El Chavo del Ocho: Lo que nunca te contaron del vecindario más famoso de la televisión mexicana
La serie, estrenada hace 45 años, cosechó un insospechado éxito de audiencia, se tradujo a más de 50 idiomas y cuenta, desde el 2006, con una versión de dibujos animados
LA VOZ
El Chavo del Ocho emitió su primer capítulo hace 45 años y no tiene episodios nuevos desde 1980. Fue calificada por la crítica de «vulgar», «boba» e «insulsa». Y, a pesar de todo ello, a día de hoy sigue siendo todo un éxito. La comedia mexicana, creada y protagonizada por Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, cautivó al mundo entero con anécdotas cotidianas, las de un humilde vecindario habitado por pintorescos y arquetípicos personajes que recrean situaciones y travesuras varias, en concreto, las de un grupo de niños interpretados curiosamente -quizá, la clave de su gloria- por actores adultos.
El Chavo del Ocho cuenta con un total de 290 episodios, ha sido traducida a más de 50 idiomas y desde el 2006 tiene incluso una versión animada. Sorprendentemente, las desventuras del chavo y sus inseparables Quico y Chilindrina, dirigidas al público adulto, consiguieron hipnotizar también a los más jóvenes y hacerse con un lugar destacado en la cultura latinoamericana. Porque bajo la capa superficial de humor y chascarrillos, de expresiones célebres y gestos inconfundibles, la serie no es más que un fiel reflejo de la realidad social mexicana con la que muchos espectadores pronto se sintieron identificados.
Hay, sin embargo, un Chavo del Ocho menos conocido, polémicas, curiosidades y secretos que alimentaron, más si cabe, la abrumadora popularidad de la comedia de Gómez Bolaños. Con motivo de su 45 cumpleaños, recordamos las leyendas y los datos más rocambolescos que han rodeado la longeva serie de televisión.
El episodio perdido. El capítulo 142 de El Chavo del Ocho nunca vio la luz. Se trata de una pieza en la que el niño protagonista moría atropellado como consecuencia de sus travesuras, un experimento, al parecer, del creador de la comedia que a los actores no les hizo ni pizca de gracia. Quisieron abandonar el rodaje. Para evitar la espantada, Gomez Bolaños abandonó la idea y suprimió el trágico final. Según los rumores, consideraba que estaba cayendo en la monotonía y quería hacer algo distinto que jamás se hubiese visto en televisión. Una de sus hijas, psicóloga, le advirtió de las consecuencias que esto podría ocasionar en los niños, lo que, unido a la reacción de los intérpretes, le hizo cambiar de opinión.
Teorías oscuras. Una popular hipótesis defiende que el vecindario de El Chavo del Ocho representa, en realidad, el infierno y sus habitantes, los pecados capitales: el chavo sería la gula, el señor Barriga la avaricia, Kiko la envidia, don Ramón la pereza y doña Florinda la ira. Además, no son pocos los que especulan con que el nombre de su protagonista, «el chavo», hace referencia al significado de «maldito» de este término.
La cruel historia del Chavo. ¿De dónde ha salido el niño protagonista de El Chavo del Ocho, siempre escondido bajo el barril? ¿Vivía ahí? No sabemos su nombre verdadero ni tampoco casi nada de su vida, pero no, no vivía en el tonel, solo se escondía en él. Su apartamento, reveló Gómez Bolaños en 1995 en el libro El Diario del Chavo, era el 8, adonde llegó tras escaparse de un orfanato en el que le pegaban. Nunca conoció a su padre y su madre lo abandonó. Un buen día no fue a buscarlo a la guardería y lo trasladaron al centro de acogida. Al huir, una anciana lo encontró en medio de la calle, donde vivía con otros niños que se drogaban, y se lo llevó a su casa. La mujer murió al día siguiente.
La pena de la Bruja del 71. Durante el entierro del actor que interpretaba a Don Ramón, Angelines Fernández, más conocida como la Bruja del 71, se pasó dos horas de pie junto al ataúd del actor completamente enajenada. Solo repetía una y otra vez: «Mi rorro, mi rorro». Los actores eran muy amigos. Ella, española, llegó a México huyendo del régimen franquista. Fue Ramón quién le recomendó a Roberto que la incluyera en el reparto de El Chavo del Ocho.
Pelé y la película. Asegura una leyenda urbana que el jugador de fútbol Pelé se puso en contacto con Gómez Bolaños para llevar las aventuras del El Chavo del Ocho a la gran pantalla, pero el creador de la serie se negó. Sí existieron historietas basadas en este peculiar vecindario. Salían a la calle cada semana, primero escritas por Chespirito y luego por su hermano Horacio Gómez.
Conflictos. Con la fama llegaron también los problemas. Todo comenzó en 1972 con la relación amorosa entre Gçomez Bolaños y la «ambiciosa» y «manipuladora» Florinda Meza (Doña Florinda, en El Chavo del Ocho). Continuó con los celos de Chespirito, que creía que Quico había eclipsado al personaje del chavo, a lo que se sumó que este actor había mantenido también en el pasado un romance con Meza. La Chilindrina abandonó la serie durante una temporada -estuvo fuera un año y luego regresó-; también Quico y Don Ramón lo dejaron, pero si algo echó leña al fuego fue el movimiento de Villagrán al intentar adjudicarse la autoría de su personaje, Quico, lo que desató una intensa batalla legal que se saldó a su favor. María Antonieta de las Nieves siguió su ejemplo y en cuanto pudo registró el personaje de la Chilindrina como creación suya.
