Sevilla ganóen Bilbao, la suerte del campeón

Bilbao, As
Estaba el campeón de la Europa League contra las cuerdas, pasando un sofocón después del ya habitual gol de Aduriz cuando a Muniain se le ocurrió una infantilada en su área. Ya se sabe que los delanteros están mejor lejos de su portero. A Iker no es la primera vez que le pasa. Cabeceó tímidamente hacia Herrerín, le vendió y dio un pase a Banega que Kolo mandó a las mallas. El Athletic ya no se levantó y Gameiro, en su única contra con peligro, dio la estocada a los leones con un gran pase a Iborra, que sentenció con la puntera. Los de Emery ya son claros favoritos.


Dio la sensación desde el principio que los dos equipos estaban más preocupados de no cometer errores que de desdoblarse. Hay tanta igualdad entre ambos, reflejada en la clasificación de la Liga, que cualquier detalle podía decantar la eliminatoria. Así fue como gestó el Sevilla su primera victoria de la temporada, en el mejor momento posible.

La lesión temprana de Trémoulinas obligó a Emery a recomponer la defensa con la entrada de Fazio como central, que supuso el pase de Kolo a la banda. Fue por ahí por donde el Athletic trató de hacer daño con De Marcos y Williams.

El goteo de ocasiones, similar en ambos bandos en el primer acto, comenzó con un lanzamiento lejano de Banega al palo, bien guardado por Herrerín. Los leones se quitaron el susto con una llegada de Williams, que no pudo superar la envergadura de David Soria, que achicó bien.

Los porteros dieron la sensación de llevar bien calados los guantes y Herrerín se marcó el paradón de la noche con una mano prodigiosa a Vitolo, a quien una imaginación de Krohn-Dehli había plantado ante él. Aduriz emparejó las ocasiones con un cabezazo superior al palo bien servido por Beñat en una falta. El activo De Marcos, a un minuto del descanso, también rozó el gol.

Desmelenados. Los leones salieron con una marcha más y pusieron la eliminatoria a favor con un centro medido de Muniain, que pasó de héroe a villano, a la cabeza de Aduriz. San Mamés coreaba a su ídolo y se cachondeaba del papel terciario de Llorente, que se salvó del mal rato de jugar. David Soria evitó el segundo con una soberbia estirada a testarazo de Etxeita en un saque de falta de Beñat y, de repente, llegó la maldita decisión de Muniain, a quien le costará olvidarse del asunto.

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