La Policía blinda Caracas para impedir la marcha de la oposición
El presidente no ha prohibido la manifestación, pero advierte de que no permitirá a sus adversarios llegar al centro
Javier Lafuente
Caracas, El País
La Policía y la Guardia Nacional Boliviariana tratan de impedir a toda costa que la oposición avance en la manifestación convocada para este miércoles. Miembros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) dieron por concluida la marcha después de entregar a un rector del CNE sus exigencias, pero muchas personas hacían caso omiso al llamamiento y trataron se seguir avanzando. La respuesta de los agentes ha sido firme toda la mañana. En primer lugar, han bloqueado cualquier acceso hacia la plaza de Venezuela, donde los opositores pretendían iniciar la concentración para, de ahí, avanzar hacia la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE). Ante la masiva llegada de manifestantes, los agentes han iniciado algunas cargas y han lanzado gases lacrimógenos para tratar de dispersarlos.
"¡Revocatorio!!, "¡El pueblo arrecho defiende sus derechos!", eran algunas de las consignas que gritaban en la Avenida Libertador, donde se ha formado el mayor tapón entre los manifestantes y una cantidad ingente de policías y guardias. Mientras, en la plaza Venezuela, centenares de simpatizantes chavistas sí habían conseguido perpetrase en el lugar, blindada por agentes en todos sus accesos. Por la rotonda de la plaza circulaban cada cierto tiempo decenas de motorizados chavistas en bloque, como una señal de amedrantamiento.
Henrique Capriles, excandidato presidencial y principal líder opositor en Venezuela, suele repetir desde hace meses que el país es una bomba a punto de explotar. Todo el mundo está pendiente de cuándo será el momento del estallido. Mientras llega, la tensión, pero sobre todo la incertidumbre por el devenir del país, aumenta con el paso de los días. Este miércoles es otra prueba de ello. "Voy a darlo todo, hasta la última gota de mi sangre para que mis hijas y mis nietos tenga un país mejor. Salgan a la calle, tenemos que luchar sin miedo", aseguraba Margot Nieto, una de las participantes.
Además de contra Maduro y su Gobierno, las críticas de los manifestantes se han volcado a la actitud de la Policía y la Guardia Nacional Bolivariana. "Guardia, escucha, únete a la lucha", gritaban los manifestantes". Ya en la víspera, Capriles había lanzado un claro mensaje: “Le digo a la Fuerza Armada: aquí está llegando la hora de la verdad, de decidir si usted está con la Constitución o con Maduro”.
El ambiente que se respira en la capital venezolana es similar al de los días previos a las elecciones parlamentarias del pasado diciembre. Maduro, al decretar el estado excepción, ha llevado al límite a sus adversarios, que controlan casi en vano la Asamblea Nacional desde enero. El temor a un estallido violento a raíz de las protestas sigue vigente. Pero hay factores también que, como hace seis meses, parecen impedirlo. O retrasarlo. La presencia de expresidentes internacionales, entre ellos el español José Luis Rodríguez Zapatero, invitados por el Gobierno, sería un batacazo para Maduro. El papel de los militares, el mayor hermetismo del país, también será determinante.
La oposición tratará de volver a marchar este miércoles hacia la sede del CNE. “Si quieren marchar, que lo hagan de Chacaíto a Altamira”, aseguró en la víspera el presidente, quien, como ocurriera antes de la cita electoral dijo ser víctima de una conspiración internacional para derrocarle. De esta manera, el mandatario volvió a cubrir con un manto de tensión el día de hoy. Pese a que bajo un estado de excepción –decretado el pasado viernes aunque rechazado este martes por la Asamblea Nacional- el Gobierno tiene la capacidad de suspender las manifestaciones, Maduro vino a decir que impedirán el acercamiento a la sede del organismo.
Caracas ha vueto a convertirse en una ciudad prácticamente paralizada. Las entidades públicas permanecen cerradas después de la decisión del presidente de que solo se trabaje lunes y martes para ahorrar el máximo de energía posible. Algunas carreteras y estaciones de metro han permanecido cortadas, como ya ocurrió el miércoles pasado.
La postura de Maduro de no permitir el avance de la marcha ya la había adelantado el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, uno de los miembros con más peso del PSUV. Queda por ver, entonces, la respuesta de los opositores, que se han mantenido firmes en su intención de alcanzar la sede del CNE. En una de las protestas con el mismo fin de la semana pasada, Capriles fue agredido con gases lacrimógenos por la policía. En ninguna de las anteriores convocatorias la oposición ha conseguido alcanzar su meta: protestar en la puerta del organismo que regula el fin por el que protestan y que, como la mayoría de entidades, está en manos del chavismo.
La oposición reclama al CNE que acelere la auditoria de las firmas necesarias para convocar un referéndum revocatorio. El organismo exigía el 1% del padrón electoral (casi 200.000 electores) para emprender el revocatorio, pero la oposición ha superado las expectativas al recoger 1,8 millones de adhesiones que son verificadas por el organismo comicial. Esta es solo una de las etapas para iniciar un proceso, pues aún es necesario recoger un 20% de las rubricas de los votantes y convocar a elecciones que deponga a Maduro.
