El lado B de las citas online: Después del sexo, crece la sensación de abandono
Lo cuentan usuarios de Tinder y Happn, las aplicaciones más usadas. Dicen que tras el primer encuentro, muchos desaparecen. Para los expertos, eso deriva en fuertes crisis de ansiedad.
Buenos Aires, Clarin
Cuando se empezó a hablar de las aplicaciones de citas el primer gran tema era el tabú: ¿cómo animarse a mostrarse soltera y con intenciones de conocer a alguien cuando ser soltera todavía parece ser algo que ocultar? De a poco, ese prejuicio se fue superando, tanto que en Tinder –la aplicación de citas más popular en el mundo– ya hay mitad varones y mitad mujeres. El tema ahora es lo que pasa después de concretar la cita: las usuarias entrevistadas por Clarín cuentan que, una vez que logran que alguien les interese entre los miles de perfiles (y que ese otro también esté interesado) pasan muchas horas generando una supuesta intimidad por whatsapp. Pero que en muchos casos, después del primer encuentro, desaparecen sin reparos. Por supuesto que eso puede pasar en cualquier cita sin aplicaciones de por medio, pero como con estas apps se puede tener varias citas por semana, el efecto demoledor del desencanto se multiplica. Eso genera crisis de ansiedad (está conectado y no me habla más ¿se supone que le tengo que escribir o todo lo contrario?), confusión (¿no estaba todo bien?) y hasta, coinciden los expertos, pensamientos catastróficos (“me voy a quedar sola toda la vida”).
Mariana G., chef profesional, 35 años, lo cuenta así: “Al principio me daba vergüenza, después empecé a ver que mucha gente como yo conocía a personas interesantes y hasta se ponían de novios, así que traté de superar el prejuicio y me abrí un perfil. Hay mucha oferta, es como un catálogo, pero la verdad, no me resulta fácil que alguien me guste. El problema es lo que me viene pasando después, cada vez que logro que alguien me interese: tenemos una conversación súper piola durante varios días, de día y de noche, le termino contando cosas profundas, generamos mucha intimidad, nos vemos y todo muy bien. Pero después, parece que tengo que insistir para que se repita”. Y sigue: “Una vez que arreglamos para volver a salir, desaparece. Está ahí, lo ves conectado, pero desaparece. Y ahí sí, quedarte esperando a ver si la cita se hace o no, es horrible: genera mucha ansiedad, confusión, bronca. Te das cuenta de que toda esa intimidad fue una ilusión óptica”, cuenta. “A veces además te hacen desaparecer: te desmatchean en Tinder, te bloquean en whatsapp, te dejan de seguir en otras redes. Supongo que influye el hecho de que nunca estás hablando con uno sino con tres, cuatro, cinco a la vez. De afuera se ve como que los que estamos en estas aplicaciones no paramos de salir, de tener sexo, pero no es tan así. No sabés cómo tenés que tener la autoestima para bancar esos desencantos, uno tras otro”.
Diego Levis es Doctor en comunicación, profesor de la UBA y autor del libro Amores en red. “La sensación que tengo es que funciona como la compra de un producto: te satisface por un momento y después necesitás otro, por eso estás hablando con varios al mismo tiempo. Además, lo que veo es que estas redes facilitan comportamientos perversos: te saco de mi existencia y no me importa si te molesta o no, porque no te conozco y porque tengo más oferta. Todo ese consumismo rápido genera ansiedad y finalmente la angustia de saber que estamos básicamente solos”.
Tinder para todo - Double
Un psicólogo llamado Barry Schwartz habla sobre “la paradoja de la elección”. Lo que dice es que tener tanta oferta para elegir (lo que sea) tiene dos efectos negativos: uno, paradójicamente, es que produce parálisis más que liberación. El otro es que, cuando logramos tomar una decisión, acabamos menos satisfechos con el resultado de esa elección (uno eligió A pero imagina que haber elegido B hubiese sido mejor).
