Los maestros en prácticas de Marruecos desafían al Gobierno
Los alumnos de magisterio llevan cinco meses en huelga contra el Ejecutivo islamista
Francisco Peregil
Rabat, El País
Mustafá el Gharous tiene 29 años, dos licenciaturas como profesor y dos cursos de posgrado. Podría ganar el equivalente a 250 euros al mes como maestro en prácticas, pero no cobra nada desde hace cinco meses porque en octubre inició una huelga junto a 10.000 licenciados de magisterio. Todos ellos aprobaron en octubre las oposiciones para ser profesor de la enseñanza pública. Es decir, en cuanto terminaran las prácticas serían funcionarios con derecho a seguro médico y a un salario mínimo por valor de 500 euros al mes (unos 5.000 dírhams), sueldo que podría ampliarse hasta el doble a medida que acumulen antigüedad. Parece poco dinero, pero para miles de estudiantes como Mustafá ese sueldo es la ambición de una vida.
El sueño, sin embargo, se quebró el mismo mes que los 10.000 estudiantes aprobaron las oposiciones. El Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (PJD, islamista moderado) publicó tres días después del examen en el boletín oficial dos decretos que ya había aprobado en julio. Mediante uno de ellos se reduce a la mitad los 250 euros que iba a cobrar Mustafá durante sus prácticas, dinero con el que paga el alquiler del piso que comparte en la ciudad de Taza. Pero el decreto que más indigna a los maestros en práctica es el que determina que los 10.000 aprobados deberán someterse a una nueva criba de la que solo quedarán en la escuela pública 7.000 profesores y los otros 3.000 deberán buscarse la vida en el sector privado.
Cuando comenzaron la huelga en octubre, la sociedad marroquí apenas se enteró. El altavoz llegó el 7 de enero cuando la policía reprimió a golpes varias manifestaciones no autorizadas en las principales ciudades del país. Las imágenes de varias estudiantes con el rostro ensangrentado tendidas en el suelo empezaron a inundar las redes y el Ministerio del Interior, en un hecho sin precedentes, se vio obligado a explicar su actuación en un comunicado.
Buena parte de la sociedad se puso del lado de los maestros y ellos continuaron manifestándose. Durante semanas su protesta pasó de nuevo a un segundo plano, pero ahora han decidido organizar un acto diario de protesta desde el 25 de marzo hasta el 14 de abril. “Hay dos canales de la tele pública en Marruecos y nunca dicen nada de nuestras manifestaciones”, explica Mustafá. “En un telediario del canal 2M decían que en la protesta que hicimos en Rabat el 24 de enero habían asistido 700 personas, cuando en realidad fuimos decenas de miles, porque nos acompañaban nuestros padres, hijos, hermanos, parejas…”.
El tema ha ido perdiendo resonancia en las calles, pergo ganándola en los mentideros políticos, porque a nadie se le escapa en Marruecos que el próximo septiembre hay elecciones presidenciales. Y las protestas de los docentes le vienen estupendamente a la oposición para desgastar al Gobierno. No obstante el presidente, Abdelilá Benkirán, ha advertido que no tolerará ningún "chantaje" a las instituciones del Estado y ha prohibido la manifestación prevista para este jueves, 14 de abril.
Hicham El Bakhouti, profesor de inglés en Marrakech, apoya a sus compañeros en prácticas. “Ellos están haciendo el trabajo que debería hacer la sociedad civil y los partidos políticos: defender la educación pública. El Gobierno sigue las directrices del Fondo Monetario Internacional, que en su último informe dice que en Marruecos una parte muy importante del presupuesto va a los sueldos de los funcionarios. Y ahora quieren privatizar poco a poco sectores públicos clave, como la educación pública y la sanidad”.
Para gente como Nadir El Morabi, maestro en prácticas, de 31 años, en la ciudad de Tetuán, el sector privado es una selva. “Yo he trabajado dos años en dos colegios privados. Y ahí cada uno negocia su salario como puede. Unos ganan hasta 300 euros al mes y otros apenas 180. Y después, no eres dueño de los exámenes que corriges. A mí se me quejaban algunos padres porque sus hijos sacaban malas notas y la dirección del centro me obligaba a aprobarles. Ahí, uno solo tiene derecho a trabajar y callar”.
Marruecos es uno de los países árabes con peor tasa de alfabetización. Un tercio de sus 33 millones de habitantes es analfabeto. Solo Mauritania está por detrás de Marruecos en el mundo árabe.
“El Gobierno habla de la calidad de la enseñanza”, señala Mustafá el Gharous. “Pero, ¿cómo pretende conseguirla sabiendo que hay más de 50 alumnos por clase? Primero debería haber entre 20 y 25 alumnos. Y después hablemos de la calidad”. Mustafá recuerda que cuando era alumno en la escuela primaria apenas había centros privados, más allá de los colegios españoles, franceses y americanos. “Pero ahora se han multiplicado, es todo un negocio poner una escuela privada, porque apenas pagan impuestos. Están dejando morir a la educación pública”.
“El problema”, comenta Nadir El Morabi, “es que Marruecos es un país del tercer mundo, aquí la mayoría de la gente no puede permitirse los 150 o 170 euros que viene a costar un colegio privado. Y no hacemos nada los maestros para impedir el deterioro de la enseñanza pública, el año que viene en vez de destinar 7.000 maestros a la pública y 3.000 a la privada será al revés: solo 3.000 para el [sector] público”.
