Nacionalismo y economía, el cóctel de la cumbre del G7 en Japón

Abe llevará a los líderes a visitar un santuario de connotaciones nacionalistas antes de la cumbre

Macarena Vidal Liy
Ise (Japón), El País
La cumbre de países industrializados agrupados en el G7, que este año organiza Japón, empieza este jueves con una visita turística, aparentemente inofensiva. Antes de comenzar las reuniones en las que abordarán la economía mundial y la lucha contra el terrorismo, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, hará de guía al resto de líderes en un escenario idílico: el santuario de Ise Singu, en un parque natural en la costa oeste japonesa. Pero el santuario es mucho más que una atracción turística: es el principal centro del sintoísmo, la religión autóctona que un día fue oficial, y para muchos japoneses contiene una fuerte connotación nacionalista.


Aunque no tiene la carga polémica de Yasukuni, el santuario sintoísta en Tokio en el que se venera a varios criminales de guerra nipones, Ise Singu no está exento de simbolismo. Está dedicado a la diosa del sol Amaterasu Omikami. Y uno de los pilares del sintoísmo tradicional es que el emperador desciende directamente de la diosa. Un pilar que se empleó con abundancia durante la Segunda Guerra Mundial, para empujar al pueblo a sufrir, a luchar o -llegado el caso- a inmolarse por Hirohito.

Abe ha asegurado que eligió la península de Ise-shima como sede de la cumbre por su “belleza natural, su cultura y sus tradiciones”. Pero el primer ministro es miembro del Shinto Meiji Renmei, una asociación que busca que el sintoísmo recupere en la política la prominencia que un día tuvo. Es también un paladín del nacionalismo revisionista japonés que considera que el país fue más una víctima que un culpable de la guerra, y que quiere desempeñar un papel más activo en Asia. Abe es un asiduo visitante del santuario.

Después de la guerra, la Constitución japonesa impuesta por Estados Unidos eliminó el carácter oficial del sintoísmo y prohibió a su Gobierno favorecer una religión sobre otras. También incluyó una cláusula pacifista que le impide combatir en guerras.

Son cambios que al primer ministro le gustaría cancelar. El año pasado ya logró la aprobación de una reinterpretación de la Constitución que permitirá a las fuerzas de autodefensa niponas participar en combate para ayudar a un aliado bajo una serie determinada de supuestos, y ha dejado saber que ambiciona una reforma propiamente dicha de la Carta Magna. “No debemos alimentar la sensación de que nadie se atreve a poner un dedo sobre la Constitución”, ha declarado ante un comité parlamentario.

Una foto con los líderes mundiales, especialmente en el santuario, representaría un espaldarazo para el primer ministro, que considera la posibilidad de anunciar nuevas elecciones anticipadas este verano.

Tras la foto, los líderes de Japón, EE. UU., Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia comenzarán las sesiones de trabajo del G7. La economía, y cómo estimular el débil crecimiento será una de las grandes protagonistas, aunque no se esperan grandes acuerdos. Los participantes sostienen posiciones diferentes, y mientras Japón y Canadá aspiran a aumentar el gasto público, el Reino Unido y, sobre todo, Alemania, no quieren oír hablar de esa posibilidad. Berlín propone, por su parte, reformas estructurales.

La reunión de ministros de Finanzas del G7 se cerró la semana pasada con la conclusión de que cada país deberá decidir si utiliza medidas fiscales, y se espera que la cumbre de Ise-shima se manifieste en términos similares, con una fórmula de equilibrio entre estímulos fiscales, reformas estructurales y política monetaria.

Los líderes hablarán también de la lucha contra el terrorismo, el programa nuclear norcoreano, la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea, la crisis de los refugiados o el cambio climático. Tienen también previsto emitir una declaración sobre la necesidad de mantener “el imperio de la ley” en el mar del sur de China.

Pero la mayor atención está puesta en un acontecimiento ajeno al G7: la visita de Obama, tras la clausura de la cumbre, a Hiroshima. Obama será el primer presidente de EE. UU. en ejercicio que visite la ciudad contra la que su país lanzó su primera bomba atómica, el 6 de agosto de 1945.

En una breve rueda de prensa tras reunirse con Abe a su llegada a Japón, Obama afirmó que su visita "tendrá como objeto honrar a todas las víctimas de la II Guerra Mundial y reafirmar nuestra visión compartida de un mundo sin armas nucleares".

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