Recado del Atlético al Barça
Fernando Torres abrió el marcador con un gran gol, a pase de Koke. Doblete de Griezmann: en el primer gol falló Adán. Los rojiblancos se calientan antes de la ida de cuartos de Champions.
Madrid, As
Para olvidar el resbalón en El Molinón, goles. Para seguir enganchado a la Liga, más goles. Para viajar tranquilo al Camp Nou, otra vez goles. Goles, goles y goles. Benditos goles. Cinco le hizo ayer el Atlético al Betis. Muchos goles regados de buen fútbol: no hay aviso mejor para el Barça que el que Simeone le envió ayer desde el Calderón.
Y eso que antes del pitido inicial una gastroenteritis aguda le complicaba el horizonte: Vietto se iba a la grada y Monsalve debutaba en Primera. Si la pareja de centrales Lucas-Saúl era de circunstancias, la de Monsalve-Lucas sonaba a paquete sorpresa: para saber si es caramelo o bomba hay que abrirlo. Y probarlo. Fue regalo: Lucas dio un paso adelante e hizo de Godín, Savic y Giménez a la vez sin arrugarse y Monsalve no se complicó; expeditivo, cumplió. Puede dormir tranquilo Simeone. Tiene cantera, y equipo.
Salieron los dos con ganas. Atacaba uno, respondía el otro. El Betis con el verticalísimo Musonda y el Atleti con Torres, que en este parón se ha quitado años de encima y vuelve a moverse grácil, como un veinteañero. Avisó primero el Atlético, con un centro que se envenenó de Griezmann y un remate al larguero de Koke que, en este parón, también ha recuperado su mejor versión: ayer estaba en todas partes. En el ataque, en la presión y en el repliegue. Cuando el Atleti creaba peligro es que él tenía el balón en los pies.
El Niño y Koke. Koke y El Niño. Estaba claro: el primer gol del partido debía llevar sus nombres. Pase filtrado de uno y definición impecable del otro, el delantero, ante la salida de Adán. Hace ya tantos goles que Torres hizo el cien con la rojiblanca que ya cuesta pensar qué número fue el de ayer. ¿101? ¿102? No. 103 ya. Suma y sigue. Imparable.
Su gol, por cierto, sacó de la siesta al Atleti que, tras la ocasión Grizi-Koke, le había cedido peligrosamente el balón al Betis. Pero marcó El Niño y cinco minutos después lo hacía Griezmann casi sin querer, con la ayuda inestimable de Adán: salió en falso ante un centro del francés para Koke y el balón se le coló entre las piernas. Fue un fallo tremendo. Y definitivo. Por mucho que después lo maquillara con dos paradones a Torres y a Griezmann, el partido se había decantado.
Intentó el Betis cambiarlo tras el descanso, pero en la primera y única que tuvo se vio la diferencia de porteros en un área y otra: ver fallar al del Atleti es tan extraño como un eclipse total y repentino de sol. No ocurre casi nunca. Ayer, aquí, Oblak sacó sus reflejos de Zamora con una soberbia doble parada ante Westermann mientras, de fondo, el Calderón ya cantaba ese hit. Obi, Oblak...
Parecía que el partido moría poco después, al evitar Adán, otra vez, que acabaran en gol una contra de Griezmann y un cabezazo de Torres. Pero no. Simeone podía ya mirar al Barça y reservar a El Niño. Y podía Merino empezar a rezar pensando en que su Betis no se derrumbe también al primer golpe en la final del próximo sábado ante el Levante. Pero aún quedaban 30 minutos y muchas cosas: el raro eclipse de Oblak ante Rubén Castro en el 3-1, el gol 26 de Griezmann en la temporada (19 en Liga) tras una jugada deliciosa de Correa (4-1), el 5-1 de Thomas y, sobre todo, un gol, el de Juanfran.
Fue el 3-0: controló el lateral con el pecho un centro de Correa, se quitó de encima a Musonda y batió a Adán como el interior que una vez fue. Y fue marcarlo y echar a correr. Correr al banquillo, hacia el Mono Burgos y hacia el Cholo, a quienes se abrazó. Pero en su carrera Juanfran no estaba solo. Pronto lo alcanzaron Koke, y Griezmann, y Gabi, y todos los demás, para fundirse en un corrillo de sonrisas y felicidad. Y es que esto, eso, es el Atleti. Un grupo. Un señor equipo. Y está preparado para demostrarlo también el martes, en el Camp Nou.
