La OEA no logra decidir si interviene en la crisis venezolana
La aplicación de la Carta Democrática queda en suspenso tras la sesión extraordinaria del organismo
Joan Faus
Washington, El País
La Organización de Estados Americanos (OEA) abordó este jueves la crisis venezolana pero sin decidir cuál debe ser el alcance de su papel. El organismo con sede en Washington concluyó su sesión de debate sobre la Carta Democrática sin tomar ninguna decisión sobre si votará en el futuro sobre la aplicación de la Carta a Venezuela, que se activa cuando se considera que un país sufre una alteración de su “orden democrático”.
La aplicación de la medida podría conllevar, en último término, la suspensión de Venezuela de la OEA, como sucedió con Honduras tras el golpe de Estado de 2009, pero antes se traduciría en numerosas gestiones para hallar una solución diplomática.
El desenlace es una victoria a medias para los partidarios y detractores de la actuación de la OEA. La delegación venezolana trató de evitar hasta el último momento la celebración de la sesión extraordinaria del Consejo Permanente para hablar de la Carta Democrática, pero 20 de los 34 Estados miembros votaron a favor de celebrar la cita. Sin embargo, la sesión no derivó en ninguna decisión concreta ni consecuencia inmediata, con lo que ambas partes ganan tiempo y todo queda abierto.
En cualquier caso, el hecho de que hubiese una mayoría a favor de celebrar la sesión evidencia la pérdida de apoyos de Venezuela en la región, y supuso el primer debate profundo y con posibles consecuencias en la OEA sobre el clima democrático en Venezuela desde el estallido en 2014 de la crisis política en ese país.
Con la sesión, el único organismo que agrupa a todos los países americanos, acusado en el pasado de pasividad ante la crisis venezolana, y su secretario general, el uruguayo Luis Almagro, ganan protagonismo en los intentos de resolver la tensión entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, y el acuciante deterioro socioeconómico en la nación caribeña.
La activación de la Carta Democrática, anunciada a finales de mayo, es una iniciativa de Almagro, que la justifica en el artículo 20 del texto. Supone un paso sin precedentes: es la primera vez que se activa sin el consentimiento expreso del gobierno legítimo del país afectado. Pero su hipotética aplicación queda en el aire tras la sesión de este jueves, que derivó en protestas de partidarios y detractores de Maduro a las puertas de la institución.
En caso de decidir actuar, algunos de los posibles próximos pasos que podría dar la OEA serían someter a votación el envío de una misión diplomática a Venezuela (cuya aprobación requeriría 18 votos a favor de los 34 representantes) y, en último lugar, la suspensión de Venezuela del organismo (que requeriría una sesión con los cancilleres de cada país y 24 votos a favor).
Once países con Venezuela
La sesión, a la que asistieron representantes del Gobierno y la oposición venezolana, evidenció la división que causa en el continente la crisis venezolana. Todos los países aplaudieron el diálogo impulsado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y que efectúan los expresidentes español José Luis Rodríguez Zapatero, dominicano Leonel Fernández y panameño Martín Torrijos. Pero hubo divergencias sobre el intervencionismo de la OEA.
Con Venezuela a la cabeza, 12 países votaron en contra de celebrar la sesión, seis menos de los necesarios para cancelarla. Apoyaron a Venezuela sus principales aliados (Ecuador, Bolivia y Nicaragua) y algunos países centroamericanos y caribeños. Votaron a favor de celebrar la reunión las principales potencias regionales, como Estados Unidos, Brasil, Argentina, Colombia o México.
En la sesión, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, criticó duramente a Almagro, al que pidió que dimita y acusó de tratar de impulsar “un golpe de Estado” contra Maduro basado en una “ideología pseudofascista” que niega la “voluntad a los pueblos de la región”. También le acusó de vulnerar las normas de la OEA e impulsar un “show mediático”, y negó que haya una crisis humanitaria en Venezuela.
Los países que votaron a favor de celebrar la sesión evitaron concretar si apoyarían la aplicación de la Carta Democrática, pero avalaron la iniciativa de Almagro. El representante brasileño defendió que la OEA actúe de un “modo responsable y comedido” y esgrimió que su papel no debe ser interpretado como un “modo de perjudicar” el proceso de diálogo en Venezuela. La delegación colombiana dijo que la Carta debe entenderse desde una “perspectiva de cooperación”.
Los críticos de Almagro sostienen que actúa por su cuenta en una región alérgica a cualquier injerencia externa. El secretario defiende que la salida a la crisis venezolana pasa por la celebración de un referéndum revocatorio del mandato de Maduro, la liberación de los presos políticos y la entrada de ayuda al país.
“El Consejo Permanente debe mantenerse del lado correcto de la historia y defender a un pueblo que necesita voz”, dijo Almagro en la presentación de su informe sobre Venezuela. “Estamos aquí para apoyar a un Estado miembro y ayudarlo a volver al camino de la democracia. En ese sentido, apoyo la idea de que se constituya un grupo de países amigos de la OEA”.
