La UE desembarca en Irán para abrir mercados y cooperar en energía
Ocho comisarios negocian este sábado con el régimen tras el fin de las sanciones
Lucía Abellán
Bruselas, El País
La cúpula de la UE inicia este sábado en Irán su misión diplomática más ambiciosa en mucho tiempo. Ocho miembros de la Comisión Europea —la alta representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, y siete comisarios— han aterrizado este viernes en Teherán con el objetivo de aprovechar la apertura al mundo de una potencia con casi 80 millones de habitantes. La cooperación energética centrará la visita, aunque la jefa de la diplomacia espera también forjar compromisos relativos a Siria y a las migraciones hacia Europa. El país alberga a unos tres millones de afganos, una de las nacionalidades con más demandas de asilo en la UE.
La delegación comunitaria pretende conectar dos polos que comenzaron a alejarse hace casi 10 años, con los primeros indicios de actividad nuclear militar en Irán, y se dieron definitivamente la espalda en 2010, con el endurecimiento de las sanciones ligadas a ese programa. Tras el levantamiento de las medidas restrictivas el pasado enero, Bruselas busca estrechar lazos con un país que ofrece grandes oportunidades de negocio a la renqueante Europa y, además, constituye un actor clave para apaciguar la convulsa región de Oriente Próximo.
La UE desembarca en Irán para abrir mercados y cooperar en energía
“Durante las negociaciones previas, Irán ha mostrado interés en tener una relación diferente con la UE”, explicaba un alto cargo comunitario antes de la visita. La energía es el ámbito más destacado en un país que atesora las segundas reservas mundiales de gas (las de petróleo también figuran entre las principales). La UE aspira a convertir a Irán en uno de sus principales suministradores de gas en 2030, lo que le permitiría reducir sustancialmente la dependencia energética de Rusia. Al mismo tiempo, las empresas europeas toman posiciones ante las jugosas inversiones que el país persa necesita para modernizar sus infraestructuras energéticas e impulsar las renovables, como pretende el régimen.
El comisario de Energía, Miguel Arias Cañete, se entrevistará con un vicepresidente y dos ministros ligados a esa cartera. Junto a él y a Mogherini, participan en la misión la comisaria de Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska, la de Transportes, Violeta Bulc, el de Investigación, Carlos Moedas, el de Educación, Tibor Navracsics, el de Ayuda Humanitaria, Christos Stylianides, y el de Medio Ambiente, Karmenu Vella. La visita oficial de 24 horas allanará el terreno para organizar un foro entre empresarios europeos e iraníes a finales de año.
Prohibidos los 'smartphones' en la misión
Pese a abrirse a la negociación, Europa guarda sus cautelas respecto al régimen iraní. La delegación que negocia en Teherán ha tenido que dejar en Bruselas uno de sus principales útiles de trabajo: los smartphones. La Comisión Europea ha prohibido a sus funcionarios utilizar el móvil con conexión a Internet durante el viaje, incluso embarcarlos en el avión.
Como alternativa, se ha distribuido a la delegación una partida de móviles —de un fabricante europeo— sin acceso a la red. Para evitar posibles pirateos de los teléfonos que puedan sonrojar a ambas partes.
En esta aproximación, el bloque comunitario parte con ventaja respecto al que podría ser su principal competidor, Estados Unidos. Frente a los recelos norteamericanos a hacer las paces con Irán —Washington mantiene una parte de las sanciones económicas a pesar de haber promovido intensamente la firma del pacto nuclear—, Europa parece haber enterrado la enemistad. Pocos días después de anunciarse el acuerdo del pasado julio, que reconcilió a Teherán con Occidente, el número dos del Gobierno alemán, Sigmar Gabriel, visitó el país. Y el líder italiano, Matteo Renzi, ha sido esta semana el primer gobernante de un país europeo que ha aterrizado en Teherán tras la paz nuclear.
Los gestos de acercamiento son mutuos. El presidente iraní, Hasan Rohaní, visitó París tras el levantamiento de las sanciones. El régimen ha comprometido ya la compra de 118 aviones europeos Airbus, así como un contrato para el fabricante automovilístico Peugeot y un acuerdo con la petrolera Total. Antes de las medidas restrictivas, la UE era el principal socio comercial de Irán. Ahora le pide ayuda para resituarse en el mapa. “Irán quiere unirse a la Organización Mundial del Comercio y nosotros vamos a desempeñar un papel activo en eso”, señala el alto cargo europeo.
Proyectos petroleros
Con la visita, Bruselas pretende también centralizar la estrategia de los diferentes países. Muchas firmas europeas quieren iniciar proyectos o reanudar otros frustrados por las sanciones. Es el caso de la española Repsol y la británica Shell, que poseían cada una el 25% de una planta de gas licuado al suroeste del país. Respecto al petróleo, BP, Shell, Total y Eni operaban antes en el país.
Todo ese prometedor horizonte tiene un nubarrón: las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que se producen en Irán, que colocan a la UE en una situación incómoda ante el apretón de manos. Bruselas argumenta que las sanciones europeas para castigar esos excesos no han decaído, pero el objetivo es ahora entenderse con Rohaní.
