Merkel y Hollande alertan en Verdún contra los nacionalismos

Los dos mandatarios recuerdan el centenario de la terrible batalla de la Primera Guerra Mundial en un momento tenso del eje franco-alemán

Gabriela Cañas
Corresponsal de El País en París
París, El País
Verdún como símbolo de la reconciliación. Verdún como emblema de una Europa unida pero sumida en una crisis profunda. El presidente francés, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, han alertado este domingo en este memorial de la guerra y la paz contra los nacionalismos y han expresado la necesidad de reforzar Europa para no caer en el mismo error que hace un siglo. En una emocionante ceremonia con motivo del centenario de la sangrienta batalla que enfrentó a ambos países en 1916, Merkel y Hollande se han comprometido a mantener el fundamental eje franco-alemán, a seguir trabajando codo con codo para superar, unidos, los desafíos que afronta Europa en un momento, reconocen, de gran fragilidad.


La necrópolis de Douaumont, donde yacen solo una parte de los 300.000 soldados franceses y alemanes caídos en el campo de batalla en 1916, ha sido el escenario donde Hollande y Merkel han hecho un llamamiento a la unidad europea y han rechazado los nacionalismos. "Todos hemos sido víctimas de la obstinación, del nacionalismo, la ceguera y el fracaso político", ha dicho Merkel. Fue el nacionalismo, ha recordado Hollande, el que llevó al suicidio de Europa en la Primera Guerra Mundial.

Los actos conmemorativos de la batalla de Verdún han ocupado prácticamente todo el fin de semana. Todo había sido cuidadosamente diseñado para escenificar en este lugar del noreste de Francia la reconciliación franco-alemana y extraer sus lecciones. Al margen de las palabras, el de este domingo ha sido un encuentro histórico. En un siglo, esta ha sido la segunda vez que los mandatarios de ambos países se citaban en el antiguo campo de batalla.

El primer encuentro data de 1984, cuando el entonces presidente François Mitterrand y el excanciller Helmut Kohl, dos grandes impulsores de la UE, se cogieron de la mano, emocionados, en el lugar donde murieron 300.000 soldados. Esta vez, el jefe de Estado y la canciller han estado acompañados del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el de la Eurocámara, Martin Schulz. Se han visto en esta cita histórica en un momento crucial para el proyecto europeo.

A corto plazo, el primer desafío es el referéndum británico para abandonar la UE. A él se ha referido más directamente Hollande con duras palabras: "La fuerza de la división y el repliegue está aquí de nuevo. Cultiva el miedo e incluso el odio, utilizando las debilidades, los errores que sin duda hay y denuncia a Europa como la causa del mal", ha dicho el presidente francés para defender el proyecto europeo. "Solo unidos podemos gestionar los desafíos del siglo XXI", ha abundado Merkel.
Francois Mitterrand y Helmut Kohl durante la ceremonia de reconciliación franco-alemana en el cementerio de Douaumon, cerca de Verdun, en septiembre de 1984. ampliar foto
Francois Mitterrand y Helmut Kohl durante la ceremonia de reconciliación franco-alemana en el cementerio de Douaumon, cerca de Verdun, en septiembre de 1984. AP

También el eje franco-alemán, el motor fundamental de la Unión Europea atraviesa momentos difíciles. Ambos lo han reconocido. El distanciamiento entre París y Berlín se inició el pasado año con la crisis de Grecia. La política monetaria está generando nuevos desencuentros. El Gobierno de Merkel ha acusado al presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, de favorecer a la ultraderecha alemana con sus bajos tipos de interés y de expropiar los ahorros de los alemanes y París ha respondido con contundencia. “Las críticas alemanas a Draghi son excesivas y peligrosas”, ha declarado a este periódico el gobernador del Banco de Francia François Villeroy de Galhau. “Son declaraciones de consumo interno”, opina Joaquín Almunia, exvicepresidente de la Comisión y ahora miembro del comité de orientación de Notre Europe, del Instituto Jacques Delors. “Francia y Alemania han demostrado ser capaces de hacer acuerdos a pesar de las discrepancias”.

