El canciller de Temer logra en Buenos Aires el apoyo de Mauricio Macri
Malcorra, tras recibir a Serra: "En Brasil se ha seguido la Constitución a rajatabla"
Federico Rivas Molina
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Solo dos semanas después de asumir como canciller de Brasil, José Serra inauguró su agenda internacional con una visita fugaz a la Argentina, su principal socio en el Mercosur. Serrá pidió al presidente Mauricio Macri que ratifique su apoyo a Michel Temer, en el poder tras la suspensión por seis meses de la presidente Dilma Rousseff, sometida a un proceso de juicio político en el Congreso. Después de la primera reunión y almuerzo de trabajo con Serra, que pasó todo el día en Buenos Aires reunido con los principales dirigentes del país, incluido el presidente, la canciller argentina, Susana Malcorra, ha dicho que su Gobierno siguió paso a paso el proceso de impeachment contra Rousseff y no encontró "que en las formalidades haya ninguna razón para decir que el proceso no ha sido legal. El proceso constitucional se ha seguido a rajatabla", insistió.
"No es que Argentina debe legitimar lo que ha decidido el Senado” de Brasil, aclaró la funcionaria. Pero “hay un esquema muy establecido por la presidencia de Temer, que ha fijado un gabinete y como tal ha establecido un nuevo canciller que nosotros debemos contactar y trabajar con él. Y eso hicimos. Es una señal clara de continuidad institucional y debemos trabajar con nuestro principal socio. Lo que pase en Brasil afecta a la Argentina y no tenemos alternativa más que trajar con ellos", dijo la canciller en rueda de prensa.
Fue Argentina el primer país en apoyar a Temer hace poco más de dos semanas, cuando su Gobierno interino pugnaba por obtener legitimidad internacional. "El Gobierno argentino manifiesta que respeta el proceso institucional que se está desarrollando" en Brasil, aseguró entonces el gobierno de Macri, mientras Rousseff hablaba de "golpe" y otros presidentes como Evo Morales o Nicolás Maduro respaldaban esa acusación.
Consultada sobre la posición crítica de los países de la región al juicio político contra Rousseff y la posibilidad de que Argentina se quede sola en su apoyo total a Temer, Malcorra dijo que "hay países de América que hacen una lectura distinta y que inclusive han estudiado la aplicación de la cláusula democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA). Nosotros no lo vemos así y no lo hemos visto así a lo largo del proceso. Lo que ha pasado no es algo que ha pasado de un día para el otro. Si en algún momento encontráramos que no se respeta la institucionalidad como corresponde estaríamos en condiciones de rever nuestra posición”.
El apoyo ya ha tenido resultados concretos. Malcorra y Serra firmaron un memorándum que titularon de Entendimiento para el establecimiento del Mecanismo bilateral de Coordinación Política. "El mecanismo tendrá como objetivos principales el intercambio de la agenda bilateral, regional y global con miras a coordinar posiciones, así como el seguimiento de los proyectos estratégicos de integración bilateral", explicó la cancillería en un comunicado. En la práctica, el acuerdo supone un fuerte apoyo de Buenos Aires a Brasilia.
La cuestión de fondo es cómo mostrar al mundo que el gobierno de Temer puede resolver los problemas políticos de Brasil en un momento en el que, en la práctica, hay dos presidentes, dado que Rousseff está sólo suspendida y ocupa aún la residencia oficial, aunque con la mitad de su salario. En este contexto, Macri se ha convertido en el gran aliado de Temer, un político de ideas conservadoras quecomparte con Buenos Aires su apuesta al regreso a la ortodoxia económica y a una política exterior basada en el acercamiento a EEUU.
Esta visita de Serra viene a reforzar esa idea aunque finalmente no se convocó una rueda de prensa conjunta con la canciller argentina, Susana Malcorra, lo que da muestra de lo delicado de la situación. De hecho Macri aún no ha llamado a Temer, por lo que está haciendo equilibrios en el que le da su apoyo pero con algunas cautelas. Macri quiere que se resuelva cuanto antes la crisis brasileña porque es el país al que van el 40% de las exportaciones argentinas y su recesión arrastra al vecino. Algunos dirigentes creen que la crisis brasileña hará que algunas inversiones internacionales que podrían ir allí se desplacen a Argentina pero la mayoría coincide en que las malas noticias en Brasilia no son buenas para el vecino del sur.
