Más vallas para taponar las nuevas rutas migratorias

Países europeos endurecen los controles ante el temor de que el pacto UE-Turquía abra otros trayectos

Ana Carbajosa
Madrid, El País
Los países de la UE continúan empeñados en levantar diques al mar humano que busca las rendijas para alcanzar el suelo europeo y ejercer su derecho a solicitar asilo. Los controles fronterizos y las barreras físicas proliferan ante el temor de los refugiados abran nuevas rutas tras el bloqueo de la frontera greco-macedonia y la entrada en vigor del acuerdo entre la UE y Turquía para expulsar a migrantes. De momento, sin embargo, las cifras en el este de Europa no refrendan los temores ni las nuevas barreras, que más bien encuentran su justificación en un clima político que favorece las respuestas expeditivas. Los países bálticos, Finlandia y Austria han sido los últimos en reforzar sus fronteras.


“Son respuestas políticas que se producen en cuanto se detectan entradas irregulares. Es un claro momento de impasse, hay mucha gente esperando (sobre todo al fracaso de la política actual), ante la incertidumbre y los precios disparatados que se están pidiendo”, indica una fuente europea conocedora de la situación sobre el terreno. En Bulgaria, por ejemplo, una de las alternativas a Grecia que los expertos esperaban que se reactivara, las cifras indican que este año se han detectado 2.800 cruces de migrantes frente a los 3.500 del mismo periodo de 2015, según detallan en el ministerio de Interior búlgaro.

Mientras, los países bálticos, ajenos a la realidad de las cifras, se movilizan para evitar convertirse en una nueva puerta de entrada a Europa una vez parcialmente taponada la vía balcánica. Estonia y Letonia trabajan para vallar sus fronteras. Lituania además ha endurecido sus controles de fronteras en un intento de frenar la llegada de migrantes que optan por tomar la ruta desde Rusia y Bielorrusia.

Los bálticos se fijan en la ruta ártica, que a pesar de suponer un rodeo considerable —además de gélido—, ha sido el elegido por miles de refugiados. “Hasta el año pasado ni Noruega ni Finlandia tenían problemas migratorios en la frontera rusa”, indicó Rentas Pozela, comandante de la guarda fronteriza lituana a la agencia Reuters. “De repente, los flujos migratorios se dispararon en una semana como por arte de magia”.

“Estamos todavía talando los árboles”, indica por teléfono Tuuli Härson, portavoz del cuerpo de guardas de fronteras estonio en relación con las obras con las que reforzarán sus 136 kilómetros de frontera terrestre con sensores, cámaras y radares. Algunos tramos tendrán además un vallado. Härson detalla que no han detectado un flujo significativo de migrantes en Estonia. El año pasado, fueron 369 personas las que entraron ilegalmente en el país. 60 fueron inmigrantes sin papeles (la gran mayoría de Vietnam). El resto fue gente que recogía setas o pescaba y cruzó por equivocación. Härson asegura que en cualquier caso, los planes para reforzar la frontera datan de 2014 y que por lo tanto preceden a la crisis migratoria. Es ahora, sin embargo, cuando se están instalando los pilares y las boyas en ríos y lagos para impedir “las entradas ilegales”.
Ruta ártica

Precisamente Finlandia y Rusia han optado también por estrechar los pasos árticos que conectan ambos países, ahora que las temperaturas empiezan a ser algo más amables. Finlandeses, rusos, bielorrusos y sus familiares son los únicos a los que se permite el paso durante los próximos 180 días. “El pasado domingo empezaron las restricciones”, detalla por teléfono el coronel Jaakko Ritola, del cuerpo de guardas fronterizos finlandés, encargado de la aplicación de las nuevas medidas, quien indica, sin embargo, que las personas que quieran solicitar asilo no serán devueltas. Desde noviembre del año pasado y hasta finales de febrero, 1.700 migrantes se presentaron en Finlandia procedentes de Rusia. Pero desde entonces apenas han llegado solicitantes de asilo, debido en parte a que las autoridades rusas les devuelven antes de llegar, según explica Ritola.
Más vallas para taponar las nuevas rutas migratorias

Sí se estaría produciendo un aumento del flujo de refugiados en el Mediterráneo sur, según las informaciones que esta semana compartió con cierto alarmismo el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk. "El número de migrantes que se acumulan en Libia es alarmante y debemos prepararnos para ofrecer ayuda a Italia si la pide", dijo en la Eurocámara.

Austria ya ha anunciado que estrechará el control en el paso fronterizo de Brenner con Italia a principios de junio a más tardar, según anunció el martes el ministro de Defensa austriaco, Hans Peter Doskozil. Se trata de la principal vía para llegar desde Italia hasta Alemania, por la que circulan dos millones de vehículos al año y que es una de las grandes rutas de tráfico de mercancías de la Unión. Viena planea además instalar en la región alpina “un sistema similar” al levantado en la frontera con Eslovenia, con vallas. El anuncio austriaco suscitó esta semana la respuesta inmediata de la Comisión Europea, que adivinó un nuevo ataque a la maltrecha libertad de movimiento en el interior de la Unión. El ministro italiano de Asuntos Europeos, Sandro Gozi, también protestó. “Levantando vallas improvisadas no resolveremos nuestros problemas. Viena debe reconsiderar esta decisión contraria al espíritu y la letra de las normas europeas”.

“Los controles fronterizos o los cierres pueden ralentizar los flujos, encarecer los viajes o redirigir algunas rutas, pero no frenará los flujos”, indicó en un comunicado Martijn Pluim, del International Center for Migration Policy Development. Las fuentes europeas coinciden en que las fronteras no bastan y que por ejemplo a Hungría siguen llegando personas a través de los orificios de la verja y aprovechando que la guardia baja los fines de semana, lo que permite a cientos de migrantes cruzar cada semana de Serbia a Hungría.

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