Liga de Europa / Anfield devora al Villarreal
El Liverpool y su afición muerden, obran la remontada y dejan a un desconocido Submarino a las puertas de una final europea por cuarta vez en su historia.
Alfredo Matilla
Liverpool, As
Anfield no es una leyenda urbana. Ruge, intimida, hace volar al Liverpool y encoge al adversario hasta reducirlo a su mínima expresión. Por mucho que el Villarreal no quisiera reconocerlo, el ambiente del mítico estadio inglés era el gran rival a batir en estas semifinales. Y le superó. Con once, con diez, al principio y hasta el final. No pudo ni supo abstraerse de la presión, se frustró con un árbitro casero y se queda por cuarta vez en sus 93 años de historia a las puertas de una final europea que ya merece. El Liverpool se ganó el premio de estar en Basilea. Mientras buscó el gol como obsesión vio cómo su adversario sólo pensaba en conservar el de la ida.
El partido, en su primer tiempo, fue más o menos lo esperado. El Liverpool apretó con un arranque repleto de rabia y el Villarreal achicó como pudo y amenazó cuando le dejaron. Desde que saltó al campo intentó hacerse fuerte, ganando incluso el sorteo de campos y obligando a su rival a atacar primero donde no suele. Para decir “aquí estoy yo”. Pero no hubo forma. Era sólo fachada. Coutinho y Firmino acorralaron al Submarino en su área. Por más que las primeras ocasiones fueran de Mario y de Jonathan. El gol de la tranquilidad estuvo cerca, pero también el desequilibrio total. En una acción de banda a banda bien llevada por el medio campo inglés, Areola no acertó a desviar un centro envenenado y en su regreso al meollo desde el otro costado Bruno ayudó a Sturridge a marcar. Y pudo ser peor. Con el golpe aún sin encajar, el Liverpool casi aprovecha el temblor de piernas generalizado.
El Liverpool regresó de vestuarios más enchufado aún y el Villarreal más irreconocible de lo que había demostrado. Las fuerzas y el valor se consumieron en la Liga. Qué gran año. Coutinho y Lallana avisaron de que la prórroga les parecía un refugio innecesario. Por eso en una contra Areola tuvo que intervenir de nuevo. Hasta que en el 63’ el Villarreal pecó de blando en el balcón del área al despejar y Firmino aprovechó para filtrar un pase mortal. Sturridge no perdonó.
Klopp pudo mandar a su equipo a replegar, pero es atrevido. Por eso gusta. Marcelino metió entonces a Adrián por Soldado buscando la pausa y su racha triunfal de cara a portería. No encontró nada. Ni suerte. Al instante, Víctor Ruiz dejó a su equipo con diez por una entrada más absurda que sus desafortunadas protestas en la primera amarilla. Lallana, con el Villarreal pidiendo clemencia, puso el colofón a una noche para olvidar.
Alfredo Matilla
Liverpool, As
Anfield no es una leyenda urbana. Ruge, intimida, hace volar al Liverpool y encoge al adversario hasta reducirlo a su mínima expresión. Por mucho que el Villarreal no quisiera reconocerlo, el ambiente del mítico estadio inglés era el gran rival a batir en estas semifinales. Y le superó. Con once, con diez, al principio y hasta el final. No pudo ni supo abstraerse de la presión, se frustró con un árbitro casero y se queda por cuarta vez en sus 93 años de historia a las puertas de una final europea que ya merece. El Liverpool se ganó el premio de estar en Basilea. Mientras buscó el gol como obsesión vio cómo su adversario sólo pensaba en conservar el de la ida.
El partido, en su primer tiempo, fue más o menos lo esperado. El Liverpool apretó con un arranque repleto de rabia y el Villarreal achicó como pudo y amenazó cuando le dejaron. Desde que saltó al campo intentó hacerse fuerte, ganando incluso el sorteo de campos y obligando a su rival a atacar primero donde no suele. Para decir “aquí estoy yo”. Pero no hubo forma. Era sólo fachada. Coutinho y Firmino acorralaron al Submarino en su área. Por más que las primeras ocasiones fueran de Mario y de Jonathan. El gol de la tranquilidad estuvo cerca, pero también el desequilibrio total. En una acción de banda a banda bien llevada por el medio campo inglés, Areola no acertó a desviar un centro envenenado y en su regreso al meollo desde el otro costado Bruno ayudó a Sturridge a marcar. Y pudo ser peor. Con el golpe aún sin encajar, el Liverpool casi aprovecha el temblor de piernas generalizado.
El Liverpool regresó de vestuarios más enchufado aún y el Villarreal más irreconocible de lo que había demostrado. Las fuerzas y el valor se consumieron en la Liga. Qué gran año. Coutinho y Lallana avisaron de que la prórroga les parecía un refugio innecesario. Por eso en una contra Areola tuvo que intervenir de nuevo. Hasta que en el 63’ el Villarreal pecó de blando en el balcón del área al despejar y Firmino aprovechó para filtrar un pase mortal. Sturridge no perdonó.
Klopp pudo mandar a su equipo a replegar, pero es atrevido. Por eso gusta. Marcelino metió entonces a Adrián por Soldado buscando la pausa y su racha triunfal de cara a portería. No encontró nada. Ni suerte. Al instante, Víctor Ruiz dejó a su equipo con diez por una entrada más absurda que sus desafortunadas protestas en la primera amarilla. Lallana, con el Villarreal pidiendo clemencia, puso el colofón a una noche para olvidar.