La actriz ocupa titulares tanto por su carrera como por su vida personal. No le preocupa ser una de las intérpretes más deseadas, tampoco que sus declaraciones sean polémicas

Rocío Ayuso
Los Ángeles, El País
Con Megan Fox siempre llega el escándalo. Da igual que hable de su cumpleaños (nació el 16 de mayo de 1986), de su nuevo embarazo —el tercero— o de su nueva película, Ninja Turtles: Fuera de las sombras (estrenada esta semana en España). La actriz, descrita en más de una ocasión como el epítome sexual del nuevo milenio, sabe llamar la atención. No solo con su cuerpo, ya en avanzado estado de gestación cuando se sienta para esta entrevista, sino también con sus declaraciones —que le suelen causar problemas—. Acaba de cumplir 30 años como una de las intérpretes más deseadas del mundo, esas que buscan revistas como Maxim o FHM para su portada, y cuenta que lo celebró en la intimidad. “No soy amiga de pompa y circunstancia”, dice. “Así que socialicé en familia porque, entre otras cosas, si organizara una fiesta no tendría mucha gente a la que invitar”, cuenta feliz de ser huraña. El año que viene serán uno más: “Un varón”, se le escapa. “Voy a por el equipo de baloncesto”, dice revelando el sexo de su próximo vástago, el tercer niño tras su primogénito, Noah Shannon, y Bodhi Ransom, de casi cuatro y dos años, respectivamente. “Me estoy acostumbrando a estar embarazada cada dos años”, añade como broma.


A pesar de las maledicencias, los tres tienen el mismo padre, el también actor Brian Austin Green, 12 años mayor que ella y quien alcanzó la fama en la exitosa serie de los noventa Sensación de vivir. Se casaron en 2010 tras varias rupturas durante su noviazgo. Y hoy han vuelto los rumores y los paparazis porque el matrimonio anunció su divorcio el pasado agosto y pocos meses más tarde la actriz sorprendía en una alfombra roja con un avanzado embarazo, y hoy no se sabe si hay o no reconciliación. “Todos los embarazos me pillan por sorpresa”, dice sin cortapisas. “Soy muy maternal y me gusta estar rodeada de niños, pero nunca los he planeado. Son almas que me llegan y estoy abierta a recibir en este mundo. La maternidad es gran parte de quién soy en esta vida”, se explica.

A Fox también le gusta la astrología, cree en los horóscopos, le encanta la meditación y no se llama budista porque aún le queda mucho por aprender, dice una mujer criada en el seno de una familia ultracristiana de Tennessee (EE UU) que de niña entraba en trance místico cuando iba a la iglesia. En su perfil de Instagram —perfil en el que desmintió los posibles padres que se le adjudicaron al saberse su nueva maternidad— se describe como “hija de una tribu Cherokee”, “ninfa de los bosques” y “Leo con ascendente lunar”. También le gusta compartir sus excentricidades, y aunque el espectador no va a ver Ninja Turtles: Fuera de las sombras, la segunda entrega de este revival de la popular franquicia de quelónidos, esperando un mensaje, para ella lo tiene. “Estas películas se ruedan para hacer dinero aunque tengan la peor crítica del mundo", admite con una sinceridad aplastante. Pero en este caso el mensaje es que tienes que aceptar tus excentricidades y no preocuparte si no encajas”, apunta.

Ella siempre ha tenido claro quién es. A los 2 años tenía muy claro que iba a ser actriz; y a los 20 poco más que se carga su carrera insultando al hombre que le dio una oportunidad en Transformers, Michael Bay, en una de las peleas más sonoras del Hollywood actual. Las aguas se han calmado en su carrera y en su vida personal. Pero Fox sigue sin cerrar la boca, cansada del doble estándar de la meca del cine. “Que nadie se ofenda, pero los hombres solo sirven para matar arañas”, deja dicho.

Sus planes para el futuro incluyen seguir trabajando, pero en televisión con la serie New Girl donde “se trabaja con menos presión”. También quiere buscar nuevos horizontes fuera de la interpretación, donde solo la valoran por su cuerpo, en otras áreas educativas donde aprecie su intelecto. “Eso sí que me apasiona. Pero respecto a eso sí que me tengo que morder la lengua, de momento no puedo decir nada”, remata marchándose para evitar la tentación de abrir el pico.

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