Joan Faus
Washington, El País
La Organización de Estados Americanos (OEA) abordó este jueves la crisis venezolana pero sin decidir cuál debe ser el alcance de su papel. El organismo con sede en Washington concluyó su sesión de debate sobre la Carta Democrática sin tomar ninguna decisión sobre si votará en el futuro sobre la aplicación de la Carta a Venezuela, que se activa cuando se considera que un país sufre una alteración de su “orden democrático”.
La aplicación de la medida podría conllevar, en último término, la suspensión de Venezuela de la OEA, como sucedió con Honduras tras el golpe de Estado de 2009, pero antes se traduciría en numerosas gestiones para hallar una solución diplomática.
El desenlace es una victoria a medias para los partidarios y detractores de la actuación de la OEA. La delegación venezolana trató de evitar hasta el último momento la celebración de la sesión extraordinaria del Consejo Permanente para hablar de la Carta Democrática, pero 20 de los 34 Estados miembros votaron a favor de celebrar la cita. Sin embargo, la sesión no derivó en ninguna decisión concreta ni consecuencia inmediata, con lo que ambas partes ganan tiempo y todo queda abierto.
En cualquier caso, el hecho de que hubiese una mayoría a favor de celebrar la sesión evidencia la pérdida de apoyos de Venezuela en la región, y supuso el primer debate profundo y con posibles consecuencias en la OEA sobre el clima democrático en Venezuela desde el estallido en 2014 de la crisis política en ese país.
Con la sesión, el único organismo que agrupa a todos los países americanos, acusado en el pasado de pasividad ante la crisis venezolana, y su secretario general, el uruguayo Luis Almagro, ganan protagonismo en los intentos de resolver la tensión entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, y el acuciante deterioro socioeconómico en la nación caribeña.
La activación de la Carta Democrática, anunciada a finales de mayo, es una iniciativa de Almagro, que la justifica en el artículo 20 del texto. Supone un paso sin precedentes: es la primera vez que se activa sin el consentimiento expreso del gobierno legítimo del país afectado. Pero su hipotética aplicación queda en el aire tras la sesión de este jueves, que derivó en protestas de partidarios y detractores de Maduro a las puertas de la institución.
En caso de decidir actuar, algunos de los posibles próximos pasos que podría dar la OEA serían someter a votación el envío de una misión diplomática a Venezuela (cuya aprobación requeriría 18 votos a favor de los 34 representantes) y, en último lugar, la suspensión de Venezuela del organismo (que requeriría una sesión con los cancilleres de cada país y 24 votos a favor).
Once países con Venezuela
La sesión, a la que asistieron representantes del Gobierno y la oposición venezolana, evidenció la división que causa en el continente la crisis venezolana. Todos los países aplaudieron el diálogo impulsado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y que efectúan los expresidentes español José Luis Rodríguez Zapatero, dominicano Leonel Fernández y panameño Martín Torrijos. Pero hubo divergencias sobre el intervencionismo de la OEA.
Con Venezuela a la cabeza, 12 países votaron en contra de celebrar la sesión, seis menos de los necesarios para cancelarla. Apoyaron a Venezuela sus principales aliados (Ecuador, Bolivia y Nicaragua) y algunos países centroamericanos y caribeños. Votaron a favor de celebrar la reunión las principales potencias regionales, como Estados Unidos, Brasil, Argentina, Colombia o México.
En la sesión, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, criticó duramente a Almagro, al que pidió que dimita y acusó de tratar de impulsar “un golpe de Estado” contra Maduro basado en una “ideología pseudofascista” que niega la “voluntad a los pueblos de la región”. También le acusó de vulnerar las normas de la OEA e impulsar un “show mediático”, y negó que haya una crisis humanitaria en Venezuela.
Los países que votaron a favor de celebrar la sesión evitaron concretar si apoyarían la aplicación de la Carta Democrática, pero avalaron la iniciativa de Almagro. El representante brasileño defendió que la OEA actúe de un “modo responsable y comedido” y esgrimió que su papel no debe ser interpretado como un “modo de perjudicar” el proceso de diálogo en Venezuela. La delegación colombiana dijo que la Carta debe entenderse desde una “perspectiva de cooperación”.
Los críticos de Almagro sostienen que actúa por su cuenta en una región alérgica a cualquier injerencia externa. El secretario defiende que la salida a la crisis venezolana pasa por la celebración de un referéndum revocatorio del mandato de Maduro, la liberación de los presos políticos y la entrada de ayuda al país.
“El Consejo Permanente debe mantenerse del lado correcto de la historia y defender a un pueblo que necesita voz”, dijo Almagro en la presentación de su informe sobre Venezuela. “Estamos aquí para apoyar a un Estado miembro y ayudarlo a volver al camino de la democracia. En ese sentido, apoyo la idea de que se constituya un grupo de países amigos de la OEA”.