El FMI presiona a la zona euro para aceptar ya un alivio de deuda en Grecia

Lagarde pide que los recortes y la reestructuración se discutan "simultáneamente"

Lucía Abellán
Bruselas, El País
El Fondo Monetario Internacional (FMI) insiste en sus condiciones para participar en el tercer rescate a Grecia. La directora gerente, Christine Lagarde, ha enviado este jueves una carta a todos los ministros de Finanzas de la eurozona para que negocien las condiciones de alivio de la deuda griega al mismo tiempo que la nueva lista de recortes, no a continuación. “Es hora de que clarifique nuestra posición y explique las razones por las que creemos que las medidas específicas [para reducir los desequilibrios griegos], la reestructuración de la deuda y la financiación [de las necesidades del país] deben ser discutidas ahora simultáneamente”, recoge en su primer párrafo el texto, adelantado por el diario Financial Times y confirmado a EL PAÍS por fuentes del Eurogrupo, la reunión de ministros del ramo.


Lagarde prepara así el terreno para la reunión extraordinaria –y presumiblemente tumultuosa- sobre Grecia que mantendrán los titulares europeos de Finanzas el próximo lunes en Bruselas. La insistencia parece, en principio, innecesaria. Los ministros del euro ya habían acordado mantener este enfoque conjunto de las tres patas de la negociación y tratarán de llegar lo más lejos posible el lunes, insisten fuentes europeas. Pero lo cierto es que lo hacen con poca convicción. Los socios de la zona euro, con Alemania a la cabeza, son reacios a conceder esa suavización –no será una quita- por motivos morales, pero también económicos. Cualquier reestructuración de deuda, que alcanza ya el 180% del PIB, debe ser financiada por los países europeos que han prestado dinero a Atenas –no así por el FMI- y ninguno defiende abiertamente esa vía antes de obtener nuevas garantías del Gobierno heleno.

La jefa del FMI rechaza también las “afirmaciones infundadas de que el FMI está siendo inflexible, que pide nuevas medidas fiscales innecesarias y que, como resultado, provoca un retraso en las negociaciones y en el desembolso de fondos que se necesitan urgentemente”. Esas acusaciones aluden a que el equipo de Lagarde ha logrado que Bruselas exija a Atenas medidas preventivas adicionales (es decir, proyectos de nuevos recortes) por si los objetivos fiscales pactados con el Ejecutivo griego no se cumplen, como cree que ocurrirá el organismo con sede en Washington.
Más reformas de pensiones

El Fondo exhibe los que considera puntos flacos de las dos partes en liza. Por un lado, ve irrealizables las metas que quiere Europa: superávit primario (antes del pago de intereses de deuda) del 3,5% del PIB en Grecia en 2018 y pago íntegro del pasivo. Incluso considera “contraproducente”, según la carta, esa cifra de superávit. Por otro, recela enormemente de los compromisos griegos y cree que “solo serán creíbles basados en las muy retrasadas reformas del sector público, principalmente del sistema de pensiones y la fiscalidad”. Es decir, nuevas rebajas de las rentas de los jubilados.

Como señal de confianza, el Gobierno griego ha adelantado a este domingo la decisiva votación parlamentaria sobre las nuevas reformas de pensiones y de fiscalidad, en principio prevista para el próximo miércoles. Está por ver que el primer ministro, Alexis Tsipras, logre sacar adelante ambos proyectos. De momento, los principales sindicatos del país han ampliado la huelga que ya estaba programada para el domingo.

El mensaje de Lagarde revela a las claras la brecha que separa su análisis del europeo. A los ministros de los países acreedores les dice que las metas presupuestarias que exigen a Grecia son “irrealistas”. A Atenas le afea su recetario para reconducir sus cuentas públicas, basado, en su opinión, en subir “impuestos que ya son altos”, en recortar “gasto excesivamente discrecional” y en confiar demasiado en medidas coyunturales, que solo impactan una vez en las cuentas públicas.

El Fondo ha participado en los dos programas anteriores de rescate a Grecia, pero quedó inicialmente fuera del tercero, pactado agónicamente el verano pasado, y ligó su implicación posterior a la primera evaluación de ese programa de tres años, un examen que debería haber concluido ya. El Gobierno heleno desea mantener fuera al FMI, pero el resto de europeos lo quieren como garantía. Lagarde lo sabe y concluye su carta a los ministros diciendo: “Para que nosotros apoyemos a Grecia con un nuevo acuerdo, es esencial que la financiación y el alivio de deuda por parte de los socios europeos de Grecia se basen en objetivos fiscales realistas”.

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