EUROCOPA / Alemania ataca bien y sufre atrás para imponerse a Ucrania
El equipo germano vence en su debut gracias a su refinado ataque, perolo pasa mal por su mediocre defensa
Jordi Quixano
Lille, El País
El partido no había comenzado y los jugadores de Ucrania, con traje y corbata, entraron al césped al tiempo que desde la megafonía atronaba una sesión con tal ‘chicha’ que bien podría amenizar la noche en una discoteca cualquiera de Ibiza. Los de Alemania lo hicieron en chándal y zapatillas, colgados de auriculares mastodónticos. Pero a la que el balón empezó a rodar, se intercambiaron los papeles; los germanos mimaban al esférico con su fútbol de salón y los ucranianos, de alas abiertas, se dejaban de preliminares para pisar el área rival cuanto antes. Estrategias validadas por las ocasiones que tuvieron durante el duelo, al final resuelto por una Alemania que es unidireccional porque ataca como los ángeles pero tiene una defensa de chisgarabís, solo sustentada por los guantes de oro de Neuer.
La hoja de ruta de Ucrania era diáfana, entregada al ejercicio defensivo en campo propio para, en caso de hurto, salir con el turbo puesto. Pero el balón siempre pasaba por las bandas, por los sprinters Konoplyanka y Yarmolenko, fiados a sus piernas y cintura, hábiles en la carrera y notables en los centros. Ocurrió que por arriba resulta difícil hacerle daño a la zaga germana, quizá el único punto fuerte que mostró anoche. Porque en lo demás fue un fiasco. Le costó horrores, por ejemplo, la transición ataque-defensa, donde los laterales quedaban expuestos a las carreras contrarias y los centrales descompuestos en los exigidos desplazamientos laterales. Era cuestión de contras y Konoplyanka, después de aprovechar un fallo de Mustafi –¡intentó regatear con una virguería en defensa!- remató desde la frontal tras cazar el centro. Pero Neuer voló para darle la réplica adecuada. Lo mismo le hizo a Khacheridi en un saque de esquina, cuando el central se elevó por encima de todos. Sudaba Alemania hacia atrás tanto como se divertía hacia delante.
Ante las estrecheces contrarias, el equipo teutón descifró cómo llegar al marco rival. Lo intentó primero con los pases largos, con una retahíla de errores de un Boateng que debió ponerse las botas del revés. Pero si lo hacía Kroos cambiaba la historia, al punto de que Khedira rompió desde atrás, pinchó el balón y remató, solo ante el portero, al bulto. La táctica, en cualquier caso, no era fructífera, por lo que quisieron amasar el balón, excelentes en el ataque estático. Pero como tampoco funcionaba, bien valió una falta lateral lanzada por Kroos y resuelta por Mustafi a gol. No corrió la misma suerte Ucrania, que se topó de nuevo con Neuer. La tuvo Rakitskiy desde dentro del área y Konoplyanka desde fuera. Incluso Fedetsky celebró un gol que le duró poco porque estaba en fuera de juego. Y una más tuvo Konoplyanka, que superó a Neuer pero no a Boateng, que llegó a tiempo para corregirle. No entró el balón –así lo dijo la tecnología- y el partido, entonces, se jugó por completo en campo ucraniano.
Puede que no fuera un duelo para recordar, pero no hay un movimiento en la ofensiva germana que carezca de sentido. Prohibido ocupar el mismo carril, repartición racional de los espacios y multiplicación de las opciones de pase. Todo muy guardiolista. El primero en ofrecer una alternativa fue Götze, que apenas tocó el balón pero sí que originó espacios para su equipo y dudas en el contrario. Se esmeraba en bajar para provocar a los centrales, que se enfrentaban a la diatriba de perseguirlo –lo que originaba un pequeño desaguisado porque los laterales no cerraban, pendientes de los extremos- o de quedarse en su zona y permitirle crear. Optaron por la segunda opción porque Alemania tampoco podía tocar por dentro, colapsados los pasillos interiores. Así que también se remitió a los costados: Müller no dio pie con bola, fuera de sitio por más que insista Löw; y Draxler demostró que está para un grande. Recortes, bailes con la pelota, centros y hasta chut -bien despejado Pyatov- y testarazo, un tanto desviado.
También se expresó con el disparo lejano Alemania, con obuses de Kroos, Khedira y Müller, mal teledirigidos. Se remarcó hasta en la contra con manos a manos de Götze y de Özil que Pyatov desactivó. Y cuando quedaba un suspiro, Schweinsteiger sí que lo completó. Era el primer balón que tocaba y valió para asegurar que Alemania ataca como nadie. La tara, sin embargo, está atrás.