LA VOZ
El Chavo del Ocho emitió su primer capítulo hace 45 años y no tiene episodios nuevos desde 1980. Fue calificada por la crítica de «vulgar», «boba» e «insulsa». Y, a pesar de todo ello, a día de hoy sigue siendo todo un éxito. La comedia mexicana, creada y protagonizada por Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, cautivó al mundo entero con anécdotas cotidianas, las de un humilde vecindario habitado por pintorescos y arquetípicos personajes que recrean situaciones y travesuras varias, en concreto, las de un grupo de niños interpretados curiosamente -quizá, la clave de su gloria- por actores adultos.
El Chavo del Ocho cuenta con un total de 290 episodios, ha sido traducida a más de 50 idiomas y desde el 2006 tiene incluso una versión animada. Sorprendentemente, las desventuras del chavo y sus inseparables Quico y Chilindrina, dirigidas al público adulto, consiguieron hipnotizar también a los más jóvenes y hacerse con un lugar destacado en la cultura latinoamericana. Porque bajo la capa superficial de humor y chascarrillos, de expresiones célebres y gestos inconfundibles, la serie no es más que un fiel reflejo de la realidad social mexicana con la que muchos espectadores pronto se sintieron identificados.
Hay, sin embargo, un Chavo del Ocho menos conocido, polémicas, curiosidades y secretos que alimentaron, más si cabe, la abrumadora popularidad de la comedia de Gómez Bolaños. Con motivo de su 45 cumpleaños, recordamos las leyendas y los datos más rocambolescos que han rodeado la longeva serie de televisión.
El episodio perdido. El capítulo 142 de El Chavo del Ocho nunca vio la luz. Se trata de una pieza en la que el niño protagonista moría atropellado como consecuencia de sus travesuras, un experimento, al parecer, del creador de la comedia que a los actores no les hizo ni pizca de gracia. Quisieron abandonar el rodaje. Para evitar la espantada, Gomez Bolaños abandonó la idea y suprimió el trágico final. Según los rumores, consideraba que estaba cayendo en la monotonía y quería hacer algo distinto que jamás se hubiese visto en televisión. Una de sus hijas, psicóloga, le advirtió de las consecuencias que esto podría ocasionar en los niños, lo que, unido a la reacción de los intérpretes, le hizo cambiar de opinión.
Teorías oscuras. Una popular hipótesis defiende que el vecindario de El Chavo del Ocho representa, en realidad, el infierno y sus habitantes, los pecados capitales: el chavo sería la gula, el señor Barriga la avaricia, Kiko la envidia, don Ramón la pereza y doña Florinda la ira. Además, no son pocos los que especulan con que el nombre de su protagonista, «el chavo», hace referencia al significado de «maldito» de este término.
La cruel historia del Chavo. ¿De dónde ha salido el niño protagonista de El Chavo del Ocho, siempre escondido bajo el barril? ¿Vivía ahí? No sabemos su nombre verdadero ni tampoco casi nada de su vida, pero no, no vivía en el tonel, solo se escondía en él. Su apartamento, reveló Gómez Bolaños en 1995 en el libro El Diario del Chavo, era el 8, adonde llegó tras escaparse de un orfanato en el que le pegaban. Nunca conoció a su padre y su madre lo abandonó. Un buen día no fue a buscarlo a la guardería y lo trasladaron al centro de acogida. Al huir, una anciana lo encontró en medio de la calle, donde vivía con otros niños que se drogaban, y se lo llevó a su casa. La mujer murió al día siguiente.
La pena de la Bruja del 71. Durante el entierro del actor que interpretaba a Don Ramón, Angelines Fernández, más conocida como la Bruja del 71, se pasó dos horas de pie junto al ataúd del actor completamente enajenada. Solo repetía una y otra vez: «Mi rorro, mi rorro». Los actores eran muy amigos. Ella, española, llegó a México huyendo del régimen franquista. Fue Ramón quién le recomendó a Roberto que la incluyera en el reparto de El Chavo del Ocho.
Pelé y la película. Asegura una leyenda urbana que el jugador de fútbol Pelé se puso en contacto con Gómez Bolaños para llevar las aventuras del El Chavo del Ocho a la gran pantalla, pero el creador de la serie se negó. Sí existieron historietas basadas en este peculiar vecindario. Salían a la calle cada semana, primero escritas por Chespirito y luego por su hermano Horacio Gómez.
Conflictos. Con la fama llegaron también los problemas. Todo comenzó en 1972 con la relación amorosa entre Gçomez Bolaños y la «ambiciosa» y «manipuladora» Florinda Meza (Doña Florinda, en El Chavo del Ocho). Continuó con los celos de Chespirito, que creía que Quico había eclipsado al personaje del chavo, a lo que se sumó que este actor había mantenido también en el pasado un romance con Meza. La Chilindrina abandonó la serie durante una temporada -estuvo fuera un año y luego regresó-; también Quico y Don Ramón lo dejaron, pero si algo echó leña al fuego fue el movimiento de Villagrán al intentar adjudicarse la autoría de su personaje, Quico, lo que desató una intensa batalla legal que se saldó a su favor. María Antonieta de las Nieves siguió su ejemplo y en cuanto pudo registró el personaje de la Chilindrina como creación suya.