Verdún fue el escenario en 1916 de una cruenta batalla en la que murieron 162.000 soldados franceses y 143.000 alemanes. Otros 406.000 resultaron heridos. De ahí que en total se hable de más de 600.000 muertos. Dada su duración (de febrero a diciembre), el 75% de los combatientes franceses de la guerra vivieron el infierno de Verdún donde se descargaron en diez meses 60 millones de obuses (más de 100.000 diarios) que han dejado horadada para siempre la estrecha franja de la batalla de apenas cinco kilómetros por quince. Nueve pueblos desaparecieron por completo.

La batalla comenzó el 21 de febrero de 1916. Alemania decidió emprender una dura ofensiva para tomar los altos de la ciudad, zona estratégica de comunicaciones de difícil defensa y París decidió resistir al grito de “No pasarán” y ganó la batalla. Para los alemanes, en Verdún solo ganó la muerte. Para los franceses el sentimiento terminó siendo el mismo, según testimonian los historiadores Antoine Prost y Gerd Krumeich, especialistas en esta negra página de la historia.

Hoy, entre cementerios y osarios (con tumbas individuales y colectivas) Verdún acoge los restos de solo una parte de esos 300.000 soldados caídos en la batalla. La mayoría de ellos, sin identificar.

El padre del cineasta alemán Volker Schlöndorff, ganador de la Palma de Oro en Cannes en 1979 con El tambor de hojalata, participó como enfermero en la batalla de Verdún. “Jamás le oí hablar de ella de manera heroica; todo lo contrario. Lo hacía con horror”, ha dicho Schlöndorff, director de Diplomacia, una historia basada en esa batalla. El cineasta ha sido en esta ocasión el encargado de la puesta en escena de los actos del centenario que han terminado este domingo con la 9ª sinfonía de Beethoven, el himno de Europa.

En efecto, también en Verdún han hecho gala ambos mandatarios de su capacidad para superar las diferencias. La crisis de los refugiados ha quebrado un tanto la solidez del eje durante el último año. Hoy, el presidente de Francia, un país que se ha resistido a aceptar su cuota de refugiados, ha alabado la política alemana al respecto: "Tenemos la responsabilidad de acoger a las poblaciones que huyen del drama y las masacres. Es lo que han hecho algunos países como Alemania con coraje en estos últimos meses".

Ambos países iniciaron la simbólica reconciliación en Verdún ya en 1932 con la construcción del osario de Douaumont que alberga los restos de 130.000 soldados desconocidos de ambos bandos. Pero solo ocho años después volvieron a enfrentarse en Verdún en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Ha sido la UE la que ha logrado este largo periodo de paz. Pero tampoco las circunstancias nacionales ayudan para revitalizar ahora el proyecto. “Dudo que ninguno de los dos pueda proponer nada antes de las próximas elecciones en ambos países el año que viene”, afirma Christian Lequesne, politólogo de Science Po y miembro del grupo franco-alemán del Instituto Montaigne.

La fuerza de la división y el repliegue están aquí de nuevo. Cultiva el miedo e incluso el odio, utilizando las debilidades, los errores que sin duda hay y denuncia a Europa como la causa del mal

François Hollande

Hollande ha anunciado recientemente que sea cual sea el resultado del referéndum británico del 23 de junio Francia y Alemania presentarán un nuevo proyecto para Europa. “Tienen que hacerlo. El eje París-Berlín tiene que marcar la línea”, afirma Almunia. En ello parecen estar Merkel y Hollande. Ambos han reconocido tener una responsabilidad particular sobre el futuro de Europa, presumen de tener tropas conjuntas en Mali y en el Mediterráneo contra el terrorismo y han asegurado en Verdún que seguirán defendiendo el proyecto europeo.

Ambos países proyectan construir un núcleo duro para relanzar Europa. “Debe incluir al Benelux, España, Italia y Finlandia, pero me temo que no habrá ninguno de la nueva Europa central”, se lamenta Lequesne.

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