Javier Lafuente
Caracas, El País
La Policía y la Guardia Nacional Boliviariana tratan de impedir a toda costa que la oposición avance en la manifestación convocada para este miércoles. Miembros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) dieron por concluida la marcha después de entregar a un rector del CNE sus exigencias, pero muchas personas hacían caso omiso al llamamiento y trataron se seguir avanzando. La respuesta de los agentes ha sido firme toda la mañana. En primer lugar, han bloqueado cualquier acceso hacia la plaza de Venezuela, donde los opositores pretendían iniciar la concentración para, de ahí, avanzar hacia la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE). Ante la masiva llegada de manifestantes, los agentes han iniciado algunas cargas y han lanzado gases lacrimógenos para tratar de dispersarlos.
"¡Revocatorio!!, "¡El pueblo arrecho defiende sus derechos!", eran algunas de las consignas que gritaban en la Avenida Libertador, donde se ha formado el mayor tapón entre los manifestantes y una cantidad ingente de policías y guardias. Mientras, en la plaza Venezuela, centenares de simpatizantes chavistas sí habían conseguido perpetrase en el lugar, blindada por agentes en todos sus accesos. Por la rotonda de la plaza circulaban cada cierto tiempo decenas de motorizados chavistas en bloque, como una señal de amedrantamiento.
Henrique Capriles, excandidato presidencial y principal líder opositor en Venezuela, suele repetir desde hace meses que el país es una bomba a punto de explotar. Todo el mundo está pendiente de cuándo será el momento del estallido. Mientras llega, la tensión, pero sobre todo la incertidumbre por el devenir del país, aumenta con el paso de los días. Este miércoles es otra prueba de ello. "Voy a darlo todo, hasta la última gota de mi sangre para que mis hijas y mis nietos tenga un país mejor. Salgan a la calle, tenemos que luchar sin miedo", aseguraba Margot Nieto, una de las participantes.
Además de contra Maduro y su Gobierno, las críticas de los manifestantes se han volcado a la actitud de la Policía y la Guardia Nacional Bolivariana. "Guardia, escucha, únete a la lucha", gritaban los manifestantes". Ya en la víspera, Capriles había lanzado un claro mensaje: “Le digo a la Fuerza Armada: aquí está llegando la hora de la verdad, de decidir si usted está con la Constitución o con Maduro”.
El ambiente que se respira en la capital venezolana es similar al de los días previos a las elecciones parlamentarias del pasado diciembre. Maduro, al decretar el estado excepción, ha llevado al límite a sus adversarios, que controlan casi en vano la Asamblea Nacional desde enero. El temor a un estallido violento a raíz de las protestas sigue vigente. Pero hay factores también que, como hace seis meses, parecen impedirlo. O retrasarlo. La presencia de expresidentes internacionales, entre ellos el español José Luis Rodríguez Zapatero, invitados por el Gobierno, sería un batacazo para Maduro. El papel de los militares, el mayor hermetismo del país, también será determinante.
La oposición tratará de volver a marchar este miércoles hacia la sede del CNE. “Si quieren marchar, que lo hagan de Chacaíto a Altamira”, aseguró en la víspera el presidente, quien, como ocurriera antes de la cita electoral dijo ser víctima de una conspiración internacional para derrocarle. De esta manera, el mandatario volvió a cubrir con un manto de tensión el día de hoy. Pese a que bajo un estado de excepción –decretado el pasado viernes aunque rechazado este martes por la Asamblea Nacional- el Gobierno tiene la capacidad de suspender las manifestaciones, Maduro vino a decir que impedirán el acercamiento a la sede del organismo.
Caracas ha vueto a convertirse en una ciudad prácticamente paralizada. Las entidades públicas permanecen cerradas después de la decisión del presidente de que solo se trabaje lunes y martes para ahorrar el máximo de energía posible. Algunas carreteras y estaciones de metro han permanecido cortadas, como ya ocurrió el miércoles pasado.
La postura de Maduro de no permitir el avance de la marcha ya la había adelantado el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, uno de los miembros con más peso del PSUV. Queda por ver, entonces, la respuesta de los opositores, que se han mantenido firmes en su intención de alcanzar la sede del CNE. En una de las protestas con el mismo fin de la semana pasada, Capriles fue agredido con gases lacrimógenos por la policía. En ninguna de las anteriores convocatorias la oposición ha conseguido alcanzar su meta: protestar en la puerta del organismo que regula el fin por el que protestan y que, como la mayoría de entidades, está en manos del chavismo.
La oposición reclama al CNE que acelere la auditoria de las firmas necesarias para convocar un referéndum revocatorio. El organismo exigía el 1% del padrón electoral (casi 200.000 electores) para emprender el revocatorio, pero la oposición ha superado las expectativas al recoger 1,8 millones de adhesiones que son verificadas por el organismo comicial. Esta es solo una de las etapas para iniciar un proceso, pues aún es necesario recoger un 20% de las rubricas de los votantes y convocar a elecciones que deponga a Maduro.