España, morir de realidad

La Roja cayó con Italia porque le pudo el fútbol, sin más. Antes del torneo, Del Bosque ya tenía pensado dejarlo, lo que ahora está en riesgo es que no se perpetúe el modelo con una federación volcánica

José Sámano
París, El País
Mientras al estruendoso ruedo ibérico le invade la desazón, no estaría de más recordar que España ha sido tan vencida como ella privó del éxito al resto durante cuatro años muy recientes. Es fútbol, no una ciencia. Sí una metáfora de la vida, y nadie está obligado ni puede ser siempre el mejor. No existe el elixir de la eternidad, se suceden los ganadores y los perdedores. Como objetivar la pasión es una pérdida de tiempo, los triunfos enaltecen incluso lo que no hay y las derrotas suelen abrir paso a los pirómanos que atizan a discreción: jugadores, técnicos, árbitros, jardineros, meteorólogos, el vecino de abajo... Lejos de reflexionar, parece que la enmienda a la totalidad fuera obligada.


Se olvida con frecuencia que al otro lado del tablero hay un adversario. Italia, por ejemplo, que esta vez fue mucho mejor que La Roja. Nadie lo explicó con más tino que Piqué: "No tenemos el nivel de antes". Amén. ¿Quién o quiénes son los culpables? Nadie. Es el peso a soportar cuando se pone el listón por las nubes. Lo de España en París ha sido morir de realidad. Nada anómalo, ni terminal.

Cuando se baja del pedestal no es aconsejable olvidar cómo fue la crecida y cuáles fueron sus pilares. Valorar lo que cuesta subir y prepararse para otra escalada, que no tiene por qué ser mañana. Mientras tanto, España debería fortalecer lo que tiene para no dejar de ser competitiva. Las tracas finales son solo cosa de uno, no hay descorches para todos.

La selección no llegó a Francia de parranda. La convocatoria, insólita por los apretones del calendario, fue coherente. La cháchara de combate se limitó a Isco y Saúl. En las instalaciones de la Isla de Ré, pese al caso De Gea y el deslenguado Pedrito, se destilaba buen rollo, con Casillas a la cabeza. Del Bosque, reflexivo, envidó en los cuatro encuentros con la misma alineación. Con gente curtida en el United, Atlético, Madrid, Barça, City, Chelsea, Juve y Celta. Salvo Morata, todos indiscutibles en sus reputados conjuntos.

En 2008, Luis Aragonés también repitió cuatro alineaciones. Si no lo hizo más fue porque ante Grecia, ya con dos victorias, los cruces no tenían el calado de ahora, y porque Villa se lesionó en la semifinal frente a Rusia.

La eliminación puede poner en riesgo las bases que llevaron a España al centro del escenario.

La eliminación puede poner en riesgo las bases que llevaron a España al centro del escenario. La que se cierra no es una época para pasar página, sino el espejo del pasado mañana. El fútbol español ha sido, y es, la gran reserva de la última década, con una notable exportación de futbolistas y entrenadores. Ahora se trataría de dar carrete al pensamiento propio que le otorgó un rasgo diferenciador y progresar con la idea.

No ha sido casualidad que fueran sabios como Luis Aragonés y Del Bosque quienes enraizaran a la España triunfal. Dos técnicos idóneos, expertos, muy cancheros, con mano para mecer al grupo, convincentes cada uno a su manera y muy honestos a ojos del vestuario y su periferia. A los 65, es normal que Del Bosque quiera renunciar al cargo tras ocho años. Ya lo barruntaba antes de acudir a Francia: "No creo que me comprometa con nadie tras la Eurocopa", dijo a EL PAÍS.
'Hombre de Estado'

No fue sencillo convencerle de la continuidad tras Brasil 2014 y menos ahora. Otra cosa sería que su sentido de hombre de Estado le hiciera plantearse hacer de puente si Ángel María Villar se lo pidiera. De hombre de consenso hasta las elecciones federativas de noviembre. En la FEF ya no hay un director deportivo como Fernando Hierro, y se han estancado las inferiores, incluida la sub-21 de Albert Celades, asistente del seleccionador absoluto en la Eurocopa.

En el entorno federativo no consta que Jorge Pérez o Claramunt tuvieran previsto el relevo para Del Bosque.

Ocupado por sus enredos y sobrevuelos por FIFA y UEFA, Villar, con la entidad local en erupción y enfrentado a su secretario general, Jorge Pérez, que no ha estado en Francia, ha dado vía libre en la selección a otra ejecutiva, María José Claramunt. Ella sí ha estado presente, pero solo de puertas adentro. En el entorno federativo no consta que alguno de ellos tuviera previsto el posible relevo para Del Bosque. Solo hay certeza de que al presidente le gusta Joaquín Caparrós, que se ha liberado de varias ofertas. Un técnico con mucho rodaje, pero cuyo gusto futbolístico no concuerda con el de esta última España. Una España cuyos brindis en la cumbre han originado que se acune un prototipo de jugador que precisa un tacto determinado. A la selección le ha costado más de 80 años dar con la tecla como para desafinar ahora.

Cabría repasar el testamento de esta honorífica selección, de Luis a Del Bosque, de Xavi a Iker y tantos otros. Solo ocho países han ganado un Mundial desde 1930. Apenas nueve se entronizaron en la Eurocopa desde su fundación en 1960 y ocho en la Copa América desde 1916. Y nada más que cuatro europeos y tres americanos han estado en los dos podios, el universal y el doméstico. Para los simples lectores de resultados hay que enfatizar que en ese club está España, la única, además, que ha encadenado Eurocopa, Mundial y Eurocopa.

No fueron pocos los derrotados: de Brasil a Alemania. El fútbol, como le ha ocurrido ahora a España, les pudo. Entre ganar y perder se extiende una línea casi invisible. Basta con repasar la lista de leyendas frustradas con sus selecciones: Messi y CR —de momento—, Di Stéfano, Puskas, Eusebio, Cruyff, Zico, Maldini... El fútbol, hasta para los astros puede ser un juego maldito. ¡Cómo no va iba a serlo para España! Toca asumir la realidad, tantas veces un desecho de la ilusión, y opositar de nuevo. Nada garantiza un regreso al paraíso. Pero antes de extraviarse por unas decepciones, recordemos que la vía más cercana a la gloria va de Viena a Kiev con parada en Johannesburgo.

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