La primera mancha de Macri revive la polémica por la Patagonia vendida

El presidente se dejó invitar a una mansión de un polémico millonario inglés

Carlos E. Cué
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
Mauricio Macri es un millonario y buena parte de sus amigos lo son. Sin embargo, desde que llegó a la presidencia ha cuidado mucho una imagen de austeridad. Incluso viaja en avión de línea. Pero el fin de semana pasado rompió su regla y saltó la polémica. Macri y su mujer, Juliana Awada, aceptaron la invitación de Joe Lewis, un polémico multimillonario inglés dueño del Tottenham, a pasar unos días en su mansión en Lago Escondido, un paraíso en La Patagonia en el que el británico tiene 12.000 hectáreas. Desde allí, con el helicóptero de Lewis, los Macri fueron a visitar a los Obama, que pasaron fugazmente por Bariloche, pero ellos solo se movieron en avión oficial.


Aceptar esa invitación –aunque algunas versiones señalan ahora que Macri pagó el alquiler del helicóptero- puede traerle incluso problemas judiciales al presidente. Está estrictamente prohibido aceptar dádivas. Pero sobre todo ha supuesto la primera mancha del presidente, que tiene una alta valoración en el arranque de su mandato, e inquieta al Gobierno argentino, que se está preparando ya para evitar más polémicas de este estilo, según fuentes del Ejecutivo.

En el Gobierno de Macri hay varias personas de clase alta como él acostumbradas a este tipo de invitaciones. En Argentina, con distancias enormes, las avionetas y helicópteros privados son más frecuentes que en Europa. Pero lo que para ellos era normal cuando eran empresarios, ahora en el Gobierno es muy polémico, porque quienes invitan pueden verse beneficiados de sus contactos con el presidente o un ministro. Y más en un momento en que los trabajadores argentinos sufren la inflación, que está provocando un aumento de la pobreza, y las subidas de luz, el gas, el agua y el transporte decretadas por el Gobierno.

La polémica es de fondo porque Macri decidió ir a una mansión muy criticada: Lewis ha comprado todos los alrededores de Lago Escondido hasta convertirlo prácticamente en privado, ya que no deja pasar a nadie. Es algo completamente ilegal por lo que ha sido denunciado en varias ocasiones. El caso ha reavivado la polémica de ambientalistas y amantes de la naturaleza en general que ven como millonarios extranjeros compran enormes extensiones de la Patagonia, en zonas de parques naturales, y las convierten en su coto privado.

Desde los años 90 se ha disparado la cantidad de extranjeros que compraron tierras en la zona, atraídos por paisajes paradisíacos, grandes extensiones vírgenes y, sobre todo, la falta de trabas legales. Los recién llegados trajeron apellidos más o menos notables y perfiles variados. El pionero y más prolífico ha sido Luciano Bennetton, propietario de 965.000 hectáreas en la provincia de Chubut, cerca de la ciudad cordillerana de Esquel. La lista ha incluido también al magnate de los medios Ted Turner, a Douglas Tompkins, fundador de The North Face y al propio Lewis.

Los nuevos propietarios no pasaron desapercibidos, incluso en los tribunales. Benetton ha sido el más paradigmático, por su decisión de expulsar a los aborígenes mapuches que vivían dentro de sus tierras desde tiempos inmemoriales. “Ese conflicto se resolvió en parte”, explica a EL PAIS Gonzalo Sánchez, autor de La Patagonia vendida y Patagonia perdida, dos libros que abordan la extranjerización de tierras en el sur argentino. “Los mapuches se quedaron en el territorio, pero el fallo judicial dejó una zona gris donde no terminan de ser propietarios del todo”, remata.

El conflicto con los mapuches no sólo llamó la atención de los medios. También sirvió por convencer a la Casa Rosada de la necesidad de una ley que reglamentara la venta de tierras a extranjeros. La norma se aprobó finalmente el 22 de diciembre de 2011 bajo el nombre de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de Tierras Rurales. La ley puso como límite que ninguna persona física o jurídica puede ser titular de más de 15% de territorio nacional, provincial, departamental o municipal. De ese porcentaje los extranjeros no podrán tener más del 30% y, en cualquier caso, nunca más de 1.000 hectáreas.

