Un Frente Polisario aislado se aferra a la esperanza diplomática
Los actos fúnebres del líder que gobernó la lucha saharaui durante 40 años se desarrollan sin la presencia de delegaciones occidentales
Francisco Peregil
Campamento de Rabuni (Argelia), El País
El cadáver de Mohamed Abdelaziz entró este viernes a las tres de la tarde en la sede de la presidencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) sin que ningún jefe de Estado acudiera a la despedida previa al sepelio. Tampoco asistió ningún embajador de la Unión Europea. España no envió ninguna delegación oficial y no acudió ni un solo representante de ningún partido político español. A pesar de esa indiferencia internacional, algunos dirigentes del Frente Polisario creen que están ganando la batalla diplomática frente a Marruecos en la ONU y en la Unión Europea. Muchos jóvenes, sin embargo, opinan que el Polisario debería retomar las armas.
Después de que Mohamed Abdelaziz haya liderado el Frente Polisario durante cuatro décadas, abanderado la guerra contra Marruecos durante 16 años (1975-1991) y mantenido el alto el fuego durante el último cuarto de siglo, solo los embajadores de Cuba, Venezuela, África del Sur, Zimbabue, Gana, Nigeria, Kenia y Angola presentaron el pésame a sus familiares. Desde España acudieron José Taboada, presidente de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara y el presidente de la Federación Madrileña de Asociaciones Saharauis (Fema), José Luis Sampedro.
“Me parece mentira que los máximos representantes españoles seamos unos mindundis como nosotros”, se quejaba Taboada. “Aquí debería haber alguna autoridad representando a la sociedad española, que cada verano acoge en sus casas a 5.500 niños y llevamos 35 años haciéndolo. Se preocupan de los derechos humanos de Venezuela pero no del Sáhara Occidental”. Sampedro cree que el hecho de que no haya venido nadie de ningún partido de izquierda tal vez se deba a que se encuentran en plena campaña electoral y nadie quiere señalarse demasiado.
A pesar de la ausencia de delegaciones occidentales, los sucesores de Abdelaziz se muestran partidarios de continuar la senda diplomática que inició el Polisario en 1991 con la firma del alto el fuego. En estos momentos se dirime un importante capítulo en la ONU. El pasado marzo, el secretario general del a ONU, Ban Ki-Moon, visitó los campamentos de refugiados y utilizó la palabra “ocupación” para referirse al Sáhara Occidental. A raíz de aquella visita y de esa palabra, Marruecos retiró a la mayor parte de los miembros civiles de la misión de la ONU encargada desde 1991 de organizar el referéndum sobre la independencia (Minurso). El Frente Polisario se quedó sin opciones de conseguir la convocatoria del referéndum y amenazó con volver a las armas. El Consejo de Seguridad de la ONU conminó a Marruecos a reincorporar a todos los miembros de la misión antes el 30 de julio.
Hay quien ve eso como una gran victoria diplomática. Ese es el caso de Mohamed Salén Laabeid, director de la televisión nacional de la Rasd. “Hemos aislado a Marruecos en la esfera internacional, con la excepción de Francia y España en Europa”, indica Laabeid. “Pero la opinión de España, gracias a Dios, ya no cuenta nada en la Unión Europea. Y hemos conseguido también enfrentar a la ONU con Marruecos”.
Sin embargo, hay muchos jóvenes en los campamentos que piensan que mientras Francia tenga derecho de veto en el Consejo de Seguridad la vía diplomática será inútil. Y se muestran partidarios de tomar las armas. Esa es la postura de Hareira Mohamed Jayar, de 23 años, dirigente de una asociación juvenil. Ella participó el año pasado en un sondeo efectuado entre 500 jóvenes. Aunque las mujeres se mostraron reacias a la guerra, casi todos los varones estaban a favor de las armas.
Hareira comenta que la mayoría de los jóvenes tienen pocas opciones para elegir: hacer el servicio militar en el desierto durante dos años y medios, trabajar de voluntarios en alguna asociación sin cobrar nada o encontrar algún empleo en los seis campamentos de refugiados, “aunque el salario sea muy bajo”.
Casarse no es barato. “El hombre tiene que comprar cuatro maletas de ropa para la novia, un camello para comerlo en la boda y un salón con los sofás”, explica Hareira. A cambio, “todo el quiera estudiar puede hacerlo gratis en Argelia”, objeta Abderramán Abdel Monem, de 24 años, y director regional de Juventud y Deportes. Estudiar fuera de Argelia se ha vuelto cada vez más difícil. El grifo de las becas otorgadas durante décadas por el Gobierno cubano se ha secado. “En los ochentas salían de aquí hasta mil personas por año. Ahora, a Cuba solo van cinco y al resto de países como Venezuela y España solo unos diez”, informa Hareira.