Serra es una de las piezas más relevantes del equipo de ministros elegido por Temer. Senador, alcalde de Sao Paulo y luego gobernador estadual y dos veces candidato a presidente por el PSDB –el partido del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002)- Serra, de 74 años, tiene sobre sus hombros la compleja misión de dar legitimidad al proceso de destitución de Rousseff. En la región sólo Macri ha ratificado su alianza con Brasil, en medio del silencio de países como Chile y Perú y las críticas abiertas Venezuela, Bolivia y Ecuador, aliados del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).
Serra visitó ahora a Macri en la Casa Rosada. Antes de su partida desde Sao Paulo, el canciller dijo que Argentina “tiene la prioridad” en la agenda de política exterior de Brasil y que viajó con la idea de “fortalecer al Mercosur”. La prensa brasileña recordaba ayer las críticas que en el pasado Serra lanzó contra el bloque que su país integra junto con Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela, más Bolivia como asociado. Sin embargo, el giro político hacia la derecha en Argentina, y ahora en Brasil, podría recuperar el perfil más económico del Mercosur, lejos de los intentos pasados de avanzar hacia una unión de carácter político. El diario O Globo explicaba en un extenso artículo que Serra impulsa la idea de “desideologizar” las relaciones exteriores brasileñas, una referencia al carácter asumido por el bloque durante la convergencia de gobiernos progresistas en la región. "El gobierno argentino cambió, el gobierno brasileño también, por lo que debemos comenzar una nueva etapa", dijo Serra.
Esa nueva etapa podría además recuperar la autonomía del poder político que históricamente ha marcado al Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, y que durante el siglo XX ha sido orgullo de la política exterior brasileña. La oposición ha acusado a Luiz Inácio Lula da Silva primero y a Rousseff después de socavar ese prescindencia para promover acercamientos a gobiernos afines como Argentina, Venezuela y Bolivia. El giro marcará la nueva agenda exterior de Brasil y el viaje de Serra a Buenos Aires ha ido en ese sentido. Malcorra, ha dicho que la visita de Serra ha servido para “trabajar y enriquecer la relación" bilateral.
Federico Rivas Molina
Carlos E. Cué
Buenos Aires, El País
Solo dos semanas después de asumir como canciller de Brasil, José Serra inauguró su agenda internacional con una visita fugaz a la Argentina, su principal socio en el Mercosur. Serrá pidió al presidente Mauricio Macri que ratifique su apoyo a Michel Temer, en el poder tras la suspensión por seis meses de la presidente Dilma Rousseff, sometida a un proceso de juicio político en el Congreso. Después de la primera reunión y almuerzo de trabajo con Serra, que pasó todo el día en Buenos Aires reunido con los principales dirigentes del país, incluido el presidente, la canciller argentina, Susana Malcorra, ha dicho que su Gobierno siguió paso a paso el proceso de impeachment contra Rousseff y no encontró "que en las formalidades haya ninguna razón para decir que el proceso no ha sido legal. El proceso constitucional se ha seguido a rajatabla", insistió.
"No es que Argentina debe legitimar lo que ha decidido el Senado” de Brasil, aclaró la funcionaria. Pero “hay un esquema muy establecido por la presidencia de Temer, que ha fijado un gabinete y como tal ha establecido un nuevo canciller que nosotros debemos contactar y trabajar con él. Y eso hicimos. Es una señal clara de continuidad institucional y debemos trabajar con nuestro principal socio. Lo que pase en Brasil afecta a la Argentina y no tenemos alternativa más que trajar con ellos", dijo la canciller en rueda de prensa.
Fue Argentina el primer país en apoyar a Temer hace poco más de dos semanas, cuando su Gobierno interino pugnaba por obtener legitimidad internacional. "El Gobierno argentino manifiesta que respeta el proceso institucional que se está desarrollando" en Brasil, aseguró entonces el gobierno de Macri, mientras Rousseff hablaba de "golpe" y otros presidentes como Evo Morales o Nicolás Maduro respaldaban esa acusación.
