Pedro Pablo Kuczynski confía en un empujón final de antifujimorismo en Perú
Keiko Fujimori ganó en la campaña pero está perdiendo terreno en los últimos días
Carlos E. Cué
Lima, El País
La política peruana es una locura y casi nada sucede como estaba previsto. Por eso, y pese al pesimismo que se ha instalado entre los antifujimoristas, el equipo de Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos por el Kambio - PPK) insiste en que nada está escrito. Martín Vizcarra, su candidato a vicepresidente, asegura que sus datos indican que en los últimos días la distancia entre los dos candidatos a las elecciones presidenciales del domingo se ha reducido de cinco a dos puntos, prácticamente un empate técnico. "Creemos que podemos revertir esto antes del domingo, ha cambiado la tendencia, tenemos optimismo", señala.
En 2011, recuerdan, también parecía que Ollanta Humala iba a perder contra Keiko Fujimori (Fuerza Popular) y en el último minuto le ganó por un suspiro. Fue la movilización antifujimorista, que sumó a todo tipo de corrientes, la que llevó a Humala a la presidencia.
De nuevo, cinco años después, el antifujimorismo, que no conoce ideologías, va de la derecha a la izquierda y se ha convertido, con el fujimorismo, en el gran movimiento político en un país con los partidos tradicionales desarmados, es la última esperanza para que Pedro Pablo Kuczynski dé la sorpresa el domingo y se alce con el poder.
Hasta ahora la campaña electoral ha sido prácticamente un paseo para Fujimori. Nada más terminar la primera vuelta, en abril, donde logró un 41% de los votos frente al 21% de Kuczynski, las cosas empezaron a pintar mal para ella. El voto antifujimorista se agrupó y ella se puso por debajo en las encuestas. Los de Kuczynski pensaron que estaba hecho, como en 2011. Pero Keiko puso en marcha su espectacular maquinaria electoral, empezó a recorrer todo el país, donde tiene una enorme red creada en los últimos años con fondos inagotables cuya proveniencia ponen en cuestión sus rivales, y empezó a subir.
Así lo analiza Alfredo Torres, presidende de Ipsos, la principal encuestadora en Perú. “Keiko no solo ha ido por los pueblos y se ha puesto todos los trajes típicos posibles. Ha ido haciendo pactos con distintos sectores. A los evangélicos les prometió que frenará el aborto o el matrimonio homosexual. A los mineros informales que les va a proteger. A los policías que les va a permitir trabajar además en seguridad para empresas privadas. Ha ido sumando poco a poco grupos de interés y ha hecho una gran campaña, por eso le dio la vuelta”, señala.
Esa dinámica ha ido consolidando el voto fujimorista sobre todo entre los más pobres. Si Humala en 2011 consiguió disputar ese voto con Fujimori, Kuczynski, con unas características de todo tipo –incluso raciales- muy diferentes a Humala, que venía de la izquierda, ha ido perdiendo paso poco a poco con el ímpetu de su rival y con errores propios, como viajar una semana a EEUU, donde pasó media vida y residen sus hijas, en plena campaña. Sin embargo, el equipo de Kuczynski, asesorado por el español Jordi Segarra, después de un primer debate presidencial desastroso, giró completamente hacia un ataque frontal a Fujimori, logró el apoyo expreso de Verónika Mendoza, líder de la izquierda, hizo un segundo debate con más éxito, utilizó una marcha masiva el martes contra Keiko y ahora confía en generar un ambiente de emergencia nacional para ganar. "Las encuestas aún no detectan lo que pueda pasar en los últimos días con los golpes contra el fujimorismo, los escándalos y la marcha contra Keiko", resume Torres.
Hace una semana la suerte parecía echada. Muchos creen que en realidad la victoria de Fujimori ya es segura, alentada sobre todo por los pobres, que piden mano dura contra la delincuencia y guardan buen recuerdo del populismo de derecha del padre, que inauguraba en persona colegios, carreteras, centros de salud y además regalaba zapatos y todo tipo de cosas, algo que 25 años después nadie ha olvidado en esos barrios. Otros sin embargo confían en un giro de última hora con la movilización antifujimorista. Todos se han unido e incluso la izquierda votará al liberal Kuczynski. Pero esta vez no está claro que eso baste para frenar la ola fujimorista, cada año más imparable a pesar de que su gran líder sigue en la cárcel condenado a 25 años por delitos de lesa humanidad y corrupción.
