Los choques en el Alto Karabaj agravan la tensión entre Rusia y Turquía

La violencia entre armenios y azerbaiyanos continuaba el domingo pese al anuncio de un alto el fuego

Pilar Bonet
Moscú, El País
El rebrote de la violencia entre azerbaijanos y armenios, al margen de su evolución inmediata, incorpora el viejo “conflicto congelado” del Alto Karabaj al complicado escenario geoestratégico dominado hoy por las tensiones entre Rusia y Turquía.


Las hostilidades, que han dejado ya decenas de víctimas y que continuaban el domingo, añaden un tercer “punto candente” a la lista de conflictos internacionales en los que Moscú está directamente involucrada. En los otros dos, -del Este de Ucrania y Siria--, Rusia ha mantenido un doble papel, como parte y árbitro a la vez.
Los choques en el Alto Karabaj agravan la tensión entre Rusia y Turquía

En el caso del Alto Karabaj, la situación era distinta, pues tanto Rusia como Occidente han intentado en vano a lo largo de los años ayudar a resolver el problema enquistado entre armenios y azerbaijanos, dos comunidades (una cristiana y otra chií), que se enfrentaron en 1988 cuando los armenios de una provincia autónoma de Azerbaiyán quisieron desvincularse de Bakú y subordinarse a Yereván.

La situación del Alto Karabaj ha sido un obstáculo para el desarrollo del sur del Cáucaso en su conjunto y ha bloqueado o condicionado distintos proyectos internacionales de comunicaciones y transporte energético, al tiempo que frenaba el desarrollo económico de Armenia. Rusia, Francia y EEUU son copresidentes del llamado grupo de Minsk, que opera como plataforma de diálogo en el marco de la OSCE.

En la zona de contacto entre armenios y azerbaiyanos en el Alto Karabaj, las hostilidades continuaban el domingo a lo largo de la línea de frente, según indicaban las informaciones de las partes en conflicto, que en gran parte son contradictorias, confusas y difíciles de verificar. El ministerio de Defensa de Azerbaiyán anunció el domingo por la mañana un alto el fuego unilateral, que, sin embargo, implicaba la conservación de posiciones conquistadas a los armenios durante las hostilidades. Como era de esperar, Armenia no aceptó el alto un fuego basado en una alteración del estatus quo de 1994 y en la consolidación del avance azerbayano. Según el ministerio de Defensa de Armenia, en el noreste y sudeste de la línea de contacto entre armenios y azerbayanos tenían lugar encarnizados combates. Las principales refriegas tenían lugar en dirección a Talish, un pueblo en el distrito de Martakerski (a 3 kilómetros de la línea de contacto).

La provincia autónoma del Alto Karabaj tenía una extensión de 4.400 kilómetros cuadrados. En virtud del alto el fuego de 1994, los armenios dominan además una fraja de terreno azerbaiyano circundante con una extensión suplementaria de más de 7.634 kilómetros cuadrados, es decir un territorio equivalente a casi dos veces la superficie de la antigua autonomía. Azerbaiyán en su conjunto tiene 86.600 kilómetros cuadrados.

Entre las hipótesis que barajan los analistas está la posibilidad de que Turquía haya provocado el incidente en una especie de “carambola” contra Rusia, animando por ejemplo a los azerbaijanos a poner a prueba sus fuerzas, con la vista puesta en la reacción de Moscú. De ser así, esto supondría una respuesta indirecta de Ankara a la presencia de Moscú en Siria, ya que Turquía ve con disgusto la actividad bélica rusa en un entorno donde cree tener un papel privilegiado y desconfía profundamente del demostrativo apoyo de Moscú a los kurdos.

La “descongelación del conflicto del Alto Karabaj pone a prueba la alianza militar entre Moscú y Armenia, pues la zona de conflicto (oficialmente territorio de Azerbaiyán, pero controlado de hecho por armenios), depende militarmente y económicamente de Yeriván. Armenia no tiene relaciones diplomáticas con Turquía.

En una entrevista con el servicio ruso Sputnik, el ayudante de presidente de Azerbaiyán en temas sociales y políticos, Ali Gasánov, ha dicho que Bakú no está preocupado por la relación de Armenia con la organización del Tratado de Seguridad Colectiva (Organización Militar que vincula a Armenia y Rusia), porque “no se trata de una guerra entre Armenia y Azerbaiyán” sino de “medidas de respuesta de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán en relación a los territorios de Azerbaiyán ocupados por las Fuerzas Armadas de Armenia”. “No amenazamos la seguridad nacional de Armenia, solo aspiramos a liberar los territorios azerbayanos ocupados”, subrayó Gasánov.
Distraer a Rusia de Siria

“Es posible que Turquía de forma encubierta empuje a Bakú a un conflicto militar con Yereván. Rusia está vinculada con Armenia por el tratado de Seguridad Colectiva y, en consecuencia, no puede quedarse al margen. De este modo, Turquía puede intentar involucrar a Rusia por medio de terceros en una nueva guerra, distraerla de la zona sus intereses en Siria”, manifestó el político ruso Grigori Yavlinski en un comentario publicado en su página de web.

Además, Turquía de forma encubierta puede desarrollar una actividad militar y política en otro frente, en Crimea, “estableciendo una cooperación con la comunidad tártara local”, señaló Yavlinski. La peninsula Crimea, donde existe una importante comunidad tártara, es también un punto sensible en la pugna turco-rusa. En pocos días el Tribunal Supremo de la península anexionada por Rusia en 2014 intentará declarar organización extremista al Mezhlis, órgano de autogestión de los tártaros, lo que, potencialmente, abre nuevas posibilidades para perseguir a los activistas de aquella comunidad. Los tártaros, que fueron deportados por Stalin en 1944, se consideran la población autóctona de Crimea. Sus líderes, que se opusieron a la anexión, han sido vetados por las autoridades rusas y muchos de sus activistas hostigados y encarcelados. Hasta ahora, Turquía y el presidente Erdogán han prestado apoyo verbal relativamente moderado a la comunidad tártara de Crimea.

Para el 7 de abril está previsto un encuentro trilateral entre los ministros de Exteriores de Azerbaiýan, Irán y Rusia cuyo objetivo es conversar sobre corredores de transporte. Uno de los puntos que los azerbayanos aspiran a controlar es Judaferin, sobre el rio Arás, en la frontera con Irán, donde Bakú quisiera construir una central eléctrica con los iraníes, informaron fuentes azerbayanas desde Bakú.

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