Las razones de la renuncia de Messi y el temido efecto dominó
Aparte de la derrota y de creerse culpable, el 10 se hartó de las desprolijidades. Siente que parte del público y de la prensa no lo valora en una justa medida. Aunque Agüero lo insinuó, hasta que el avión levantó vuelo hacia la Argentina ningún otro jugador había oficializado que se va de la Selección.
Buenos Aires, Clarín
"Aguante, vamos, con la cabeza en alto, dejaste todo. Vamos, a no aflojar, eh"... La arenga la repetía ese mismo grupito de hinchas de Fighiera, cerca de Rosario, que Clarín encontró el día antes de la final en esas dos piletas inmensas con cascadas ubicadas en el mismo lugar donde se encontraban las Torres Gemelas. Lo único que cambiaba en cada grito era el apellido del futbolista de la Selección al que le brindaban su apoyo. Esos cinco fanáticos y otros quince despidieron a Argentina del hotel W Hoboken a las tres de la madrugada. Se venía un largo vuelo chárter hacia Buenos Aires, con arribo estimado a las cinco de la tarde. Hasta que el avión despegó desde este rincón de Nueva Jersey el único futbolista que había renunciado oficialmente era Lionel Messi. Sin embargo, Sergio Agüero había deslizado la posibilidad de que él y otros referentes de esta misma generación decidan imitar al capitán: “Varios evaluamos no seguir. Quizás sea el momento de darles el lugar a otros jugadores”.
¿Se encolumnarán detrás del capitánJavier Mascherano, Angel Di María, Lucas Biglia, Gonzalo Higuaín, Ezequiel Lavezzi y Ever Banega? ¿Cuánto pesarán las charlas en el avión?Después de la final perdida hace casi un año, por lo bajo, se había rumoreado la chance de que Messi y otros jugadores se bajaran de la Selección. Luego, con el correr de los días, se enfrió la situación y todos volvieron a ponerse la celeste y blanca. De todos modos, ahora el panorama es muy diferente. Mucho más potente.
En ese grupo, hoy no se encuentra Sergio Romero, el referente más reflexivo tras la segunda final perdida contra Chile por penales. Chiquito, sobre la renuncia de Messi, opinó: “Yo creo que lo dijo en caliente. Trataremos de estar enteros para lo que viene. Esto sigue”.
Serán historias para seguir minuto a minuto. Mientras tanto, es muy claro que Messi venía cargado por un montón de situaciones que le disgustaron. Por algo la reacción del jueves contra los dirigentes de la AFA, tras la demora en el vuelo de Houston a Nueva York para jugar la final. El golpe de la derrota lo impactó al extremo porque había hecho todo para coronar con la Selección: quiso estar en el amistoso insignificante con Honduras para compartir más horas con sus compañeros, se pagó el charter de Buenos Aires a Barcelona y de ahí a San Francisco, viaje que realizó para ir a declarar por la causa de evasión impositiva. Con este cierre de la Copa América Centenario, se siente frustrado y encima culpable por el penal que falló en un instante decisivo de la serie. Además, le molesta que parte de la opinión pública y de la prensa nada le reconozcan. Y en esa desprotección influye en forma negativa que no haya una cabeza visible dirigencial en la AFA bajando línea.
“Es la vez que peor lo vi a Leo”, puntualizó Agüero. “Dejemos pasar unas horas”, dijeron desde el entorno de Messi por la madrugada, abriendo una puerta por ahora ínfima.
Las lágrimas de Messi en la cancha se vieron por televisión y por supuesto se replicaron en el mundo a través de las redes. En un momento hasta se acercó a consolarlo Bravo, el arquero de Chile con el que comparte plantel en el Barcelona.
También los ojos le brillaban al 10 en el resto del tramo de la zona mixta en el MetLife y cuando recorrió los cuarenta metros hasta el micro en la salida del hotel al aeropuerto. Desde el cuerpo técnico creyeron que no era el momento para hablarle. Es más, varios ayudantes de Martino se habían sorprendido cuando se enteraron de la renuncia del 10.
“Esto es un velorio. Es peor que lo del Mundial de Brasil”, graficó una fuente de la delegación en el lobby de la concentración, mientras algunos jugadores cenaban y otros preparaban sus valijas para regresar, aunque no todos volvieron a Buenos Aires. Aquí se quedaron para partir a distintos lugares de vacaciones Romero, Gonzalo Higuaín, Augusto Fernández y Banega. Eran las primeras horas del máximo desconsuelo de una generación de estrellas que, sin dudas, merece otro final.