Carlos E. Cué
Lima, El País
La política peruana es una locura y casi nada sucede como estaba previsto. Por eso, y pese al pesimismo que se ha instalado entre los antifujimoristas, el equipo de Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos por el Kambio - PPK) insiste en que nada está escrito. Martín Vizcarra, su candidato a vicepresidente, asegura que sus datos indican que en los últimos días la distancia entre los dos candidatos a las elecciones presidenciales del domingo se ha reducido de cinco a dos puntos, prácticamente un empate técnico. "Creemos que podemos revertir esto antes del domingo, ha cambiado la tendencia, tenemos optimismo", señala.
En 2011, recuerdan, también parecía que Ollanta Humala iba a perder contra Keiko Fujimori (Fuerza Popular) y en el último minuto le ganó por un suspiro. Fue la movilización antifujimorista, que sumó a todo tipo de corrientes, la que llevó a Humala a la presidencia.
De nuevo, cinco años después, el antifujimorismo, que no conoce ideologías, va de la derecha a la izquierda y se ha convertido, con el fujimorismo, en el gran movimiento político en un país con los partidos tradicionales desarmados, es la última esperanza para que Pedro Pablo Kuczynski dé la sorpresa el domingo y se alce con el poder.
Hasta ahora la campaña electoral ha sido prácticamente un paseo para Fujimori. Nada más terminar la primera vuelta, en abril, donde logró un 41% de los votos frente al 21% de Kuczynski, las cosas empezaron a pintar mal para ella. El voto antifujimorista se agrupó y ella se puso por debajo en las encuestas. Los de Kuczynski pensaron que estaba hecho, como en 2011. Pero Keiko puso en marcha su espectacular maquinaria electoral, empezó a recorrer todo el país, donde tiene una enorme red creada en los últimos años con fondos inagotables cuya proveniencia ponen en cuestión sus rivales, y empezó a subir.
Así lo analiza Alfredo Torres, presidende de Ipsos, la principal encuestadora en Perú. “Keiko no solo ha ido por los pueblos y se ha puesto todos los trajes típicos posibles. Ha ido haciendo pactos con distintos sectores. A los evangélicos les prometió que frenará el aborto o el matrimonio homosexual. A los mineros informales que les va a proteger. A los policías que les va a permitir trabajar además en seguridad para empresas privadas. Ha ido sumando poco a poco grupos de interés y ha hecho una gran campaña, por eso le dio la vuelta”, señala.
Esa dinámica ha ido consolidando el voto fujimorista sobre todo entre los más pobres. Si Humala en 2011 consiguió disputar ese voto con Fujimori, Kuczynski, con unas características de todo tipo –incluso raciales- muy diferentes a Humala, que venía de la izquierda, ha ido perdiendo paso poco a poco con el ímpetu de su rival y con errores propios, como viajar una semana a EEUU, donde pasó media vida y residen sus hijas, en plena campaña. Sin embargo, el equipo de Kuczynski, asesorado por el español Jordi Segarra, después de un primer debate presidencial desastroso, giró completamente hacia un ataque frontal a Fujimori, logró el apoyo expreso de Verónika Mendoza, líder de la izquierda, hizo un segundo debate con más éxito, utilizó una marcha masiva el martes contra Keiko y ahora confía en generar un ambiente de emergencia nacional para ganar. "Las encuestas aún no detectan lo que pueda pasar en los últimos días con los golpes contra el fujimorismo, los escándalos y la marcha contra Keiko", resume Torres.
Hace una semana la suerte parecía echada. Muchos creen que en realidad la victoria de Fujimori ya es segura, alentada sobre todo por los pobres, que piden mano dura contra la delincuencia y guardan buen recuerdo del populismo de derecha del padre, que inauguraba en persona colegios, carreteras, centros de salud y además regalaba zapatos y todo tipo de cosas, algo que 25 años después nadie ha olvidado en esos barrios. Otros sin embargo confían en un giro de última hora con la movilización antifujimorista. Todos se han unido e incluso la izquierda votará al liberal Kuczynski. Pero esta vez no está claro que eso baste para frenar la ola fujimorista, cada año más imparable a pesar de que su gran líder sigue en la cárcel condenado a 25 años por delitos de lesa humanidad y corrupción.