Pero la ley no ha sido retroactiva y Bennetton, Turner, Tompkins y Lewis no han tenido inconvenientes en mantener la posesión de sus fincas. Además, el fenómeno de extranjerización no se limita a ellos. Un estudio realizado por el Registro Nacional de Tierras Rurales determinó que 16,2 millones de hectáreas en Argentina, equivalentes al 6,09% del total, son de propiedad extranjera.

Hay casos extremos como Santa Cruz, cuna de los ex presidentes Néstor y Cristina Kirchner, donde la extranjerización llega al 10,84%, con casi 2,5 millones de hectáreas afectadas. El mapa se completa con Neuquén en segundo lugar (6,4%), seguida de Tierra del Fuego (4,50%), Chubut (4,27%) y Río Negro (2,11%). Cuando se analiza en detalle la distribución de esos porcentajes no debe sorprender que la mayoría de los extranjeros haya comprado tierras en las zonas cercanas a la cordillera de Los Andes, una región de campos rodeados de montañas de hielos eternos, bosques centenarios y lagos de origen glaciar.

Lewis, el anfitrión de Macri, tiene 79 años y una fortuna estimada en 5.000 millones de dólares. La revista Forbes lo colocó en 2015 en el puesto 277 entre los hombres más ricos del mundo. La inversión más notable de su conglomerado de empresas es el club de fútbol Tottenham y en Argentina tiene activos en Edenor, la mayor distribuidora minorista de electricidad del país. En los años 90, Lewis compró 12.000 hectáreas cerca de El Bolsón, 330 kilómetros al sur de Bariloche, en el límite entre las provincias de Río Negro y Chubut. La controversia se inició cuando Lewis decidió cercar e impedir el acceso al Lago Escondido, que había quedado dentro de sus terrenos. Al mismo tiempo, es un personaje conocido en la zona por su particular estilo. “Es muy paternalista. Reparte ambulancias, colchones, va a buscar a los niños mapuches para que pasen el día en la estancia. Tanto que en la zona le dicen Tío Joe”, explicó Sánchez.

Tompkins, en tanto, “llegó como un personaje extraño y después mostró que sus intenciones eran donar la tierra que había comprado para crear reservas naturales”, según Sánchez. El empresario, nacido hace 80 años en los EE UU, murió el 8 de diciembre pasado en un accidente de canoa en Chile. El 26 de diciembre, su viuda se reunió con el presidente Macri para decirle que la familia entregaría al Estado 150.000 hectáreas que tienen en el los Esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes (norte). En el sur, el empresario entregó territorio para la creación de dos parques nacionales.

Turner es otro gran propietario de la Patagonia, donde tiene 3 estancias. En 1996 el fundador de la cadena CNN compró las 5.000 hectáreas de La Primavera, a 80 kilómetros de San Carlos de Bariloche, un predio “con mucha vida salvaje, ciervos rojos, jabalíes y pumas”, según figura en la web oficial del magnate. En el confín de la Patagonia, a sólo una hora de viaje por tierra de la ciudad de Río Grande, en Tierra del Fuego, compró más tarde San José, de 9.700 hectáreas. El empresario se ha dedicado allí a la preservación de unos 3.000 guanácos. Collón Curá, la última de sus propiedades, es la más grande de todas, con 37.600 hectáreas. La finca promueve el turismo de pesca y caza en un lugar de ensueño en Neuquén.

Turner visita sus posesiones con asiduidad, pero es poco común escuchar hablar de él. La última vez que se tuvo noticias de su presencia fue en marzo de 2014, cuando un cuadro de “apendicitis aguda” lo obligó a volar de urgencia en su avión privado hacia Buenos Aires.

A partir de la aprobación de la ley de tierras en 2011 se complicaron las compras por parte de los extranjeros. Sin embargo, la norma apenas ha podido evitar que las operaciones continúen bajo otras formas. “La ley es endeble y no anula la figura del testaferro. Tampoco impide que se compren tierras a través de Sociedades Anónimas u otras figuras por el estilo. Lo que sucede”, explica Sánchez, “es que son operaciones muy complejas y no es tan simple como decir ‘los extranjeros no pueden comprar más”.

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