Ingleses y rusos, dos maneras diferentes de hacer el bestia

Santi Giménez
París, As
Tras un miércoles militarizado, Lille amaneció tranquilo y era la hora de hacer balance de los enfrentamientos que se produjeron en la ciudad principalmente entre fans ingleses y policía francesa con algún conato en el participaron los rusos. A falta de evaluar los daños en el mobiliario urbano, el balance policial arroja 16 detenidos en total que se reparten entre ingleses y rusos. Viendo las circunstancias de esas detenciones se puede establecer a grandes rasgos el perfil de los ultras de ambos países que representan muy claramente dos maneras muy diferentes de hacer el bestia.


Por una parte están los detenidos ingleses, simples aficionados violentos borrachos y gamberros. Carne de cañón que sale de casa con un pedal de órdago, que lo aumentan durante el viaje y que cuando llegan a la ciudad de destino no saben ni como se llaman y se dedican a cantar, romper cosas y cuando ya van muy chuzos, encararse con la policía o pegarse, ya sea entre ellos o con los rivales. Algunos líderes de las firmas (grupos organizados de ultras) se dejaron ver un momento en la place de la Gare de Lille, pero observaban el espectáculo desde relativa distancia, siempre con el teléfono a punto y sin meterse en líos. Cuando empiezan los disturbios, desaparecen. Los miembros de la tropa son los pringados que fueron detenidos por subirse a señales de tráfico, involucrarse en peleas o por evidente embriaguez como es el caso de los cinco que fueron arrestados en un tren que llegaba de Londres.

El caso de los rusos es absolutamente diferente. Se puede hablar tranquilamente de comandos paramilitares perfectamente organizados y que se han ganado estar en la Eurocopa tras un casting de selección entre los peores esbirros del fútbol ruso. Mantienen una jerarquía militar y se basan en un plan estudiado de actuación, como pasaba en Inglaterra en los años 80. A diferencia de los hooligans de esa época, los rusos llegan a la pelea perfectamente serenos. No se les ve jamás por los bares llamando la atención. Aparecen, golpean y se van. Los detenidos rusos ayer en Lille mayoritariamente fueron arrestados en controles de carretera antes de pelearse, lo que ha provocado las protestas de Sergei Lavrov, ministro de exteriores ruso, que cree que Francia viola el Tratado de Viena. A dos les encontraron bates de béisbol y martillos en el maletero del coche y 43 más fueron retenidos en un autocar al comprobar que en él viajaban algunos de los implicados en las reyertas de Marsella.

A diferencia de lo que pasa con los británicos, que han desplazado a su policía a Francia para que filme a los exaltados y hace de enlace entre estos y la gendarmería, los rusos campan a sus anchas. Nadie sabe donde están y rehuyen a las cámaras excepto cuando se fiilman ellos mismos y luego cuelgan sus victorias en la red, mientras que a los británicos se les oye desde el pueblo de al lado y les encanta salir dando ascopena por televisión. Dos maneras de hacer el bestia.

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