Mirá también: Se conocieron por Instagram y se casaron en la primera cita
Hay varias aplicaciones de citas. La más famosa es Tinder, que fue descargada 50 millones de veces en el mundo y existe en 30 idiomas. Está Happn, más nueva (y a la que se fueron mudando muchos usuarios de Tinder), que fue descargada 10 millones de veces y tiene 870.000 usuarios en el país. Está Badoo (100 millones de decsrgadas), Kickoff (500.000). No importa cuál usen, sino eso que suele pasar después: “Tenemos cada vez menos tolerancia a la espera, al estar con el celular en la mano la ansiedad es mayor. Y lo cierto es que la ansiedad puede provocar no sólo síntomas físicos, como palpitaciones o dolor de estómago, sino también confusión, porque uno llega a distorsionar detalles de lo que sucedió en ese encuentro”, dice la psicóloga Laura Jurkowski. “Es común que frente a estas situaciones aparezcan pensamientos catastróficos del tipo ‘tengo mil opciones y no funciona ninguna, voy a estar toda la vida sola’. Y muchas veces, la angustia porque no vuelva a pasar hace que el circuito se repita en la próxima cita”. Ya no se trata, entonces, de estar o no en una app de citas. Se trata, ahora, de sobrevivir a ellas. w
Buenos Aires, Clarin
Cuando se empezó a hablar de las aplicaciones de citas el primer gran tema era el tabú: ¿cómo animarse a mostrarse soltera y con intenciones de conocer a alguien cuando ser soltera todavía parece ser algo que ocultar? De a poco, ese prejuicio se fue superando, tanto que en Tinder –la aplicación de citas más popular en el mundo– ya hay mitad varones y mitad mujeres. El tema ahora es lo que pasa después de concretar la cita: las usuarias entrevistadas por Clarín cuentan que, una vez que logran que alguien les interese entre los miles de perfiles (y que ese otro también esté interesado) pasan muchas horas generando una supuesta intimidad por whatsapp. Pero que en muchos casos, después del primer encuentro, desaparecen sin reparos. Por supuesto que eso puede pasar en cualquier cita sin aplicaciones de por medio, pero como con estas apps se puede tener varias citas por semana, el efecto demoledor del desencanto se multiplica. Eso genera crisis de ansiedad (está conectado y no me habla más ¿se supone que le tengo que escribir o todo lo contrario?), confusión (¿no estaba todo bien?) y hasta, coinciden los expertos, pensamientos catastróficos (“me voy a quedar sola toda la vida”).
Mariana G., chef profesional, 35 años, lo cuenta así: “Al principio me daba vergüenza, después empecé a ver que mucha gente como yo conocía a personas interesantes y hasta se ponían de novios, así que traté de superar el prejuicio y me abrí un perfil. Hay mucha oferta, es como un catálogo, pero la verdad, no me resulta fácil que alguien me guste. El problema es lo que me viene pasando después, cada vez que logro que alguien me interese: tenemos una conversación súper piola durante varios días, de día y de noche, le termino contando cosas profundas, generamos mucha intimidad, nos vemos y todo muy bien. Pero después, parece que tengo que insistir para que se repita”. Y sigue: “Una vez que arreglamos para volver a salir, desaparece. Está ahí, lo ves conectado, pero desaparece. Y ahí sí, quedarte esperando a ver si la cita se hace o no, es horrible: genera mucha ansiedad, confusión, bronca. Te das cuenta de que toda esa intimidad fue una ilusión óptica”, cuenta. “A veces además te hacen desaparecer: te desmatchean en Tinder, te bloquean en whatsapp, te dejan de seguir en otras redes. Supongo que influye el hecho de que nunca estás hablando con uno sino con tres, cuatro, cinco a la vez. De afuera se ve como que los que estamos en estas aplicaciones no paramos de salir, de tener sexo, pero no es tan así. No sabés cómo tenés que tener la autoestima para bancar esos desencantos, uno tras otro”.
Diego Levis es Doctor en comunicación, profesor de la UBA y autor del libro Amores en red. “La sensación que tengo es que funciona como la compra de un producto: te satisface por un momento y después necesitás otro, por eso estás hablando con varios al mismo tiempo. Además, lo que veo es que estas redes facilitan comportamientos perversos: te saco de mi existencia y no me importa si te molesta o no, porque no te conozco y porque tengo más oferta. Todo ese consumismo rápido genera ansiedad y finalmente la angustia de saber que estamos básicamente solos”.
Tinder para todo - Double
Un psicólogo llamado Barry Schwartz habla sobre “la paradoja de la elección”. Lo que dice es que tener tanta oferta para elegir (lo que sea) tiene dos efectos negativos: uno, paradójicamente, es que produce parálisis más que liberación. El otro es que, cuando logramos tomar una decisión, acabamos menos satisfechos con el resultado de esa elección (uno eligió A pero imagina que haber elegido B hubiese sido mejor).
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Hay varias aplicaciones de citas. La más famosa es Tinder, que fue descargada 50 millones de veces en el mundo y existe en 30 idiomas. Está Happn, más nueva (y a la que se fueron mudando muchos usuarios de Tinder), que fue descargada 10 millones de veces y tiene 870.000 usuarios en el país. Está Badoo (100 millones de decsrgadas), Kickoff (500.000). No importa cuál usen, sino eso que suele pasar después: “Tenemos cada vez menos tolerancia a la espera, al estar con el celular en la mano la ansiedad es mayor. Y lo cierto es que la ansiedad puede provocar no sólo síntomas físicos, como palpitaciones o dolor de estómago, sino también confusión, porque uno llega a distorsionar detalles de lo que sucedió en ese encuentro”, dice la psicóloga Laura Jurkowski. “Es común que frente a estas situaciones aparezcan pensamientos catastróficos del tipo ‘tengo mil opciones y no funciona ninguna, voy a estar toda la vida sola’. Y muchas veces, la angustia porque no vuelva a pasar hace que el circuito se repita en la próxima cita”. Ya no se trata, entonces, de estar o no en una app de citas. Se trata, ahora, de sobrevivir a ellas. w