El otro terremoto que aterra a Silicon Valley
EEUU, BBC
En Sillicon Valley se esperan dos "grandes": uno puede surgir de la sacudida de las placas tectónicas en la falla de San Andrés, el otro del de las tendencias tecnológicas.
La gente en este lugar trata a ambos desastres potenciales de la misma forma. Intentan no pensar en ello y esperan no encontrarse en un mal lugar cuando ocurran.
Hay poco que podamos hacer sobre un terremoto, así que concentrémonos en la burbuja tecnológica.
En Sillicon Valley se esperan dos "grandes": uno puede surgir de la sacudida de las placas tectónicas en la falla de San Andrés, el otro del de las tendencias tecnológicas.
La gente en este lugar trata a ambos desastres potenciales de la misma forma. Intentan no pensar en ello y esperan no encontrarse en un mal lugar cuando ocurran.
Hay poco que podamos hacer sobre un terremoto, así que concentrémonos en la burbuja tecnológica.
Si esta estalla otra vez aquí, las lecciones que se aprendieron la primera vez podrían asegurar que no haya un estallido sino que la burbuja se desinfle suavemente.
Esta semana ha habido algunos signos de esto, con otra serie de resultados desalentadores de Twitter, que se repiten con cada informe trimestral.
En San Francisco, Twitter es el "canario en la mina", porque la historia aquí no se trata de una sola compañía, sino del impacto que tienen sus problemas en el ecosistema tecnológico más amplio.
Normalmente yo evito el uso de una palabra como "ecosistema" —a menos que me esté refiriendo al reino animal— pero aquí es apropiada.
Lo que hemos visto esta semana está viajando a través de toda la cadena alimenticia.
Dos opciones
Cuando intrépidos empresarios se juntaron en esta parte del mundo, no llegaron aquí para convertirse en la próxima Apple, eso es demasiado disparatado.
Pero sí vinieron con la creencia de que podrían ser el próximo Twitter, una compañía que es el modelo de cómo una idea simple y buena puede ser sumamente exitosa.
Los inversores están aquí por la misma razón. Creen que al arrojar unos cuantos millones de dólares, pueden ser los primeros en el "próximo Twitter" y gozar de un pago enorme cuando llegue el momento "de hacer una salida", como dicen ellos mismos.
Para los start-ups, una salida a menudo significa que ocurrirá una de dos cosas. O te compran -un Google o alguien semejante- o te cotizas en la bolsa, justo como lo hizo Twitter en 2013.
Cuando eso ocurrió, la compañía alcanzó un valor de US$31.000 millones. Los inversores originales saltaban de alegría, su apuesta había rendido frutos.
Pero a menos que las firmas tecnológicas ofrezcan a los inversores una salida, hay menos incentivos y, sin incentivos, no hay dinero.
Así que cuando se derrumba el valor de las acciones de Twitter, el efecto es que los contratos futuros en tecnología pueden valorarse más bajos.
La próxima firma que se cotice en la bolsa (y ahora mismo no estamos esperando ninguna, lo cual es en sí mismo una señal), verá su valor limitado debido a preocupaciones de todas las partes sobre las acciones tecnológicas.
Esto significa que los inversores originales, que han sido cruciales para fomentar al "próximo Twitter", invertirán menos en nuevas ideas.
¿Acaso los culpas? Sin esos resultados positivos, todo es especulación. No hay acumulación.
Los problemas de Twitter también están teniendo un impacto en otros aspectos más peculiares.
El mercado de arrendamiento de San Francisco es notoriamente horrible. Pero recientemente se ha vuelto más barato.
Es extremadamente difícil saber por qué, pero una teoría prominente —que se discutió en el diario San Francisco Chronicle el domingo— es que otras firmas tecnológicas se están asustando por los problemas de Twitter. Y hay informes de que están vendiendo sus espacios de oficinas.
Las firmas, por lo tanto, están retrocediendo en sus planes de expansión y contratando menos. Con la llegada de cada vez menos empresarios —para quienes el dinero no es problema—, la demanda de alojamiento ha disminuido y los precios se han congelado un poco. Por ahora.
¿Ven lo que quiero decir sobre un ecosistema?
