. No se puede actuar con esa desfachatez”. Tras el maidán de 2014, “se inició una purga en la judicatura, que no se acabó. Había que haberse esforzado entonces por acabar las cosas y no convulsionarse ahora de nuevo. Por desgracia, así se puede vivir largo tiempo, organizar pequeños maidanes contra las autoridades que, a su vez, se escabullirán y presionarán. Esto no conduce a nada”, afirma.
¿Podrían esos maidanes, expresión de la insatisfacción popular, derivar en un golpe de Estado? “Creo que controlaremos la situación sin maidán y sin golpe de Estado y que encontraremos otra vía para avanzar”, afirma Sávchenko. “Incluso la gente más combativa y radical entiende que eso “no favorecería a Ucrania, sino a los que quieren destruirla”. “Tenemos un solo enemigo, Rusia, que además es el enemigo de toda Europa”, sentencia. “Rusia ya inició una guerra y hace lo posible para que además haya guerra entre Ucrania y Polonia y guerra en toda Ucrania”.
Contrabando
La corrupción es “como un cáncer con metástasis” que “dificulta mucho” el fin de la guerra, admite la diputada. Como ejemplo, cita el contrabando en los puestos de control entre el territorio leal a Kiev y los insurgentes. “Lo peor es que los soldados cumplen las ordenes delictivas de sus comandantes y por dinero dejan pasar a los camiones utilizados para hacer negocio en Rusia”. La corrupción dificulta los intercambios de presos de guerra, al convertirlos en “mercancía humana”. Esos intercambios, dice, deberían realizarse sin publicidad y sin buscar un “bono político”, opina.
Como oficial, Sávchenko sirvió en el contingente pacificador de Ucrania en Irak. Hoy, el “continuar participando en estas misiones en condiciones de guerra” le parece una “traición”. “Todos los soldados deben defender su país y no dedicarse a ganar dinero en el extranjero”, dice.
A Sávchenko le parece “apropiado” que se la compare con el fallecido general ruso Alexandr Lébed, que en 1996, en nombre del Kremlin, firmó la paz de Gasavyurt con los separatistas de Chechenia, pero cuya carrera política se vio truncada por su enfoque directo y militar. “Una persona que sabe luchar valora la paz mejor que alguien que nunca luchó. Una periodista rusa me preguntó si una persona que haya matado tiene derecho a hablar de paz. Yo le respondí con otras preguntas: ¿acaso hubo algún combatiente de la Segunda Guerra Mundial que no matara?, y ¿acaso aquellos combatientes no tenían derecho a hablar de paz?”
Un funcionario ruso que visitó a Sávchenko en su huelga de hambre en prisión expresó a esta corresponsal su deseo de que recordara que había “rusos buenos” cuando “fuera presidenta” de Ucrania. “Al margen de que sea o no presidenta, no pienso que todos los rusos sean malos ni los juzgo por sus dirigentes, aunque me gustaría que no se creyeran todas las mentiras que oyen por televisión. Los rusos tienen sus problemas y los ucranios los nuestros. Nunca fuimos hermanos, como nos habían obligado. Somos vecinos y mejor buenos vecinos que malos hermanos. Creo que será posible la colaboración económica y cultural [entre Rusia y Ucrania], pero sólo cuando en Rusia haya otro presidente”, sentencia.