Jordi Quixano
Lille, El País
El partido no había comenzado y los jugadores de Ucrania, con traje y corbata, entraron al césped al tiempo que desde la megafonía atronaba una sesión con tal ‘chicha’ que bien podría amenizar la noche en una discoteca cualquiera de Ibiza. Los de Alemania lo hicieron en chándal y zapatillas, colgados de auriculares mastodónticos. Pero a la que el balón empezó a rodar, se intercambiaron los papeles; los germanos mimaban al esférico con su fútbol de salón y los ucranianos, de alas abiertas, se dejaban de preliminares para pisar el área rival cuanto antes. Estrategias validadas por las ocasiones que tuvieron durante el duelo, al final resuelto por una Alemania que es unidireccional porque ataca como los ángeles pero tiene una defensa de chisgarabís, solo sustentada por los guantes de oro de Neuer.
La hoja de ruta de Ucrania era diáfana, entregada al ejercicio defensivo en campo propio para, en caso de hurto, salir con el turbo puesto. Pero el balón siempre pasaba por las bandas, por los sprinters Konoplyanka y Yarmolenko, fiados a sus piernas y cintura, hábiles en la carrera y notables en los centros. Ocurrió que por arriba resulta difícil hacerle daño a la zaga germana, quizá el único punto fuerte que mostró anoche. Porque en lo demás fue un fiasco. Le costó horrores, por ejemplo, la transición ataque-defensa, donde los laterales quedaban expuestos a las carreras contrarias y los centrales descompuestos en los exigidos desplazamientos laterales. Era cuestión de contras y Konoplyanka, después de aprovechar un fallo de Mustafi –¡intentó regatear con una virguería en defensa!- remató desde la frontal tras cazar el centro. Pero Neuer voló para darle la réplica adecuada. Lo mismo le hizo a Khacheridi en un saque de esquina, cuando el central se elevó por encima de todos. Sudaba Alemania hacia atrás tanto como se divertía hacia delante.
Ante las estrecheces contrarias, el equipo teutón descifró cómo llegar al marco rival. Lo intentó primero con los pases largos, con una retahíla de errores de un Boateng que debió ponerse las botas del revés. Pero si lo hacía Kroos cambiaba la historia, al punto de que Khedira rompió desde atrás, pinchó el balón y remató, solo ante el portero, al bulto. La táctica, en cualquier caso, no era fructífera, por lo que quisieron amasar el balón, excelentes en el ataque estático. Pero como tampoco funcionaba, bien valió una falta lateral lanzada por Kroos y resuelta por Mustafi a gol. No corrió la misma suerte Ucrania, que se topó de nuevo con Neuer. La tuvo Rakitskiy desde dentro del área y Konoplyanka desde fuera. Incluso Fedetsky celebró un gol que le duró poco porque estaba en fuera de juego. Y una más tuvo Konoplyanka, que superó a Neuer pero no a Boateng, que llegó a tiempo para corregirle. No entró el balón –así lo dijo la tecnología- y el partido, entonces, se jugó por completo en campo ucraniano.
Puede que no fuera un duelo para recordar, pero no hay un movimiento en la ofensiva germana que carezca de sentido. Prohibido ocupar el mismo carril, repartición racional de los espacios y multiplicación de las opciones de pase. Todo muy guardiolista. El primero en ofrecer una alternativa fue Götze, que apenas tocó el balón pero sí que originó espacios para su equipo y dudas en el contrario. Se esmeraba en bajar para provocar a los centrales, que se enfrentaban a la diatriba de perseguirlo –lo que originaba un pequeño desaguisado porque los laterales no cerraban, pendientes de los extremos- o de quedarse en su zona y permitirle crear. Optaron por la segunda opción porque Alemania tampoco podía tocar por dentro, colapsados los pasillos interiores. Así que también se remitió a los costados: Müller no dio pie con bola, fuera de sitio por más que insista Löw; y Draxler demostró que está para un grande. Recortes, bailes con la pelota, centros y hasta chut -bien despejado Pyatov- y testarazo, un tanto desviado.
También se expresó con el disparo lejano Alemania, con obuses de Kroos, Khedira y Müller, mal teledirigidos. Se remarcó hasta en la contra con manos a manos de Götze y de Özil que Pyatov desactivó. Y cuando quedaba un suspiro, Schweinsteiger sí que lo completó. Era el primer balón que tocaba y valió para asegurar que Alemania ataca como nadie. La tara, sin embargo, está atrás.