Grandes esperanzas
Cuando miramos a la cima de la cadena alimenticia aquí, vemos a la mayor compañía, Apple, sufriendo su primer desplome en 13 años, con señales de que lo peor está por venir.
Google también está herido. Creó a su compañía madre, Alphabet, como forma de mantener a los inversores contentos en momentos en que estaban preocupados de que Google estaba gastando mucho en ideas locas.
Alphabet es fuerte, pero sus últimas ganancias fueron sorprendentemente decepcionantes, por debajo de las expectativas de Wall Street.
Pero realmente había grandes esperanzas. Siempre las hay.
En este sentido Facebook ha sido desde hace un tiempo el empleado del mes en Silicon Valley.
Esta es una compañía que en toda su historia no ha sufrido ningún golpe significativo.
Y muchos siguen escalando.
Las adquisiciones que provocaron burlas en la gente ahora parecen verdaderas gangas: como la de US$1.000 millones para Instagram o casi US$20.000 millones para Wahtsapp.
Esta última tiene la base de ususarios más activa de todas las app de mensajería, e Instagram ha sido comercializada hábilmente de forma que muchas marcas están muy emocionadas, pero sin dañar la felicidad general del usuario.
Y si le preguntas a cualquier menor de 30 años cuántos seguidores tienen en redes sociales, asumirán de inmediato que te refieres a Instagram, no a Twitter.
Grandes apuestas
¿La respuesta de Wall Street a todo esto? Quiere más y más. Más ingresos. Más ganancias. Más usuarios, pero con menos gastos.
Increíblemente, Facebook logró una vez más mantener a los inversores contentos el miércoles.
Con su informe de ingresos logró un alivio en Silicon Valley y aplastó todas las expectativas.
Las ganancias aumentaron 195% comparado con el año pasado, ayudado por el enorme incremento de gente que mira video y, por lo tanto, anuncios.
Los ingresos generales en el último trimestre fueron de US$5.400 millones, de los cuales US$5.200 millones provinieron de anuncios.
Lo que es menos claro es qué impacto están teniendo sus nuevas ideas, como el caso de realidad virtual Oculus Rift.
Este salió a la venta a fines del último trimestre, pero Facebook no indicó cuánto dinero había adquirido, y optó por agruparlo con todos sus ingresos de no anuncios, que sumaron US$181 millones.
Quizás lo sabremos pronto. Si el casco es un fracaso, la compañía puede al menos apoyarse en otras nuevas áreas como el video en vivo, o sus planes para llevar acceso a internet a zonas en desarrollo del mundo, o la inteligencia artificial.
No sabemos si Apple está preparando algo tras bambalinas —un auto, dicen algunos— pero desde el exterior al menos comienza a verse como si Facebook estuviera acelerando hacia el futuro mientras que Apple sigue tratando de descubrir qué necesita hacer para arreglar las cosas en el presente.
Manejar la derrota
Cruzando el puente de San Francisco está Oakland, una ciudad que promete y que es hogar de los Golden State Warriors, el equipo de baloncesto que recientemente rompió el récord de la NBA por obtener más victorias en una sola temporada: 73 (sólo perdieron nueve veces).
Durante algún tiempo parecía que nadie los podía derrotar, ganaron 24 juegos antes de perder por primera vez en esta temporada en diciembre.
Cuando se le preguntó al entrenador Steve Kerr cómo había manejado la derrota el equipo, dijo que sabían que eventualmente llegaría una derrota así que la atención del equipo no se centró en la derrota sino en cómo enfocarían el primer juego después de esta. (Derrotaron a Phoenix 123 a 103).
Si los Warriors ganan esta temporada de la NBA, lo que probablemente ocurrirá, la gente por supuesto esperará que las cosas sean mejores el próximo año. ¿74 victorias? ¿75?
Es un trayecto que conducirá a una eventual decepción.
Igual que los Warriors, Facebook parece en este momento invencible, pero Mark Zuckerberg sabrá que cuando estás en la cima, el único camino es hacia abajo.
La cuesta de Apple comenzó esta semana, y Facebook le seguirá eventualmente.
Pero tal como subraya el entrenador Kerr, la clave para las firmas tecnológicas es no preocuparse por las inevitables malas noticias sino estar adecuadamente preparados para recuperarse.