Milito disfrutó de una fiesta completa en su despedida de Racing
Buenos Aires, Clarín
Todos los flashes apuntaban al número 22. Al ídolo de Racing. Al hombre que volvió para cambiar la historia rica de un club que lo esperaba ansioso para gritar campeón de nuevo. Y lo hizo. Se convirtió en mito. Diego Milito. Y por eso este último partido del torneo fue como un homenaje por los puntos. Nada importaba más que el hombre de la camiseta 22.
Los hinchas se vistieron para la ocasión. Prepararon cotillón, llevaron banderas, realizaron un hermoso reconocimiento en el minuto 22. Para ese entonces, el hombre ya había dejado su huella.
Iban apenas 17 minutos, cuando el héroe de la tarde se paró a 12 pasos de Crivelli. Le pegó seco, fuerte, contra el palo izquierdo del arquero y salió a festejarlo con la multitud. Con su multitud.
Enseguida se repitió la escena, con otro penal, aunque esta vez el uno de Temperley le tapó el remate (bajo y al medio)y fue Oscar Romero el que la empujó para el 2-0.
El partido era lo de menos, pero todo salía de la mejor manera. Parecía que cada acción estaba preparada para que Milito disfrutara su día, que arrancó nada menos que con el nacimiento de su hija, como para enmarcar de la mejor manera una jornada inolvidable.
Los hinchas desplegaron una enorme bandera en la cabecera. Gracias Milito. Y regaron el Cilindro con el ya famoso “Milito hay uno solo”, que también se canta en la vereda de enfrente para admirar a su hermano Gabriel.
Diego, en tanto, tuvo un par de chances de gritar otro gol en el segundo tiempo, pero el arquero Leandro De Bortoli, que entró por el lesionado Crivelli, lo atoró bien en dos oportunidades, una entrando por la banda derecha y otra por la izquierda.
Ya estaba todo hecho. Diego Alberto Milito. El hombre que le puso su nombre a una nueva era de Racing, tuvo la despedida que merecía. A lo grande. Con un gol. Con homenajes de todo tipo. Con la sensación de haber dejado una huella que nunca se va a borrar.
La moción continuó después de que el árbitro marcara el pitazo final. Sus compañeros mostraron el fiel reflejo de lo que Milito representó en el grupo. Los hinchas extendieron el agradecimiento en una escenografía histórica, con los flashes de los celulares iluminando el Cilindro.
Dice que cumplió un sueño. Que se va como quiere. Que siempre imaginó este momento. Y así termina de escribir, de la mejor manera la última página de una historia plagada de éxitos, tanto en Europa y como acá en Argentina. Se va Milito. Y al dejar la cancha se estruja la camiseta y besa el escudo de Racing.