Consultada sobre la posición crítica de los países de la región al juicio político contra Rousseff y la posibilidad de que Argentina se quede sola en su apoyo total a Temer, Malcorra dijo que "hay países de América que hacen una lectura distinta y que inclusive han estudiado la aplicación de la cláusula democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA). Nosotros no lo vemos así y no lo hemos visto así a lo largo del proceso. Lo que ha pasado no es algo que ha pasado de un día para el otro. Si en algún momento encontráramos que no se respeta la institucionalidad como corresponde estaríamos en condiciones de rever nuestra posición”.
El apoyo ya ha tenido resultados concretos. Malcorra y Serra firmaron un memorándum que titularon de Entendimiento para el establecimiento del Mecanismo bilateral de Coordinación Política. "El mecanismo tendrá como objetivos principales el intercambio de la agenda bilateral, regional y global con miras a coordinar posiciones, así como el seguimiento de los proyectos estratégicos de integración bilateral", explicó la cancillería en un comunicado. En la práctica, el acuerdo supone un fuerte apoyo de Buenos Aires a Brasilia.
La cuestión de fondo es cómo mostrar al mundo que el gobierno de Temer puede resolver los problemas políticos de Brasil en un momento en el que, en la práctica, hay dos presidentes, dado que Rousseff está sólo suspendida y ocupa aún la residencia oficial, aunque con la mitad de su salario. En este contexto, Macri se ha convertido en el gran aliado de Temer, un político de ideas conservadoras quecomparte con Buenos Aires su apuesta al regreso a la ortodoxia económica y a una política exterior basada en el acercamiento a EEUU.
Esta visita de Serra viene a reforzar esa idea aunque finalmente no se convocó una rueda de prensa conjunta con la canciller argentina, Susana Malcorra, lo que da muestra de lo delicado de la situación. De hecho Macri aún no ha llamado a Temer, por lo que está haciendo equilibrios en el que le da su apoyo pero con algunas cautelas. Macri quiere que se resuelva cuanto antes la crisis brasileña porque es el país al que van el 40% de las exportaciones argentinas y su recesión arrastra al vecino. Algunos dirigentes creen que la crisis brasileña hará que algunas inversiones internacionales que podrían ir allí se desplacen a Argentina pero la mayoría coincide en que las malas noticias en Brasilia no son buenas para el vecino del sur.
Serra es una de las piezas más relevantes del equipo de ministros elegido por Temer. Senador, alcalde de Sao Paulo y luego gobernador estadual y dos veces candidato a presidente por el PSDB –el partido del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002)- Serra, de 74 años, tiene sobre sus hombros la compleja misión de dar legitimidad al proceso de destitución de Rousseff. En la región sólo Macri ha ratificado su alianza con Brasil, en medio del silencio de países como Chile y Perú y las críticas abiertas Venezuela, Bolivia y Ecuador, aliados del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).
Serra visitó ahora a Macri en la Casa Rosada. Antes de su partida desde Sao Paulo, el canciller dijo que Argentina “tiene la prioridad” en la agenda de política exterior de Brasil y que viajó con la idea de “fortalecer al Mercosur”. La prensa brasileña recordaba ayer las críticas que en el pasado Serra lanzó contra el bloque que su país integra junto con Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela, más Bolivia como asociado. Sin embargo, el giro político hacia la derecha en Argentina, y ahora en Brasil, podría recuperar el perfil más económico del Mercosur, lejos de los intentos pasados de avanzar hacia una unión de carácter político. El diario O Globo explicaba en un extenso artículo que Serra impulsa la idea de “desideologizar” las relaciones exteriores brasileñas, una referencia al carácter asumido por el bloque durante la convergencia de gobiernos progresistas en la región. "El gobierno argentino cambió, el gobierno brasileño también, por lo que debemos comenzar una nueva etapa", dijo Serra.
Esa nueva etapa podría además recuperar la autonomía del poder político que históricamente ha marcado al Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, y que durante el siglo XX ha sido orgullo de la política exterior brasileña. La oposición ha acusado a Luiz Inácio Lula da Silva primero y a Rousseff después de socavar ese prescindencia para promover acercamientos a gobiernos afines como Argentina, Venezuela y Bolivia. El giro marcará la nueva agenda exterior de Brasil y el viaje de Serra a Buenos Aires ha ido en ese sentido. Malcorra, ha dicho que la visita de Serra ha servido para “trabajar y enriquecer la relación" bilateral.