EUROCOPA / Griezmann fue el clavo ardiendo
El del Atleti, en el 90', y Payet, en el 95', salvaron a Francia de un empate que ya se barruntaba en la grada. Los de Deschamps, que dominaron, pero sin acierto hasta el descuento, clasificados.
Aritz Gabilondo
As
Griezmann convirtió las críticas de la semana en alabanzas, la imagen de villano en la de héroe, la ausencia de cariño en amor platónico para siempre de los franceses. Su gol salvador clasifica a Francia y a él le redime, si es que alguna vez estuvo en entredicho. Partir a los 13 años a otro país te hace extranjero donde vas y de donde vienes. Necesitaba por eso hacer un clic como este y llegó justo para derribar un muro albanés que resistió hasta despedazarse.
Albania había jugado este partido más veces. Todos sus partidos son este, en realidad. De Biasi tiene perfectamente amaestrado a su equipo para perseguir al rival como si fuera un perro, incansable. Los dobles laterales con los que cerró de entrada los costados empantanaron a Martial y Coman, obligados a salir hacia dentro y morir ahogados en un océano que no es el suyo. Payet era el único con bocina en pleno atasco de las 7:30, pero apenas podía recibir pelotas francas por parte de Kanté y Matuidi. Tiene un problema Deschamps en la creación, pues Kanté es un destructor y Matuidi un llegador. Le falta una pieza al técnico para el puzzle.
Tan pobre fue el rendimiento galo que Albania apenas sufrió. Los cacerolazos a Giroud por arriba fueron la escasa producción del anfitrión, que lo va a pasar mal en el torneo si reduce su capacidad goleadora al delantero del Arsenal. La sombra de Benzema sigue siendo alargada para él. No sólo estaba cómoda Albania defendiendo, sino que además se atrevía. Hysaj puso un buen centro desde la derecha y Sadiku no llegó a un balón por el que empujó toda Albania.
A Deschamps le apretaba el nudo de la corbata y tuvo que aflojárselo rehaciendo su plan inicial al descanso. Cuando uno deja a sus estrellas en el banquillo y el equipo no funciona, el problema no son las estrellas. Entró Pogba por Martial, Francia volvió al 4-3-3 y todo el país adelantó líneas. El conjunto galo comenzó a ser más reconocible, pese a conceder una ocasión clara que Mamushaj remató sin saber cómo al palo. Un espejismo. Coman también amenazó, al igual que Pogba en esa misión suya de hacer de linterna en la oscuridad.
En realidad el cambio de sistema lo que más sirvió fue para reactivar a Payet, esa especie de estudiante que a los 28 se ha licenciado tras varios años vagueando. Le secundó Griezmann, reclutado también por Deschamps desde el banquillo ya con el partido en un callejón. El peligro seguían siendo los centros y con ellos dos sobre el campo se ganó en precisión. Giroud remató uno, luego al palo otro, hasta desesperarse y hacer desesperarse a la grada. Lo peor que puede hacer un delantero fallón es teatralizar sus errores, como él.
La última bala francesa fue retirarle y sacar en su lugar al guerrillero Gignac. A Albania empezó a hacérsele bola el final del partido y fue mirando el reloj con angustia. Los últimos minutos, de hecho, fueron un rompehielos en medio del ártico. Hasta que el iceberg crujió. Rami puso un centro y Griezmann, príncipe entre las tinieblas, ojos de lobo en la nieve, marcó de cabeza el gol salvador francés, acompañado de otro de Payet ya en el descuento. No fue casualidad. Esta es la Francia de Griezmann y así debe serlo. Por hoy y para siempre.
As
Griezmann convirtió las críticas de la semana en alabanzas, la imagen de villano en la de héroe, la ausencia de cariño en amor platónico para siempre de los franceses. Su gol salvador clasifica a Francia y a él le redime, si es que alguna vez estuvo en entredicho. Partir a los 13 años a otro país te hace extranjero donde vas y de donde vienes. Necesitaba por eso hacer un clic como este y llegó justo para derribar un muro albanés que resistió hasta despedazarse.
Albania había jugado este partido más veces. Todos sus partidos son este, en realidad. De Biasi tiene perfectamente amaestrado a su equipo para perseguir al rival como si fuera un perro, incansable. Los dobles laterales con los que cerró de entrada los costados empantanaron a Martial y Coman, obligados a salir hacia dentro y morir ahogados en un océano que no es el suyo. Payet era el único con bocina en pleno atasco de las 7:30, pero apenas podía recibir pelotas francas por parte de Kanté y Matuidi. Tiene un problema Deschamps en la creación, pues Kanté es un destructor y Matuidi un llegador. Le falta una pieza al técnico para el puzzle.
Tan pobre fue el rendimiento galo que Albania apenas sufrió. Los cacerolazos a Giroud por arriba fueron la escasa producción del anfitrión, que lo va a pasar mal en el torneo si reduce su capacidad goleadora al delantero del Arsenal. La sombra de Benzema sigue siendo alargada para él. No sólo estaba cómoda Albania defendiendo, sino que además se atrevía. Hysaj puso un buen centro desde la derecha y Sadiku no llegó a un balón por el que empujó toda Albania.
A Deschamps le apretaba el nudo de la corbata y tuvo que aflojárselo rehaciendo su plan inicial al descanso. Cuando uno deja a sus estrellas en el banquillo y el equipo no funciona, el problema no son las estrellas. Entró Pogba por Martial, Francia volvió al 4-3-3 y todo el país adelantó líneas. El conjunto galo comenzó a ser más reconocible, pese a conceder una ocasión clara que Mamushaj remató sin saber cómo al palo. Un espejismo. Coman también amenazó, al igual que Pogba en esa misión suya de hacer de linterna en la oscuridad.
En realidad el cambio de sistema lo que más sirvió fue para reactivar a Payet, esa especie de estudiante que a los 28 se ha licenciado tras varios años vagueando. Le secundó Griezmann, reclutado también por Deschamps desde el banquillo ya con el partido en un callejón. El peligro seguían siendo los centros y con ellos dos sobre el campo se ganó en precisión. Giroud remató uno, luego al palo otro, hasta desesperarse y hacer desesperarse a la grada. Lo peor que puede hacer un delantero fallón es teatralizar sus errores, como él.
La última bala francesa fue retirarle y sacar en su lugar al guerrillero Gignac. A Albania empezó a hacérsele bola el final del partido y fue mirando el reloj con angustia. Los últimos minutos, de hecho, fueron un rompehielos en medio del ártico. Hasta que el iceberg crujió. Rami puso un centro y Griezmann, príncipe entre las tinieblas, ojos de lobo en la nieve, marcó de cabeza el gol salvador francés, acompañado de otro de Payet ya en el descuento. No fue casualidad. Esta es la Francia de Griezmann y así debe serlo. Por hoy y para siempre.