EUROCOPA / La leyenda del dragón

El galés, con su tanto, se coloca pichichi con tres. Los Dragones siguen haciendo historia: a octavos como primeros. Se medirán al tercero del grupo A, C o D. Paupérrima imagen de Rusia.


Santi Giménez
As
Señores, no hay más vuelta de hoja. Si uno está ante una ocasión histórica, como estaba País de Gales contra Rusia, ante la posibilidad de escribir una página de leyenda en los anales de la historia de tu pequeño país, lo mejor es salir a lo grande y sin complejos. Y eso es lo que hizo la selección de Chris Coleman borrando del campo a la gigantesca (en extensión) Rusia con un meneo de fútbol (0-3) que deja al equipo de Bale como uno de los rivales más incómodos que los favoritos deberán de cruzarse de ahora en adelante. La leyenda del dragón crece.


Decimos ‘el equipo de Bale’ por la inercia y la llamada al astro. Pero en la simplificación cometemos un error. País de Gales ha dejado muy claro que es más que el equipo de Bale. El madridista es muy importante, pero cuidado con lo que tiene a su alrededor. Aaron Ramsey, por ejemplo. Un jugador con un talento soberbio que desde muy joven estuvo llamado a marcar una época. Las lesiones han cortado su carrera, pero cuando está bien, es delicioso. Ante Rusia se aprovechó a la perfección de la obsesión del equipo de Lutski por Bale y dominó el partido como quiso al lado de dos lugartenientes de lujo como Ledley (lo de este hombre, que se rompió el peroné el 10 de mayo es de leyenda) y Allen, que se comieron al centro del campo ruso.

Desde el inicio quedó claro quien era valiente y quien era un pelele en busca de una carambola. Los números, en principio, obligaban a Rusia a ser descarada y aconsejaban a País de Gales verlas venir. Pues pasó justo al contrario. La primera pelota que agarró Bale, desbordó a todo el que se puso por delante suyo y fusiló a Akinfeev, que a duras penas pudo rechazar.

Ese primer minuto inauguró un festival de Gales que jugó una primera parte de fútbol casi perfecta. Agresivos en la recuperación, con laterales profundos, centrales contundentes, un cerebro exquisito como Ramsey y un caballo desbocado en carrera con un cañón en la pierna como Gareth Bale.

La valentía de País de Gales tuvo su premio a los once minutos cuando Joe Allen, robó un balón y se lo entregó en profundidad a Ramsey que con una clase insultante lo levantó por encima del portero ruso. El festival galés no había hecho más que empezar.

La presión galesa aumentó de revoluciones mientras que Rusia, que deberá mejorar mucho si no quiere hacer un ridículo espantoso en el Mundial que acogerá dentro de dos años, no sabía por donde meterle mano al partido.

Obsesionados con Bale, los rusos se olvidaron que juegan diez más con él y en el minuto 20, el jugador del Madrid se quitó de encima cuatro marcadores con un pase al espacio que permitió al lateral Taylor del Swansea plantarse ante Akinfeev. Su primer remate dio al muñeco, pero el mismo aprovechó el rechace para marcar el segundo.

En el segundo tiempo, Gales demostró que además de tener garra, espíritu y un ariete en punta, tiene inteligencia. Los tres centrales supieron en todo momento leer el partido y no pasaron ningún agobio ante lo que se suponía que debía de ser un alud ruso.

Muy al contrario, Gales tuvo el control del partido durante todo el encuentro con Ramsey como director de orquesta y artista virtuoso como cuando le filtro a Bale un pase a lo Laudrup que le servía al madridista para colocarse Pichichi del torneo, a Gales primera de grupo y a Rusia para plantearse hacia donde deriva su fútbol basado en violentos y millones.

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