EUROCOPA / Baile de España a Turquía y al algoritmo
Luis Nieto, As
Pasó el Mundial, que bien enterrado está, y regresó la España expansiva, imparable, deslumbrante. Una versión remasterizada del clásico que edificó Luis y sostuvo con mano de diplomático Del Bosque. Otros futbolistas pero la misma idea, la misma luz y la misma ejecución impecable de un fútbol que exige paciencia, precisión, astucia y velocidad. Virtudes todas que cultiva Iniesta y los demás le siguen la corriente. España está en octavos y a nadie le apetece una cita con ella.
Le va a llevar un tiempo al Madrid explicar por qué piensa (ahora está más cerca del pensó) en Morata como instrumento para hacer dinero que invertir en quién sabe qué capricho. Ningún nueve en esta Eurocopa ha impresionado más que él. Un ariete postmoderno que reparte muy bien su tiempo sobre el césped: es agraciado en las bandas, se siente capaz de aguantar la pelota para dar al equipo una segunda oportunidad, sintoniza con el tiquitaca, es generoso en el esfuerzo y sagaz en el desmarque... En gol siempre se quedó algo corto, pero el oportunismo aparece con el tiempo. Un cabezazo suyo sacó del partido a Turquía, que se defendió a tornillazos, torpemente, ante una Selección nuevamente estupenda. España exhibió una musculatura que nadie más tiene en el torneo.
Terim, emperador sin imperio, advirtió sobre Iniesta, el mejor centrocampista del mundo. Y también el futbolista más influyente del planeta. ¿Dónde se mete el algoritmo cuando él sale al campo? Nadie mejora a un equipo como él. Le llevó un cuarto de hora meter en la muleta a los turcos, jugadores que no bromean en los balones divididos. Pasaron en ámbar el semáforo de la clasificación y fueron acusados de gandulear ante los croatas. En Niza se emplearon de modo extremo, con Arda y Calhanoglu también en trabajos de fontanería, pero la aspereza no les salvó. El azulgrana fue abucheado sin misericordia.
España resultó aún mejor que la del estreno, con laterales ambiciosos, con Silva entrando y saliendo desde la banda izquierda con embrujo y con Nolito sacando provecho de su gracia flamenca. En él ha encontrado Del Bosque un jugador distinto, imprevisible pero eficiente. Le dio el 1-0 a Morata y firmó el segundo por no abandonarse en una pelota que era de Topal. Despejó mal y ahí estaba él para disparar a la Selección.
La última hora de partido fue una feria de artesanía: tremendo Busquets en el corte, agigantados los centrales, sin cadena Iniesta, larguísimos los laterales, en su salsa Morata, un gol tras 22 toques y cauteloso con el esfuerzo Del Bosque. Hasta Cesc creció entre tanta riqueza. Sólo España ha metido más de dos goles en un partido del torneo. Y ninguna otra Selección los ha adornado mejor.