Buenos Aires, Clarín
"Aguante, vamos, con la cabeza en alto, dejaste todo. Vamos, a no aflojar, eh"... La arenga la repetía ese mismo grupito de hinchas de Fighiera, cerca de Rosario, que Clarín encontró el día antes de la final en esas dos piletas inmensas con cascadas ubicadas en el mismo lugar donde se encontraban las Torres Gemelas. Lo único que cambiaba en cada grito era el apellido del futbolista de la Selección al que le brindaban su apoyo. Esos cinco fanáticos y otros quince despidieron a Argentina del hotel W Hoboken a las tres de la madrugada. Se venía un largo vuelo chárter hacia Buenos Aires, con arribo estimado a las cinco de la tarde. Hasta que el avión despegó desde este rincón de Nueva Jersey el único futbolista que había renunciado oficialmente era Lionel Messi. Sin embargo, Sergio Agüero había deslizado la posibilidad de que él y otros referentes de esta misma generación decidan imitar al capitán: “Varios evaluamos no seguir. Quizás sea el momento de darles el lugar a otros jugadores”.
¿Se encolumnarán detrás del capitánJavier Mascherano, Angel Di María, Lucas Biglia, Gonzalo Higuaín, Ezequiel Lavezzi y Ever Banega? ¿Cuánto pesarán las charlas en el avión?Después de la final perdida hace casi un año, por lo bajo, se había rumoreado la chance de que Messi y otros jugadores se bajaran de la Selección. Luego, con el correr de los días, se enfrió la situación y todos volvieron a ponerse la celeste y blanca. De todos modos, ahora el panorama es muy diferente. Mucho más potente.
En ese grupo, hoy no se encuentra Sergio Romero, el referente más reflexivo tras la segunda final perdida contra Chile por penales. Chiquito, sobre la renuncia de Messi, opinó: “Yo creo que lo dijo en caliente. Trataremos de estar enteros para lo que viene. Esto sigue”.
Serán historias para seguir minuto a minuto. Mientras tanto, es muy claro que Messi venía cargado por un montón de situaciones que le disgustaron. Por algo la reacción del jueves contra los dirigentes de la AFA, tras la demora en el vuelo de Houston a Nueva York para jugar la final. El golpe de la derrota lo impactó al extremo porque había hecho todo para coronar con la Selección: quiso estar en el amistoso insignificante con Honduras para compartir más horas con sus compañeros, se pagó el charter de Buenos Aires a Barcelona y de ahí a San Francisco, viaje que realizó para ir a declarar por la causa de evasión impositiva. Con este cierre de la Copa América Centenario, se siente frustrado y encima culpable por el penal que falló en un instante decisivo de la serie. Además, le molesta que parte de la opinión pública y de la prensa nada le reconozcan. Y en esa desprotección influye en forma negativa que no haya una cabeza visible dirigencial en la AFA bajando línea.
“Es la vez que peor lo vi a Leo”, puntualizó Agüero. “Dejemos pasar unas horas”, dijeron desde el entorno de Messi por la madrugada, abriendo una puerta por ahora ínfima.
Las lágrimas de Messi en la cancha se vieron por televisión y por supuesto se replicaron en el mundo a través de las redes. En un momento hasta se acercó a consolarlo Bravo, el arquero de Chile con el que comparte plantel en el Barcelona.
También los ojos le brillaban al 10 en el resto del tramo de la zona mixta en el MetLife y cuando recorrió los cuarenta metros hasta el micro en la salida del hotel al aeropuerto. Desde el cuerpo técnico creyeron que no era el momento para hablarle. Es más, varios ayudantes de Martino se habían sorprendido cuando se enteraron de la renuncia del 10.
“Esto es un velorio. Es peor que lo del Mundial de Brasil”, graficó una fuente de la delegación en el lobby de la concentración, mientras algunos jugadores cenaban y otros preparaban sus valijas para regresar, aunque no todos volvieron a Buenos Aires. Aquí se quedaron para partir a distintos lugares de vacaciones Romero, Gonzalo Higuaín, Augusto Fernández y Banega. Eran las primeras horas del máximo desconsuelo de una generación de estrellas que, sin dudas, merece otro final.