San Agustín
Tremendo Orion para darle la clasificación a Boca a semifinales de la Libertadores: en la definición, tapó un penal cuando si lo metían quedaba eliminado y después el sexto, tres en total. Y ahora se viene Pumas o Independiente del Valle, a principio de julio.
Mariano Dayan @marianodayan
mdayan@ole.com.ar
¿Importa el partido? ¿A alguien le importa que Boca no haya jugado bien, que haya empatado merecidamente con el gol de Pavón, que el veloz delantero se haya hecho expulsar por sacarse la camiseta en el festejo, que se hayan lesionado Meli y Chávez, que el Cata Díaz se haya metido un gol en contra? ¡Qué importa! Acá el tema es que Orion se transformó en el gran héroe de Boca en el momento menos esperado. Porque la Bombonera temblaba de miedo, en serio, porque estaba todo para un avaro Nacional. Cara a cara Orion con Romero, que tenía la chance de liquidarlo y pasar a semis. Pero ahí apareció Agustín para tapar el tiro, y ahí llegó Fabra para patear el penal a lo Maradona, con sangre fría en el quinto penal. Y entonces había que seguir pateando: y el arquero se quedó paradito, leyendo el tiro, y la saca. Y después Federico Carrizo metió el sexto para el delirio, la explosión, porque Boca vuelve a semifinales después de cuatro años.
Qué emoción, qué alegría. Y pensar que Guillermo agarró el equipo en un triste 0-0 con Racing, debut en una Bombonera silenciosa. Fue moldeando un equipo con más identidad y, sobre todo, personalidad. Esta vez Boca no jugó bien, para nada, contra un rival muy limitado. Si Tevez la metía en el arranque, seguro que otra era la historia… Pero llegó el gol en contra del Cata y todos los nervios porque se quedaba afuera. El rival jugó a esperar, a defender con todo, jugando con la desesperación. Y eso le alcanzaba, pese a que el DT había metido un tridente de ataque (Pavón, Chávez-Carrizo) más Tevez suelto unos metros más atrás. Hasta que llegó el pelotazo de Jara y la gran definición de Pavón, ¡que se olvidó de que tenía amarilla al festejar! Y fue expulsado.
Ya mano a mano con 1-1, los dos equipos se fueron conformando con llegar a los penales. Y ahí, pateados en el arco que da al Riachuelo, comenzó el sufrimiento y la perspectiva de eliminación: porque cuando Orion sacó el primero, Insaurralde desperdició el suyo y faltaba el quinto penal de Nacional, el que podía meter el golpe de nocaut. Pero apareció San Agustín, le dio vida a Boca y después con otro penal se la dejó servidita a Carrizo. Y no podía fallar en ésa. Y fue fiesta, y fue explosión por el pase a semifinales, que se juegan recién en julio. El grito de Tevez, de Guillermo, de todos. Como en viejas épocas de Copa, todo volvió a la normalidad: Boca ganando por penales.
Mariano Dayan @marianodayan
mdayan@ole.com.ar
¿Importa el partido? ¿A alguien le importa que Boca no haya jugado bien, que haya empatado merecidamente con el gol de Pavón, que el veloz delantero se haya hecho expulsar por sacarse la camiseta en el festejo, que se hayan lesionado Meli y Chávez, que el Cata Díaz se haya metido un gol en contra? ¡Qué importa! Acá el tema es que Orion se transformó en el gran héroe de Boca en el momento menos esperado. Porque la Bombonera temblaba de miedo, en serio, porque estaba todo para un avaro Nacional. Cara a cara Orion con Romero, que tenía la chance de liquidarlo y pasar a semis. Pero ahí apareció Agustín para tapar el tiro, y ahí llegó Fabra para patear el penal a lo Maradona, con sangre fría en el quinto penal. Y entonces había que seguir pateando: y el arquero se quedó paradito, leyendo el tiro, y la saca. Y después Federico Carrizo metió el sexto para el delirio, la explosión, porque Boca vuelve a semifinales después de cuatro años.
Qué emoción, qué alegría. Y pensar que Guillermo agarró el equipo en un triste 0-0 con Racing, debut en una Bombonera silenciosa. Fue moldeando un equipo con más identidad y, sobre todo, personalidad. Esta vez Boca no jugó bien, para nada, contra un rival muy limitado. Si Tevez la metía en el arranque, seguro que otra era la historia… Pero llegó el gol en contra del Cata y todos los nervios porque se quedaba afuera. El rival jugó a esperar, a defender con todo, jugando con la desesperación. Y eso le alcanzaba, pese a que el DT había metido un tridente de ataque (Pavón, Chávez-Carrizo) más Tevez suelto unos metros más atrás. Hasta que llegó el pelotazo de Jara y la gran definición de Pavón, ¡que se olvidó de que tenía amarilla al festejar! Y fue expulsado.
Ya mano a mano con 1-1, los dos equipos se fueron conformando con llegar a los penales. Y ahí, pateados en el arco que da al Riachuelo, comenzó el sufrimiento y la perspectiva de eliminación: porque cuando Orion sacó el primero, Insaurralde desperdició el suyo y faltaba el quinto penal de Nacional, el que podía meter el golpe de nocaut. Pero apareció San Agustín, le dio vida a Boca y después con otro penal se la dejó servidita a Carrizo. Y no podía fallar en ésa. Y fue fiesta, y fue explosión por el pase a semifinales, que se juegan recién en julio. El grito de Tevez, de Guillermo, de todos. Como en viejas épocas de Copa, todo volvió a la normalidad: Boca ganando por penales.