Zidane es el rey de la Champions League, y Sergio Ramos es el príncipe
Madrid, Goal.com
Son once Champions League en su Historia, el que más. Tienen ADN de campeón, y en Milán volvieron a demostrar por qué. En una de las peores temporadas en mucho tiempo, en una final que se le escapaba de entre los dedos, el Real Madrid supo sobreponerse para conquistar la Undécima. Dos títulos de Europa en tres años, eclipsando por completo el doblete del Barcelona en España, y tantas Champions League como el cuadro blaugrana desde el año 2000 (4). Zidane estuvo presente en tres de ellas. No es casualidad, tiene estrella, alma de vencedor. Era lo que le faltaba a este Real Madrid en enero, y con el galo se alcanzaron las cotas más altas inimaginables. Zidane es el rey de la Champions League, y Sergio Ramos es el príncipe.
En Lisboa esperó hasta el minuto 93, pero esta vez el gol de Sergio Ramos llegó en el minuto 14 del partido. Otro tanto. Dos en dos finales, como Cristiano y Messi. Casi nada. Los fantasmas de la Décima planearon pronto sobre el Atlético entonces, también el aura ganadora del Real Madrid. Parece mentira que al verdugo de Barcelona y Bayern de Múnich le pudiera pesar tanto un solo gol, pero lo cierto es que ese tanto del camero le tiró por tierra a Simeone todos los planes que tenía para esta final. No le valía ya esperar. Tenía que crear. Y ahí, por momentos, se ahogó en sus propias carencias.
“Correr, correr, correr y correr”. Ése era el plan que tenía Zidane para el derbi en Milán, y sus chicos lo cumplieron a la perfección, con unos quince primeros minutos de máxima presión y alta tensión, que incapacitaron a los rojiblancos. Conforme fue consumiéndose la primera parte, esa presión se fue agotando, pero el Atlético nunca terminó de equilibrar la balanza antes del descanso. Impotentes unos, sobrados otros. Sin goles de por medio, la final estaba controlada para los blancos.
Aunque a punto estuvo de descarrilarse para los blancos, pues antes del primer minuto del segundo tiempo, Pepe derribaba a Fernando Torres dentro del área. Qué mejor inicio, qué malísima definición de Griezmann desde los once metros. Los 113 años de historia rojiblanca le pesaron tanto sobre los hombros que la portería se le hizo pequeña como una de hockey. Estrelló el balón en el larguero, a milímetros del gol, da igual, no entró. El particular ‘minuto 93’ volvió a planear sobre la cabeza del fenomenal atacante galo. El fútbol ya le debía dos a los de Simeone. No sería la última, sea como fuere.
Raro que no lo acusara lo más mínimo el Atlético, eso sí. Se lesionó Dani Carvajal, cuyas lágrimas dolieron a toda la selección española. Pero en realidad ni el penalti ni la lesión movieron un ápice el guión del partido. El mismo que en Lisboa dos años atrás, pero con los papeles cambiados: un Atlético volcado, frente a un Real Madrid dudando entre apostar por un gol más o reservar fuerzas para defender.
Tan calcado fue el guión, que la prórroga acabó por llegar, como en 2014. Merced esta vez a un gol de Carrasco, que salió de refresco en el descanso revolucionando el partido como entonces lo hicieran Marcelo e Isco. El belga remató a gol un centro lateral de Juanfran bordeando el minuto 80. Justo después de que Ronaldo y Bale no anotaran en una clarísima doble ocasión. El karma, quizás. El fútbol, que estaba empezando a devolver al Atlético lo que le debía, quizás.