Para olvidar el resbalón en El Molinón, goles. Para seguir enganchado a la Liga, más goles. Para viajar tranquilo al Camp Nou, otra vez goles. Goles, goles y goles. Benditos goles. Cinco le hizo ayer el Atlético al Betis. Muchos goles regados de buen fútbol: no hay aviso mejor para el Barça que el que Simeone le envió ayer desde el Calderón.
Y eso que antes del pitido inicial una gastroenteritis aguda le complicaba el horizonte: Vietto se iba a la grada y Monsalve debutaba en Primera. Si la pareja de centrales Lucas-Saúl era de circunstancias, la de Monsalve-Lucas sonaba a paquete sorpresa: para saber si es caramelo o bomba hay que abrirlo. Y probarlo. Fue regalo: Lucas dio un paso adelante e hizo de Godín, Savic y Giménez a la vez sin arrugarse y Monsalve no se complicó; expeditivo, cumplió. Puede dormir tranquilo Simeone. Tiene cantera, y equipo.
Salieron los dos con ganas. Atacaba uno, respondía el otro. El Betis con el verticalísimo Musonda y el Atleti con Torres, que en este parón se ha quitado años de encima y vuelve a moverse grácil, como un veinteañero. Avisó primero el Atlético, con un centro que se envenenó de Griezmann y un remate al larguero de Koke que, en este parón, también ha recuperado su mejor versión: ayer estaba en todas partes. En el ataque, en la presión y en el repliegue. Cuando el Atleti creaba peligro es que él tenía el balón en los pies.
El Niño y Koke. Koke y El Niño. Estaba claro: el primer gol del partido debía llevar sus nombres. Pase filtrado de uno y definición impecable del otro, el delantero, ante la salida de Adán. Hace ya tantos goles que Torres hizo el cien con la rojiblanca que ya cuesta pensar qué número fue el de ayer. ¿101? ¿102? No. 103 ya. Suma y sigue. Imparable.
Su gol, por cierto, sacó de la siesta al Atleti que, tras la ocasión Grizi-Koke, le había cedido peligrosamente el balón al Betis. Pero marcó El Niño y cinco minutos después lo hacía Griezmann casi sin querer, con la ayuda inestimable de Adán: salió en falso ante un centro del francés para Koke y el balón se le coló entre las piernas. Fue un fallo tremendo. Y definitivo. Por mucho que después lo maquillara con dos paradones a Torres y a Griezmann, el partido se había decantado.
Intentó el Betis cambiarlo tras el descanso, pero en la primera y única que tuvo se vio la diferencia de porteros en un área y otra: ver fallar al del Atleti es tan extraño como un eclipse total y repentino de sol. No ocurre casi nunca. Ayer, aquí, Oblak sacó sus reflejos de Zamora con una soberbia doble parada ante Westermann mientras, de fondo, el Calderón ya cantaba ese hit. Obi, Oblak...
Parecía que el partido moría poco después, al evitar Adán, otra vez, que acabaran en gol una contra de Griezmann y un cabezazo de Torres. Pero no. Simeone podía ya mirar al Barça y reservar a El Niño. Y podía Merino empezar a rezar pensando en que su Betis no se derrumbe también al primer golpe en la final del próximo sábado ante el Levante. Pero aún quedaban 30 minutos y muchas cosas: el raro eclipse de Oblak ante Rubén Castro en el 3-1, el gol 26 de Griezmann en la temporada (19 en Liga) tras una jugada deliciosa de Correa (4-1), el 5-1 de Thomas y, sobre todo, un gol, el de Juanfran.
Fue el 3-0: controló el lateral con el pecho un centro de Correa, se quitó de encima a Musonda y batió a Adán como el interior que una vez fue. Y fue marcarlo y echar a correr. Correr al banquillo, hacia el Mono Burgos y hacia el Cholo, a quienes se abrazó. Pero en su carrera Juanfran no estaba solo. Pronto lo alcanzaron Koke, y Griezmann, y Gabi, y todos los demás, para fundirse en un corrillo de sonrisas y felicidad. Y es que esto, eso, es el Atleti. Un grupo. Un señor equipo. Y está preparado para demostrarlo también el martes, en el Camp Nou.