El preso que prefiere quedarse en Guantánamo que ir a Europa

Un yemení que lleva 14 de sus 35 años de vida en el penal se niega a ser liberado si no es para instalarse en un país árabe

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Joan Faus
Washington, El País
El yemení Mohammed Ali Abdullah Bwazir cumplió el pasado jueves 14 años de detención en la base militar estadounidense en Guantánamo (Cuba). Bwazir, de 35 años, podría estar libre en Europa, pero en enero decidió seguir entre rejas. “Ciertamente quiere salir de allí, pero quiere ir a un país árabe”, explica su abogado, John Chandler.


No es un caso único. En 2010, cinco presos uigures que iban a quedar en libertad rechazaron el traslado a Palaos o Maldivas. Tuvieron que esperar dos y tres años, según el caso, a salir del penal: fueron a El Salvador y Eslovaquia.

El caso de Bwazir es excepcional porque decidió quedarse en Guantánamo justo antes de subir al avión que lo hubiese llevado a un país europeo, que su abogado declina identificar. Antes se había declarado dos veces en huelga de hambre en protesta por su detención indefinida.

Fue capturado en Afganistán en 2001 bajo el argumento de haber recibido entrenamiento de Al Qaeda y luchar contra las fuerzas estadounidenses, pero no ha sido acusado formalmente de ningún cargo. Su letrado alega que en Afganistán trabajaba en un centro de caridad y fue vendido a EE UU por un señor de la guerra.

“Creo que fue un error y se lo dije. La mayoría de hombres en Guantánamo harían lo que fuera por salir y se hubieran ido felices a ese país europeo”, dice Chandler. El abogado, que lo representa gratis, teme que no logre salir antes de que finalice en enero el mandato de Barack Obama. El presidente estadounidense no ha logrado, como prometió para 2010, cerrar la cárcel para sospechosos de terrorismo abierta en 2002 por su antecesor, George W. Bush, con el objetivo de sortear los tribunales civiles y las salvaguardas internacionales.

Bwazir, sugiere su abogado, está deprimido. Guantánamo es su mundo y teme lo desconocido. “Siempre he estado preocupado de que un hombre que ha pasado la mayor parte de su vida adulta en una institución que le es familiar sea a veces reticente a aventurarse en un mundo nuevo y extraño, especialmente cuando no habla el idioma”, dice Chandler, que también defiende a otros dos reclusos yemeníes. Desde 2007, la autoridad que gestiona el penal recomienda la salida de Bwazir si se dan ciertas condiciones de seguridad y reintegración social.

Problemas psicológicos

No hay datos recientes sobre los problemas psicológicos que sufren los presos de Guantánamo. Un informe del equipo médico reveló en 2009 que una parte significativa de los reos sufría desórdenes de personalidad y ansiedades, pero no abordó las causas. Otro informe, de la ONG Médicos para los Derechos Humanos en 2011, señaló que de nueve casos de reclusos analizados todos sufrían depresión severa o estrés postraumático y que esos síntomas eran coherentes con sus denuncias de haber sido torturados.

“No es sorprendente que esto pueda ocurrir”, dice Stephen Soldz, director de la Escuela de Psicoanálisis de Boston y autor de un informe de Médicos para los Derechos Humanos sobre las torturas de la CIA a sospechosos de terrorismo. Soldz explica que algunos presos liberados de Guantánamo han sufrido “falta de apoyo” en los países a los que han sido asignados e incluso cuando han sido trasladados a sus países de origen han afrontado recelo público y dificultades para encontrar trabajo.

Guantánamo ha acogido a 779 presos, arrestados bajo las leyes de la guerra. De los 80 reclusos actuales (la mayoría yemeníes), solo 10 han sido acusados. El resto no ha pasado por un tribunal. Veintiséis están autorizados a salir del penal. El Departamento de Estado busca países que los reciban (Yemen está excluido por seguridad) porque el Congreso ha vetado que vayan a EE UU.

El último traslado se hizo en abril: 10 presos liberados fueron a Arabia Saudí, un destino del agrado de Bwazir, que mantiene su exigencia de ir a un país árabe. Así se lo ha comunicado su defensor legal al Gobierno.

El objetivo de Obama es haber transferido a esos 26 reos -incluido Bwazir- antes de finales de agosto, según explica un funcionario del Departamento de Estado, quien asegura que es el Gobierno quien tiene la última palabra sobre los destinos de los liberados, aunque tiene en cuenta sus preferencias.

Según Chandler, las condiciones del traslado de enero implicaban que Bwazir tenía que permanecer dos años en el país europeo, donde podría visitarlo su familia. Tendría un apartamento y recibiría una ayuda para vivir y estudiar. A los dos años, podría ir donde quisiera. “Supongo que decidió que quedándose en Guantánamo llegaría antes a un país árabe”, dice.

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