Tiba Chaqf, de 41 años, se declara leal al Frente Polisario pero también partidario de la guerra. Afirma sentirse como un paciente harto de contar su enfermedad a los médicos. “Y al final todos te dicen que no pueden atenderte porque no tenemos petróleo. Esa es nuestra desgracia. Los campamentos de refugiados son como un circo que sólo atrae la atención del mundo cuando un mono se enferma o araña a otro”.
“Con el poco dinero que tengo”, declara Chaqf, “compraría dinamita y mataría al que haya matado a mi padre. Yo sé que la revolución solo podrán hacerla los jóvenes. Ningún viejo ha hecho una revolución. Pero no tenemos más remedio que seguir creyendo en el Frente Polisario mientras ellos crean en la comunidad internacional. Y eso a pesar de que el mundo desaprovechó la oportunidad de tener a un hombre como Mohamed Abdelaziz, que mantuvo unido durante 40 años a un pueblo de tribus nómadas que el colonialismo español dividió durante 100 años"
De los seis campamentos levantados al este de la ciudad argelina de Tinduf, solo dos disponen de electricidad. El resto espera aún que concluyan unos trabajos de instalación de redes iniciados hace años. La mayoría de las casas cuentan con televisor, cosa que no ocurría hace 20 años, pero solo unas pocas disponen de acceso a Internet. Las inundaciones registradas el pasado octubre mostraron la precariedad en la que viven decenas de miles de refugiados.
El sucesor de Abdelaziz será elegido al cabo de 40 días. Y todo parece indicar que el Polisario seguirá la misma senda marcada por Abdelaziz. El nuevo líder reivindicará la convocatoria de un referéndum sobre la independencia del Sáhara Occidental, lo que el Frente Polisario llama “el Sáhara ocupado”. Y, probablemente, el rey marroquí, Mohamed VI, seguirá advirtiendo que lo máximo que está dispuesto a negociar respecto a “las provincias del Sur” es el estatuto de región autónoma.
A la hora de evaluar la opción de la guerra, la postura del Gobierno argelino, aliado vital para el Polisario, podría ser determinante. Argelia, que sufrió una guerra civil con más de 150.000 muertos en la década de los noventa, ha primado desde entonces la estabilidad fuera y dentro de sus fronteras. Además, ahora padece una crisis económica provocada por la bajada de los precios del petróleo.
“¿Y Argelia me va a decir a mí cuándo y dónde quiero matarme?”, pregunta Mohamed Salén Laabeid, director de la televisión. “Yo soy partidario de agotar las vías diplomáticas. Pero, si llega el momento de ir a la guerra, ¿qué tengo que perder? ¿Una casa de adobe?”
Francisco Peregil
Campamento de Rabuni (Argelia), El País
El cadáver de Mohamed Abdelaziz entró este viernes a las tres de la tarde en la sede de la presidencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) sin que ningún jefe de Estado acudiera a la despedida previa al sepelio. Tampoco asistió ningún embajador de la Unión Europea. España no envió ninguna delegación oficial y no acudió ni un solo representante de ningún partido político español. A pesar de esa indiferencia internacional, algunos dirigentes del Frente Polisario creen que están ganando la batalla diplomática frente a Marruecos en la ONU y en la Unión Europea. Muchos jóvenes, sin embargo, opinan que el Polisario debería retomar las armas.
Después de que Mohamed Abdelaziz haya liderado el Frente Polisario durante cuatro décadas, abanderado la guerra contra Marruecos durante 16 años (1975-1991) y mantenido el alto el fuego durante el último cuarto de siglo, solo los embajadores de Cuba, Venezuela, África del Sur, Zimbabue, Gana, Nigeria, Kenia y Angola presentaron el pésame a sus familiares. Desde España acudieron José Taboada, presidente de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara y el presidente de la Federación Madrileña de Asociaciones Saharauis (Fema), José Luis Sampedro.
“Me parece mentira que los máximos representantes españoles seamos unos mindundis como nosotros”, se quejaba Taboada. “Aquí debería haber alguna autoridad representando a la sociedad española, que cada verano acoge en sus casas a 5.500 niños y llevamos 35 años haciéndolo. Se preocupan de los derechos humanos de Venezuela pero no del Sáhara Occidental”. Sampedro cree que el hecho de que no haya venido nadie de ningún partido de izquierda tal vez se deba a que se encuentran en plena campaña electoral y nadie quiere señalarse demasiado.
A pesar de la ausencia de delegaciones occidentales, los sucesores de Abdelaziz se muestran partidarios de continuar la senda diplomática que inició el Polisario en 1991 con la firma del alto el fuego. En estos momentos se dirime un importante capítulo en la ONU. El pasado marzo, el secretario general del a ONU, Ban Ki-Moon, visitó los campamentos de refugiados y utilizó la palabra “ocupación” para referirse al Sáhara Occidental. A raíz de aquella visita y de esa palabra, Marruecos retiró a la mayor parte de los miembros civiles de la misión de la ONU encargada desde 1991 de organizar el referéndum sobre la independencia (Minurso). El Frente Polisario se quedó sin opciones de conseguir la convocatoria del referéndum y amenazó con volver a las armas. El Consejo de Seguridad de la ONU conminó a Marruecos a reincorporar a todos los miembros de la misión antes el 30 de julio.
