Sí, ¿se puede?

La derrota en Ecuador dejó mal a River, que sigue sin encontrar el rumbo y encima hasta Gallardo empezó a fallar. Con otros nombres, necesita volver a ser el de antes para seguir en la Copa.

Ariel Cristofalo @acristofalo
acristofalo@ole.com.ar
Sí, se puede? Sí se puede, sí se puede. El jueves a la tardecita de Quito, ése fue uno de los pocos cantitos de un público que infería una mixtura de aficionados a muchísimos equipos que no eran Independiente del Valle. Del maridaje surgieron apenas los “¡Ecuador, Ecuador!” y el sí se puede. Efectivamente el combinado ecuatoriano pudo vencer al campeón, pudo darle dos sopapos, dejarlo tambaleando, con un pie afuera de su torneo favorito. ¿Y River? ¿River es capaz de dar vuelta la serie ahora? ¿Se puede? Gallardo dijo que está seguro de que eso ocurrirá, que River puede ganar por tres goles de diferencia. Se dicen muchas cosas. Primero que no había que perder más puntos en el torneo. Luego que quedaba la Copa. Luego que en la Copa iba a aparecer el equipo. Luego que, en realidad, el equipo iba a aparecer en los partidos difíciles. Luego, que debía aparecer en la Bombonera. Y luego, que eso finalmente, no desesperen, iba a llegar en los cruces mano a mano, cuando empieza “la verdadera Copa”, donde este equipo saca un plus, apela a un fuego sagrado y una mística que todavía no está extinguida. River parece ese tipo que tiene que despertarse relativamente temprano y la noche anterior se acuesta muy tarde, ése que deja un terreno minado de alarmas y que a medida que van sonando los timbres del celular los va desactivando uno a uno para seguir soñando. Por ahora, y por lo que se ve en la cancha, River es un equipo que sólo se aferra a lo discursivo. Acaso le quede una sola alarma y sonará este miércoles: o se despierta o se jodió.


Recurrir a una hipotética chapa copera no puede dar resultados en sí mismo: para despertarse, River tiene que asumir lo que tiene, debe mirarse a sí mismo, aceptar que del campeón quedan vestigios, que el campeón ya no los va a ayudar, que se fue y que se seguirá yendo después de junio. Aceptar que la generación de juego está bloqueada, que casi no hay situaciones de gol, que no liga, que en otro momento el penal que pateó Sornoza sobre la hora se iba por encima del travesaño, que hasta los árbitros juegan en contra, que la defensa ya no ofrece garantías, que hasta jugadores como Maidana y Mercado pueden fallar en un partido clave como el que se jugó el jueves, que ya tiene la misma cantidad de goles en contra que en toda la Copa anterior, que ya no están Funes Mori, Kranevitter, Sánchez, Rojas y Teo, que Barovero juega sabiendo que les seguirá los pasos, que Vangioni no juega y también se irá. Que hasta el técnico falla dejando afuera del equipo a los dos delanteros más peligrosos que tiene en una decisión que pareció más passarelliana que gallardiana, a los únicos delanteros probados para este tipo de compromisos. Que después de ganar la Copa Libertadores, River perdió cuatro de los siete partidos que jugó en duelos mano a mano y que antes había caído sólo en uno sobre veinte. Hay que aceptar que los buenos viejos tiempos son, justamente, viejos: que no se va a ganar sólo evocando al pasado, que hay que mirarse al espejo y darse cuenta de que no queda otra que pelarse el lomo más todavía porque no sobra nada y la mano viene torcida.

Sí, ¿se puede? Sí, se puede. Claro que se puede. Porque la gente, como bien dijo el Muñeco, se va a hacer sentir muy fuerte en el Monumental, porque Independiente del Valle es un equipo muy joven, que no está acostumbrado a semejante marco, que además ya dio pistas en la mismísima altura de que tiene una defensa a la que hay que atacar con confianza. Pero para eso debe estar claro que con la historia no se va a conseguir nada. No se puede mirar hacia atrás. No se puede mirar al campeón, ni aferrarse a viejos números como el que dice que la última vez que River había perdido 2 a 0 en Ecuador en un partido de ida (Emelec, 2001), goleó 5 a 0 en el Monumental y pasó. Es un momento límite y este River debe escribir su propia historia: nadie la va a escribir por ellos. Sí, se puede.

"Hacerles sentir la localía"

Estamos en condiciones de revertirlo”. La derrota en Quito golpeó al mundo River, pero Barovero, no bien bajó del avión que los trajo de regreso, dejó en claro que sobra fe para darlo vuelta. “No era el resultado que fuimos a buscar, pero esto fue solo la primera mitad. Ahora tendremos que hacerles sentir la localía”, puso énfasis el capitán sobre la influencia que puede tener un Monumental repleto y furioso. “Las series de la Libertadores siempre son complicadas, nunca son sencillas y cada Copa es distinta. La altura influye bastante, no pudimos hacer el juego deseado. Hay que dejarlo en el pasado y enfocarnos en sacar un buen resultado en casa para clasificar”, insistió Trapito en Aeroparque.

En la misma sintonía que el capitán, y que Gallardo, otras jugadores también creen fervientemente que la historia se puede enderezar en Núñez. “Estamos esperanzados en conseguir el pase a los cuartos de final. Fue un resultado difícil y excesivo porque el 1-0 hubiera sido mucho más justo, pero se puede dar vuelta. La altura fue un factor fundamental y el miércoles vamos a ser otro equipo totalmente diferente”, avisó Lucho González. Eder Alvarez Balanta se sumó al mensaje optimista del que quieren convencerse los propios protagonistas y resaltó la importancia de los hinchas millonarios para ayudar a salir adelante: “Esperamos revertirlo. La gente será un factor que influirá en el partido para conseguir el resultado que necesitamos”.

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