Lucía Abellán
Bruselas, El País
La cúpula de la UE inicia este sábado en Irán su misión diplomática más ambiciosa en mucho tiempo. Ocho miembros de la Comisión Europea —la alta representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, y siete comisarios— han aterrizado este viernes en Teherán con el objetivo de aprovechar la apertura al mundo de una potencia con casi 80 millones de habitantes. La cooperación energética centrará la visita, aunque la jefa de la diplomacia espera también forjar compromisos relativos a Siria y a las migraciones hacia Europa. El país alberga a unos tres millones de afganos, una de las nacionalidades con más demandas de asilo en la UE.
La delegación comunitaria pretende conectar dos polos que comenzaron a alejarse hace casi 10 años, con los primeros indicios de actividad nuclear militar en Irán, y se dieron definitivamente la espalda en 2010, con el endurecimiento de las sanciones ligadas a ese programa. Tras el levantamiento de las medidas restrictivas el pasado enero, Bruselas busca estrechar lazos con un país que ofrece grandes oportunidades de negocio a la renqueante Europa y, además, constituye un actor clave para apaciguar la convulsa región de Oriente Próximo.
La UE desembarca en Irán para abrir mercados y cooperar en energía
“Durante las negociaciones previas, Irán ha mostrado interés en tener una relación diferente con la UE”, explicaba un alto cargo comunitario antes de la visita. La energía es el ámbito más destacado en un país que atesora las segundas reservas mundiales de gas (las de petróleo también figuran entre las principales). La UE aspira a convertir a Irán en uno de sus principales suministradores de gas en 2030, lo que le permitiría reducir sustancialmente la dependencia energética de Rusia. Al mismo tiempo, las empresas europeas toman posiciones ante las jugosas inversiones que el país persa necesita para modernizar sus infraestructuras energéticas e impulsar las renovables, como pretende el régimen.
El comisario de Energía, Miguel Arias Cañete, se entrevistará con un vicepresidente y dos ministros ligados a esa cartera. Junto a él y a Mogherini, participan en la misión la comisaria de Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska, la de Transportes, Violeta Bulc, el de Investigación, Carlos Moedas, el de Educación, Tibor Navracsics, el de Ayuda Humanitaria, Christos Stylianides, y el de Medio Ambiente, Karmenu Vella. La visita oficial de 24 horas allanará el terreno para organizar un foro entre empresarios europeos e iraníes a finales de año.
Prohibidos los 'smartphones' en la misión
Pese a abrirse a la negociación, Europa guarda sus cautelas respecto al régimen iraní. La delegación que negocia en Teherán ha tenido que dejar en Bruselas uno de sus principales útiles de trabajo: los smartphones. La Comisión Europea ha prohibido a sus funcionarios utilizar el móvil con conexión a Internet durante el viaje, incluso embarcarlos en el avión.
Como alternativa, se ha distribuido a la delegación una partida de móviles —de un fabricante europeo— sin acceso a la red. Para evitar posibles pirateos de los teléfonos que puedan sonrojar a ambas partes.
En esta aproximación, el bloque comunitario parte con ventaja respecto al que podría ser su principal competidor, Estados Unidos. Frente a los recelos norteamericanos a hacer las paces con Irán —Washington mantiene una parte de las sanciones económicas a pesar de haber promovido intensamente la firma del pacto nuclear—, Europa parece haber enterrado la enemistad. Pocos días después de anunciarse el acuerdo del pasado julio, que reconcilió a Teherán con Occidente, el número dos del Gobierno alemán, Sigmar Gabriel, visitó el país. Y el líder italiano, Matteo Renzi, ha sido esta semana el primer gobernante de un país europeo que ha aterrizado en Teherán tras la paz nuclear.
Los gestos de acercamiento son mutuos. El presidente iraní, Hasan Rohaní, visitó París tras el levantamiento de las sanciones. El régimen ha comprometido ya la compra de 118 aviones europeos Airbus, así como un contrato para el fabricante automovilístico Peugeot y un acuerdo con la petrolera Total. Antes de las medidas restrictivas, la UE era el principal socio comercial de Irán. Ahora le pide ayuda para resituarse en el mapa. “Irán quiere unirse a la Organización Mundial del Comercio y nosotros vamos a desempeñar un papel activo en eso”, señala el alto cargo europeo.
Proyectos petroleros
Con la visita, Bruselas pretende también centralizar la estrategia de los diferentes países. Muchas firmas europeas quieren iniciar proyectos o reanudar otros frustrados por las sanciones. Es el caso de la española Repsol y la británica Shell, que poseían cada una el 25% de una planta de gas licuado al suroeste del país. Respecto al petróleo, BP, Shell, Total y Eni operaban antes en el país.
Todo ese prometedor horizonte tiene un nubarrón: las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que se producen en Irán, que colocan a la UE en una situación incómoda ante el apretón de manos. Bruselas argumenta que las sanciones europeas para castigar esos excesos no han decaído, pero el objetivo es ahora entenderse con Rohaní.