Hay quien ve eso como una gran victoria diplomática. Ese es el caso de Mohamed Salén Laabeid, director de la televisión nacional de la Rasd. “Hemos aislado a Marruecos en la esfera internacional, con la excepción de Francia y España en Europa”, indica Laabeid. “Pero la opinión de España, gracias a Dios, ya no cuenta nada en la Unión Europea. Y hemos conseguido también enfrentar a la ONU con Marruecos”.
Sin embargo, hay muchos jóvenes en los campamentos que piensan que mientras Francia tenga derecho de veto en el Consejo de Seguridad la vía diplomática será inútil. Y se muestran partidarios de tomar las armas. Esa es la postura de Hareira Mohamed Jayar, de 23 años, dirigente de una asociación juvenil. Ella participó el año pasado en un sondeo efectuado entre 500 jóvenes. Aunque las mujeres se mostraron reacias a la guerra, casi todos los varones estaban a favor de las armas.
Hareira comenta que la mayoría de los jóvenes tienen pocas opciones para elegir: hacer el servicio militar en el desierto durante dos años y medios, trabajar de voluntarios en alguna asociación sin cobrar nada o encontrar algún empleo en los seis campamentos de refugiados, “aunque el salario sea muy bajo”.
Casarse no es barato. “El hombre tiene que comprar cuatro maletas de ropa para la novia, un camello para comerlo en la boda y un salón con los sofás”, explica Hareira. A cambio, “todo el quiera estudiar puede hacerlo gratis en Argelia”, objeta Abderramán Abdel Monem, de 24 años, y director regional de Juventud y Deportes. Estudiar fuera de Argelia se ha vuelto cada vez más difícil. El grifo de las becas otorgadas durante décadas por el Gobierno cubano se ha secado. “En los ochentas salían de aquí hasta mil personas por año. Ahora, a Cuba solo van cinco y al resto de países como Venezuela y España solo unos diez”, informa Hareira.
Tiba Chaqf, de 41 años, se declara leal al Frente Polisario pero también partidario de la guerra. Afirma sentirse como un paciente harto de contar su enfermedad a los médicos. “Y al final todos te dicen que no pueden atenderte porque no tenemos petróleo. Esa es nuestra desgracia. Los campamentos de refugiados son como un circo que sólo atrae la atención del mundo cuando un mono se enferma o araña a otro”.
“Con el poco dinero que tengo”, declara Chaqf, “compraría dinamita y mataría al que haya matado a mi padre. Yo sé que la revolución solo podrán hacerla los jóvenes. Ningún viejo ha hecho una revolución. Pero no tenemos más remedio que seguir creyendo en el Frente Polisario mientras ellos crean en la comunidad internacional. Y eso a pesar de que el mundo desaprovechó la oportunidad de tener a un hombre como Mohamed Abdelaziz, que mantuvo unido durante 40 años a un pueblo de tribus nómadas que el colonialismo español dividió durante 100 años"
De los seis campamentos levantados al este de la ciudad argelina de Tinduf, solo dos disponen de electricidad. El resto espera aún que concluyan unos trabajos de instalación de redes iniciados hace años. La mayoría de las casas cuentan con televisor, cosa que no ocurría hace 20 años, pero solo unas pocas disponen de acceso a Internet. Las inundaciones registradas el pasado octubre mostraron la precariedad en la que viven decenas de miles de refugiados.
El sucesor de Abdelaziz será elegido al cabo de 40 días. Y todo parece indicar que el Polisario seguirá la misma senda marcada por Abdelaziz. El nuevo líder reivindicará la convocatoria de un referéndum sobre la independencia del Sáhara Occidental, lo que el Frente Polisario llama “el Sáhara ocupado”. Y, probablemente, el rey marroquí, Mohamed VI, seguirá advirtiendo que lo máximo que está dispuesto a negociar respecto a “las provincias del Sur” es el estatuto de región autónoma.
A la hora de evaluar la opción de la guerra, la postura del Gobierno argelino, aliado vital para el Polisario, podría ser determinante. Argelia, que sufrió una guerra civil con más de 150.000 muertos en la década de los noventa, ha primado desde entonces la estabilidad fuera y dentro de sus fronteras. Además, ahora padece una crisis económica provocada por la bajada de los precios del petróleo.
“¿Y Argelia me va a decir a mí cuándo y dónde quiero matarme?”, pregunta Mohamed Salén Laabeid, director de la televisión. “Yo soy partidario de agotar las vías diplomáticas. Pero, si llega el momento de ir a la guerra, ¿qué tengo que perder? ¿Una casa de adobe?”