Juventus, una remontada legendaria

Turin, As
“Hablar de Scudetto ahora no tiene sentido”, “Con 40 años no me apetece hacer el ridículo”. Era el pasado 28 de octubre cuando Max Allegri y Gigi Buffon pronunciaron esas frases. La Juve acababa de perder con el Sassuolo, sumaba apenas 12 puntos tras 10 jornadas y el primer puesto, entonces ocupado por el Roma, estaba lejos 11 puntos. Relatan que tras este batacazo, el técnico hizo cuentas: su objetivo era llegar a la Navidad con una desventaja de 4 puntos. Lo que ocurrió fue mucho mejor: en las siguientes 25 jornadas, la Vecchia Signora triunfó 24 veces y empató una. Trabajó como una hormiguita, partido a partido, y sus rivales cayeron como moscas.


Y la cima de la tabla volvió a ser suya el 13 de febrero, cuando sufriendo y con algo de suerte derrotó al Nápoles 1-0 gracias a un gol de Zaza en el 88'. A partir de aquel momento no la dejó más, y marcarle un gol se hizo imposible. En toda la segunda vuelta apenas encajó 3 goles, gracias también a los milagros del eterno Gigi Buffon, que batió el récord de imbatibilidad de la Serie A (973 minutos) y todavía no está cansado, puesto que ayer prometió jugar dos temporadas más. Las últimas esperanzas de los azzurri se agotaron ayer: su derrota en Roma desató la fiesta en Vinovo, Turín y en las ciudades de Italia donde viven tifosi bianconeri, es decir, en casi todas.

Es el Scudetto número 32, el quinto consecutivo – una hazaña que la Vecchia Signora no lograba desde los años '30 – y fue celebrado a lo grande. Se recordará como el de la remontada, el que certifica la intocable dominación bianconera en el Bel Paese. “Ni regalando diez jornadas nos lo sabéis quitar”, gritaban ayer los aficionados, que se mofaron de las portadas que en octubre hablaban de una Juve muerta. Algo que subrayó ayer el mismo Allegri (“decían que tenían que echarme...”), un técnico que mostró una vez más su capacidad de adaptarse a cualquier dificultad cambiando de piel y dibujo (3-5-2, 4-3-1-2, 4-4-2...) sin agobiarse nunca, tampoco ante las lesiones (¡y fueron más de 50!) o ante las ventas de pilares como Pirlo, Vidal y Tévez.

El mister gestionó su gran plantilla con sabiduría, recuperando la magia de Pogba (que ya olvidó el agobio que suponía llevar el 10) insertando poco a poco a Dybala hasta lograr su explosión definitiva y sacando lo mejor de Khedira, Mandžukic y Alvaro Morata. El español, que ayer logró el noveno título de su carrera con apenas 23 años, no fue titular fijo, pero marcó 11 goles y fue muchas veces decisivo (la última, este domingo en Florencia). Justo por eso, nadie quiere desprenderse de él: la opción de recompra blanca es una espada de Damocles y el chaval todavía no dejó clara su decisión. Habrá tiempo para pensarlo: ayer tocaba celebrar, y pronto tocará volver a trabajar. Faltan tres jornadas y una final de Copa Italiana para ganar. Y eso para la Vecchia Signora no solo es importante: como dice su lema, “es lo único que cuenta”.

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