Real Madrid, un perseguidor brillante
Lección magistral de Modric, que se adornó con un gol. Benzema y Lucas Vázquez completaron su obra. Cristiano se marchó lesionado y dejó al Madrid con diez en el descuento. No existió el Villarreal.
Madrid, As
Nada se movió bajo los pies del Madrid en esta Liga, pero construyó una victoria bien argumentada que le sostiene en carrera, a medio cuerpo de Atlético y Barça. Fue gracias a Modric, que tocó todos los instrumentos, y a un grupo cada día mejor atornillado. Sólo la lesión de Cristiano, que se marchó dolorido en el descuento, creó inquietud.
El Madrid salió entre malas noticias (de A Coruña y de Bilbao, donde también se jugaba su Liga), con cuatro centrocampistas y sin Isco ni James. La impresión es que conforme aumenta el tamaño del rival decrece el de virtuosos en el once. Con esta fórmula ha llegado lejos Zidane y no se baja de ella. El partido, en cierto modo, le dio la razón, porque con la repoblación del centro del campo el Madrid se volvió insistente, abrumador con pelota. Y también menos sorprendente, porque existió una clara desproporción entre la producción ofensiva del equipo blanco y el trabajo que le dio a Asenjo.
En cualquier caso, buscando por dónde enhebrar la aguja, el Madrid redujo al Villarreal a un almacen de defensas permanentemente expuesto al revolcón. En ningún momento amarilleó el partido. Bakambu, que va para empleado del año, fue un atacante oculto. El primer disparo de su equipo, de Denis Suárez, llegó a tres minutos del descanso, con acrobacia de Keylor Navas. El gran mérito del Madrid fue convertir en una simple caja fuerte a un equipo con mucho estilo que acaricia la Champions.
El asedio tranquilo comenzó en Casemiro, una especie de patrullero que le da seriedad al equipo, y se extendió a Kroos y Modric. El alemán ofreció más piernas y mejor tono. Le arropa mucho jugar cerca del área. Y el croata fue el jugador de portada del Madrid, a ratos organizador, a ratos pasador, a ratos regateador, incluso goleador. Un futbolista indefendible por su amplitud de registros. También empujó mucho Marcelo, ese lateral con cascabeles que cada año que pasa pesa más en el equipo. A Danilo no le fue peor. El Bernabéu le ha abierto un proceso, pero tuvo entereza y se apuntó una asistencia. Benzema fue juez o parte en los tres goles. Y Lucas Vázquez resultó un permanente foco de animación poniéndole trampas a Rukavina y apuntándose un golazo. A veces el sudor empaña su calidad, pero está para más que para servir de avituallamiento.
El Villarreal, un equipo mejor con el balón que sin él, llevó mal un partido con tantas privaciones y acabó por derrumbarse con el gol de Benzema en la quinta oportunidad del Madrid. Bruno y Trigueros, para entonces, eran dos centrales por delante de los centrales, que estuvieron magníficos, y Adrián, un transeúnte en campo contrario. Del descanso, con el marcador a cuestas, volvió el mismo equipo, siempre a merced del Madrid. Toleró más en las bandas que en el centro y nunca fue una molestia para el equipo de Zidane, que está impecable en la persecución, pero que necesita de Barça y Atlético un futuro imprefecto.
Madrid, As
Nada se movió bajo los pies del Madrid en esta Liga, pero construyó una victoria bien argumentada que le sostiene en carrera, a medio cuerpo de Atlético y Barça. Fue gracias a Modric, que tocó todos los instrumentos, y a un grupo cada día mejor atornillado. Sólo la lesión de Cristiano, que se marchó dolorido en el descuento, creó inquietud.
El Madrid salió entre malas noticias (de A Coruña y de Bilbao, donde también se jugaba su Liga), con cuatro centrocampistas y sin Isco ni James. La impresión es que conforme aumenta el tamaño del rival decrece el de virtuosos en el once. Con esta fórmula ha llegado lejos Zidane y no se baja de ella. El partido, en cierto modo, le dio la razón, porque con la repoblación del centro del campo el Madrid se volvió insistente, abrumador con pelota. Y también menos sorprendente, porque existió una clara desproporción entre la producción ofensiva del equipo blanco y el trabajo que le dio a Asenjo.
En cualquier caso, buscando por dónde enhebrar la aguja, el Madrid redujo al Villarreal a un almacen de defensas permanentemente expuesto al revolcón. En ningún momento amarilleó el partido. Bakambu, que va para empleado del año, fue un atacante oculto. El primer disparo de su equipo, de Denis Suárez, llegó a tres minutos del descanso, con acrobacia de Keylor Navas. El gran mérito del Madrid fue convertir en una simple caja fuerte a un equipo con mucho estilo que acaricia la Champions.
El asedio tranquilo comenzó en Casemiro, una especie de patrullero que le da seriedad al equipo, y se extendió a Kroos y Modric. El alemán ofreció más piernas y mejor tono. Le arropa mucho jugar cerca del área. Y el croata fue el jugador de portada del Madrid, a ratos organizador, a ratos pasador, a ratos regateador, incluso goleador. Un futbolista indefendible por su amplitud de registros. También empujó mucho Marcelo, ese lateral con cascabeles que cada año que pasa pesa más en el equipo. A Danilo no le fue peor. El Bernabéu le ha abierto un proceso, pero tuvo entereza y se apuntó una asistencia. Benzema fue juez o parte en los tres goles. Y Lucas Vázquez resultó un permanente foco de animación poniéndole trampas a Rukavina y apuntándose un golazo. A veces el sudor empaña su calidad, pero está para más que para servir de avituallamiento.
El Villarreal, un equipo mejor con el balón que sin él, llevó mal un partido con tantas privaciones y acabó por derrumbarse con el gol de Benzema en la quinta oportunidad del Madrid. Bruno y Trigueros, para entonces, eran dos centrales por delante de los centrales, que estuvieron magníficos, y Adrián, un transeúnte en campo contrario. Del descanso, con el marcador a cuestas, volvió el mismo equipo, siempre a merced del Madrid. Toleró más en las bandas que en el centro y nunca fue una molestia para el equipo de Zidane, que está impecable en la persecución, pero que necesita de Barça y Atlético un futuro imprefecto.