Garbiñe Muguruza ya tiene su primer grande: Roland Garros
Garbiñe Muguruza ya tiene su primer grande: Roland Garros
Alejandro Delmás
París, As
En el santuario sagrado de la Philippe Chatrier, todo acabó, y quizá todo comienza para Garbiñe Muguruza en un punto de partido que fue “como el champán”, según la propia campeona de Roland Garros . Un sideral globo liftado que besó suavemente la línea de fondo y que aplaudió la propia Serena Williams, recién destronada. “Pasó no sabes cómo. De repente, yo había ganado Roland Garros”.
Eso dijo Garbiñe Muguruza Blanco, futuro y rabioso presente del tenis femenino mundial. Garbiñe firmó, con 22 años, su primer título en Roland Garros y en Grand Slam al destronar a Serena (21 títulos de Grand Slam, tres de ellos en París) por 7-5 y 6-4, tras hora y 43 minutos de drama en la Pista Philippe Chatrier. Muguruza selló su quinto punto de partido (había tenido cuatro con 5-3 a favor) con ese excepcional globo liftado. Se trata de la primera campeona española en París desde 1998, último título de la única vencedora que España había tenido aquí: Arantxa Sánchez Vicario.
Serena, campeonísima en 21 grandes títulos, se defendió como podían haberlo hecho Muhammad Ali o Michael Jordan, con siete aces hasta a 196 km/h. “Odio perder”, había avisado Williams. Nueve dobles faltas, cinco en el segundo set, impidieron la escapada de Muguruza, que redujo a Serena a sumar solo 9/21 puntos con segundos saques.
Con Serena siempre en los talones, Garbiñe empezó a echar en falta la “tranquilidad en los momentos importantes” que le habían demandado Chris Evert y Conchita Martínez. Pero, para entonces y desde el arranque, Serena Williams, con problemas de movilidad, ya estaba sometida a lo que Patrick Mouratoglou, su entrenador, describe como “la enorme presión que Muguruza genera a la rival”. “La idea era atacar desde el principio”, admitió la campeona de Caracas. No fue sin calma ni sin propósitos definidos: Muguruza ganó ocho de los nueve peloteos con nueve o más golpes. “Ante Garbiñe, todo es muy difícil; tienes que empezar a jugar en el límite del último metro de tu pista”, había observado, tras la semifinal, la australiana Stosur.
Dieciocho golpes ganadores de Muguruza sentenciaron la sobremesa en la Chatrier: eso, cuando el buen pueblo de París seguía mirando con preocupación la crecida del Sena. “Garbiñe le pega durísimo. Va a romper la banca con cada golpe. Hizo todo lo que tenía que hacer ”, resumió Serena Williams al aceptar la derrota que la priva de empatar con Steffi Graf a 22 títulos de Grand Slam. Esta vez, ella fue la presa. Garbiñe, la cazadora.
“Este es el torneo nuestro, de España”, proclamó al fin Garbiñe Muguruza, ante toda su familia y antes de recoger la Copa Suzanne Lenglen, entregada por la leyenda que es Billie Jean King. Roland Garros ya es el torneo de Garbiñe. Su torneo. Ella es futuro y presente. Y antes de fin de mes llega Wimbledon, donde Muguruza admite tener “una espina clavada”. Atención.
Alejandro Delmás
París, As
En el santuario sagrado de la Philippe Chatrier, todo acabó, y quizá todo comienza para Garbiñe Muguruza en un punto de partido que fue “como el champán”, según la propia campeona de Roland Garros . Un sideral globo liftado que besó suavemente la línea de fondo y que aplaudió la propia Serena Williams, recién destronada. “Pasó no sabes cómo. De repente, yo había ganado Roland Garros”.
Eso dijo Garbiñe Muguruza Blanco, futuro y rabioso presente del tenis femenino mundial. Garbiñe firmó, con 22 años, su primer título en Roland Garros y en Grand Slam al destronar a Serena (21 títulos de Grand Slam, tres de ellos en París) por 7-5 y 6-4, tras hora y 43 minutos de drama en la Pista Philippe Chatrier. Muguruza selló su quinto punto de partido (había tenido cuatro con 5-3 a favor) con ese excepcional globo liftado. Se trata de la primera campeona española en París desde 1998, último título de la única vencedora que España había tenido aquí: Arantxa Sánchez Vicario.
Serena, campeonísima en 21 grandes títulos, se defendió como podían haberlo hecho Muhammad Ali o Michael Jordan, con siete aces hasta a 196 km/h. “Odio perder”, había avisado Williams. Nueve dobles faltas, cinco en el segundo set, impidieron la escapada de Muguruza, que redujo a Serena a sumar solo 9/21 puntos con segundos saques.
Con Serena siempre en los talones, Garbiñe empezó a echar en falta la “tranquilidad en los momentos importantes” que le habían demandado Chris Evert y Conchita Martínez. Pero, para entonces y desde el arranque, Serena Williams, con problemas de movilidad, ya estaba sometida a lo que Patrick Mouratoglou, su entrenador, describe como “la enorme presión que Muguruza genera a la rival”. “La idea era atacar desde el principio”, admitió la campeona de Caracas. No fue sin calma ni sin propósitos definidos: Muguruza ganó ocho de los nueve peloteos con nueve o más golpes. “Ante Garbiñe, todo es muy difícil; tienes que empezar a jugar en el límite del último metro de tu pista”, había observado, tras la semifinal, la australiana Stosur.
Dieciocho golpes ganadores de Muguruza sentenciaron la sobremesa en la Chatrier: eso, cuando el buen pueblo de París seguía mirando con preocupación la crecida del Sena. “Garbiñe le pega durísimo. Va a romper la banca con cada golpe. Hizo todo lo que tenía que hacer ”, resumió Serena Williams al aceptar la derrota que la priva de empatar con Steffi Graf a 22 títulos de Grand Slam. Esta vez, ella fue la presa. Garbiñe, la cazadora.
“Este es el torneo nuestro, de España”, proclamó al fin Garbiñe Muguruza, ante toda su familia y antes de recoger la Copa Suzanne Lenglen, entregada por la leyenda que es Billie Jean King. Roland Garros ya es el torneo de Garbiñe. Su torneo. Ella es futuro y presente. Y antes de fin de mes llega Wimbledon, donde Muguruza admite tener “una espina clavada”. Atención.