Francisco Peregil
Rabat, El País
Mustafá el Gharous tiene 29 años, dos licenciaturas como profesor y dos cursos de posgrado. Podría ganar el equivalente a 250 euros al mes como maestro en prácticas, pero no cobra nada desde hace cinco meses porque en octubre inició una huelga junto a 10.000 licenciados de magisterio. Todos ellos aprobaron en octubre las oposiciones para ser profesor de la enseñanza pública. Es decir, en cuanto terminaran las prácticas serían funcionarios con derecho a seguro médico y a un salario mínimo por valor de 500 euros al mes (unos 5.000 dírhams), sueldo que podría ampliarse hasta el doble a medida que acumulen antigüedad. Parece poco dinero, pero para miles de estudiantes como Mustafá ese sueldo es la ambición de una vida.
El sueño, sin embargo, se quebró el mismo mes que los 10.000 estudiantes aprobaron las oposiciones. El Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (PJD, islamista moderado) publicó tres días después del examen en el boletín oficial dos decretos que ya había aprobado en julio. Mediante uno de ellos se reduce a la mitad los 250 euros que iba a cobrar Mustafá durante sus prácticas, dinero con el que paga el alquiler del piso que comparte en la ciudad de Taza. Pero el decreto que más indigna a los maestros en práctica es el que determina que los 10.000 aprobados deberán someterse a una nueva criba de la que solo quedarán en la escuela pública 7.000 profesores y los otros 3.000 deberán buscarse la vida en el sector privado.
Cuando comenzaron la huelga en octubre, la sociedad marroquí apenas se enteró. El altavoz llegó el 7 de enero cuando la policía reprimió a golpes varias manifestaciones no autorizadas en las principales ciudades del país. Las imágenes de varias estudiantes con el rostro ensangrentado tendidas en el suelo empezaron a inundar las redes y el Ministerio del Interior, en un hecho sin precedentes, se vio obligado a explicar su actuación en un comunicado.
Buena parte de la sociedad se puso del lado de los maestros y ellos continuaron manifestándose. Durante semanas su protesta pasó de nuevo a un segundo plano, pero ahora han decidido organizar un acto diario de protesta desde el 25 de marzo hasta el 14 de abril. “Hay dos canales de la tele pública en Marruecos y nunca dicen nada de nuestras manifestaciones”, explica Mustafá. “En un telediario del canal 2M decían que en la protesta que hicimos en Rabat el 24 de enero habían asistido 700 personas, cuando en realidad fuimos decenas de miles, porque nos acompañaban nuestros padres, hijos, hermanos, parejas…”.
El tema ha ido perdiendo resonancia en las calles, pergo ganándola en los mentideros políticos, porque a nadie se le escapa en Marruecos que el próximo septiembre hay elecciones presidenciales. Y las protestas de los docentes le vienen estupendamente a la oposición para desgastar al Gobierno. No obstante el presidente, Abdelilá Benkirán, ha advertido que no tolerará ningún "chantaje" a las instituciones del Estado y ha prohibido la manifestación prevista para este jueves, 14 de abril.
Hicham El Bakhouti, profesor de inglés en Marrakech, apoya a sus compañeros en prácticas. “Ellos están haciendo el trabajo que debería hacer la sociedad civil y los partidos políticos: defender la educación pública. El Gobierno sigue las directrices del Fondo Monetario Internacional, que en su último informe dice que en Marruecos una parte muy importante del presupuesto va a los sueldos de los funcionarios. Y ahora quieren privatizar poco a poco sectores públicos clave, como la educación pública y la sanidad”.
Para gente como Nadir El Morabi, maestro en prácticas, de 31 años, en la ciudad de Tetuán, el sector privado es una selva. “Yo he trabajado dos años en dos colegios privados. Y ahí cada uno negocia su salario como puede. Unos ganan hasta 300 euros al mes y otros apenas 180. Y después, no eres dueño de los exámenes que corriges. A mí se me quejaban algunos padres porque sus hijos sacaban malas notas y la dirección del centro me obligaba a aprobarles. Ahí, uno solo tiene derecho a trabajar y callar”.
Marruecos es uno de los países árabes con peor tasa de alfabetización. Un tercio de sus 33 millones de habitantes es analfabeto. Solo Mauritania está por detrás de Marruecos en el mundo árabe.
“El Gobierno habla de la calidad de la enseñanza”, señala Mustafá el Gharous. “Pero, ¿cómo pretende conseguirla sabiendo que hay más de 50 alumnos por clase? Primero debería haber entre 20 y 25 alumnos. Y después hablemos de la calidad”. Mustafá recuerda que cuando era alumno en la escuela primaria apenas había centros privados, más allá de los colegios españoles, franceses y americanos. “Pero ahora se han multiplicado, es todo un negocio poner una escuela privada, porque apenas pagan impuestos. Están dejando morir a la educación pública”.
“El problema”, comenta Nadir El Morabi, “es que Marruecos es un país del tercer mundo, aquí la mayoría de la gente no puede permitirse los 150 o 170 euros que viene a costar un colegio privado. Y no hacemos nada los maestros para impedir el deterioro de la enseñanza pública, el año que viene en vez de destinar 7.000 maestros a la pública y 3.000 a la privada será al revés: solo 3.000 para el [sector] público”.