Nadal pudo con Murray y tiene a tiro una novena corona

Montecarlo, As
Tenía que ser en Montecarlo. Allí, donde Rafa Nadal mordió el trofeo de su primer Masters 1.000 en 2005 con 18 años, jugará este domingo (14:30, Canal+Deportes 2) la final después de tumbar a Andy Murray por 2-6, 6-4 y 6-2 en 2h:43. Su rival será Gael Monfils (12-2 en el cara a cara para el de Manacor), que pasó por encima de Jo-Wilfried Tsonga: 6-1 y 6-3.


En un partido en el que supo remar para remontar el set inicial que se adjudicó un arrollador Murray, Nadal firmó una victoria para reengancharse al circuito. Para imponer un respeto que se le ha ido perdiendo. Sin Novak Djokovic (KO en su debut) ni Roger Federer (perdió en cuartos), el número cinco del mundo consiguió derrotar al cuatro (Wawrinka) el viernes y al dos hoy.

Nadal lleva sin ganar un título desde el 2 de agosto del año pasado en Hamburgo, y un Masters 1.000 desde mayo del 2014 en Madrid. Pero con fe, se plantó en la final número 100 de su carrera, se colocó en disposición de volver a empatar a Masters 1.000 con un Djokovic que le acaba de superar (28), y de lograr el título 48 en tierra (a uno de Guillermo Vilas). Pero sobre todo, una novena corona en Montecarlo (tiene también nueve Roland Garros) sería un bálsamo reparador para un tenista que a pesar de no acompañarle los resultados no ha dejado de trabajar y creer. A poco más de un mes de la batalla de París, el gran objetivo de Djokovic.

En su santuario hasta 2012, donde encadenó ocho victorias, Nadal volvió a ser reconocible en tierra. En la emoción, en la pelea y en el juego. Murray le acorraló en el primer parcial, como ocurrió en la final que el escocés se llevó el año pasado en la Caja Mágica. Con agresividad y aplomo desde el fondo, atacó los segundos servicios del español y acabó con 13 winners por 5 de Nadal.

Pero el corazón que tantas veces le ha sostenido, rescató a Nadal. En el segundo set, salió a morder, rompió de inicio, levantó al comedido público monegasco de la grada y no se desesperó con el contrabreak. A medida que Murray bajaba su porcentaje de primeros (42%), el campeón de 14 de grandes hizo correr su drive y se metió en la pista. Volvió a su versión poderosa y dominante. Y con otra rotura para 4-3 ya no falló.

Murray, entonces, volvió a sentir la tortura que era en otros tiempos medirse a Nadal, el jugador que siempre golpea una bola más. El físico le abandonó, y el tercer set fue un monólogo de Rafa. El trofeo de Montecarlo se acompaña esta vez de un bálsamo. Hace tanta falta...

Entradas populares