La incapacidad de los partidos para pactar obliga a regresar a las urnas
Tras su reunión con el Rey, Pedro Sánchez dio por concluidos los esfuerzos negociadores y admitió que España está abocada a nuevas elecciones
Rafa de Miguel
Madrid, El País
Alguien tenía que pinchar el globo y el encargado fue Pedro Sánchez. Tras su reunión con el Rey, el líder socialista dio ayer por concluidos los esfuerzos negociadores y admitió que España está abocada a nuevas elecciones. El último golpe de efecto llegó de Valencia pocas horas antes, con una oferta in extremis de los nacionalistas de Compromís para formar un Gobierno de izquierdas que excluyese a Ciudadanos. El PSOE contraofertó: un Ejecutivo presidido por Sánchez, con independientes y sometido a una cuestión de confianza en dos años. La propuesta obtuvo el desdén de Albert Rivera y el rechazo de Podemos.
El bloqueo político ha concluido del peor modo posible. Los partidos han reconocido su incapacidad para constituir una mayoría de gobierno y se han resignado a una nueva convocatoria a las urnas para que resuelvan los ciudadanos lo que ellos no han podido resolver.
Hubo un último intento, pero se desvaneció en menos de una mañana sin dar tiempo a descifrar si se trataba de una nueva trampa o de una oferta sincera. Compromís, el partido valenciano liderado por Mònica Oltra, envió al PSOE un documento de 30 puntos que constituían un acuerdo mínimo de gobierno. El fondo de la propuesta, sin embargo, no era diferente de la realizada previamente por Podemos: un pacto de izquierdas que desplazara a Ciudadanos.
Pedro Sánchez respondió de inmediato con una contraoferta que admitía 27 de los 30 puntos y pretendía no violentar su acuerdo con Ciudadanos y abrir nuevas posibilidades: un Gobierno presidido por él y formado por personalidades independientes propuestas por el resto de formaciones, junto a un compromiso de someterse a los dos años a una cuestión de confianza y la garantía de que los Presupuestos Generales de esos dos años tuvieran apoyo.
Duró poco este último esfuerzo. La líder de Compromís rechazó con irritación la pretensión de Sánchez de presidir un Ejecutivo monocolor. Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, recibió con desdén la oferta de unos y la respuesta de otros y les recordó que para esa solución ni siquiera necesitaban los votos de su grupo.
Sin propuesta real
Pablo Iglesias, quien insistió en todo momento en que no conocía de antemano la oferta “a la valenciana”, la utilizó en cualquier caso para argumentar que “Pedro Sánchez había dicho ya demasiados noes”, para volver a enfatizar las supuestas cesiones que Podemos había realizado todo este tiempo y culpar al líder socialista de que un Gobierno de izquierdas no haya sido posible.
Desde la distancia, Mariano Rajoy observó este intercambio de reproches entre las fuerzas progresistas. Dejó que fuera su portavoz parlamentario, Rafael Hernando, el que calificara de “charlotada” este intento a la desesperada. “Los españoles no se merecen que el PSOE se siga arrastrando para buscar un acuerdillo de última hora”, dijo Hernando. Rajoy se reservaba el último turno. Él cerró la ronda de consultas con Felipe VI y en su comparecencia se limitó a volver a justificar su inacción estos meses con el argumento de que la única solución era una gran coalición entre PP y PSOE. Escuchados a todos, el Rey anunció que no iba a proponer nuevo candidato, lo que constitucionalmente conduce a nuevas elecciones.
Rafa de Miguel
Madrid, El País
Alguien tenía que pinchar el globo y el encargado fue Pedro Sánchez. Tras su reunión con el Rey, el líder socialista dio ayer por concluidos los esfuerzos negociadores y admitió que España está abocada a nuevas elecciones. El último golpe de efecto llegó de Valencia pocas horas antes, con una oferta in extremis de los nacionalistas de Compromís para formar un Gobierno de izquierdas que excluyese a Ciudadanos. El PSOE contraofertó: un Ejecutivo presidido por Sánchez, con independientes y sometido a una cuestión de confianza en dos años. La propuesta obtuvo el desdén de Albert Rivera y el rechazo de Podemos.
El bloqueo político ha concluido del peor modo posible. Los partidos han reconocido su incapacidad para constituir una mayoría de gobierno y se han resignado a una nueva convocatoria a las urnas para que resuelvan los ciudadanos lo que ellos no han podido resolver.
Hubo un último intento, pero se desvaneció en menos de una mañana sin dar tiempo a descifrar si se trataba de una nueva trampa o de una oferta sincera. Compromís, el partido valenciano liderado por Mònica Oltra, envió al PSOE un documento de 30 puntos que constituían un acuerdo mínimo de gobierno. El fondo de la propuesta, sin embargo, no era diferente de la realizada previamente por Podemos: un pacto de izquierdas que desplazara a Ciudadanos.
Pedro Sánchez respondió de inmediato con una contraoferta que admitía 27 de los 30 puntos y pretendía no violentar su acuerdo con Ciudadanos y abrir nuevas posibilidades: un Gobierno presidido por él y formado por personalidades independientes propuestas por el resto de formaciones, junto a un compromiso de someterse a los dos años a una cuestión de confianza y la garantía de que los Presupuestos Generales de esos dos años tuvieran apoyo.
Duró poco este último esfuerzo. La líder de Compromís rechazó con irritación la pretensión de Sánchez de presidir un Ejecutivo monocolor. Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, recibió con desdén la oferta de unos y la respuesta de otros y les recordó que para esa solución ni siquiera necesitaban los votos de su grupo.
Sin propuesta real
Pablo Iglesias, quien insistió en todo momento en que no conocía de antemano la oferta “a la valenciana”, la utilizó en cualquier caso para argumentar que “Pedro Sánchez había dicho ya demasiados noes”, para volver a enfatizar las supuestas cesiones que Podemos había realizado todo este tiempo y culpar al líder socialista de que un Gobierno de izquierdas no haya sido posible.
Desde la distancia, Mariano Rajoy observó este intercambio de reproches entre las fuerzas progresistas. Dejó que fuera su portavoz parlamentario, Rafael Hernando, el que calificara de “charlotada” este intento a la desesperada. “Los españoles no se merecen que el PSOE se siga arrastrando para buscar un acuerdillo de última hora”, dijo Hernando. Rajoy se reservaba el último turno. Él cerró la ronda de consultas con Felipe VI y en su comparecencia se limitó a volver a justificar su inacción estos meses con el argumento de que la única solución era una gran coalición entre PP y PSOE. Escuchados a todos, el Rey anunció que no iba a proponer nuevo candidato, lo que constitucionalmente conduce a nuevas elecciones.