Expertas señalan que no hay paridad en el poder político si las mujeres son la mitad de los ‘levanta manos’
La Paz, ANF
La paridad sin autonomía en la toma de decisiones se convierte en un enunciado y reproduce las más diversas formas de violencia según las expertas que participaron en el conversatorio internacional sobre violencia de género y feminicidio organizado por el CIDEM.
A nivel mundial Bolivia es el segundo país, luego de Ruanda, con la mayor participación y representación de mujeres en el poder político pero según Sonia Montaño, socióloga y feminista boliviana, “no basta ser la misma cantidad de hombres y mujeres en los espacios de toma de decisiones, si las mujeres no tienen autonomía”.
En varios países de América Latina, explicaron la argentina Rita Segato y la peruana Gina Vargas, hay menos mujeres en el parlamento pero son capaces de hacer alianzas transversales entre los bloques de oposición y oficialismo para luchar contra las diferentes dimensiones de la violencia mostrando que hay agendas y luchas que van más allá de una tendencia política.
“Ahora las mujeres no podemos decir que no estamos en el poder, pero si las mujeres son la mitad de los ‘levanta manos’ se deteriora nuestra lucha”, advirtió Montaño. Lamentó que las mujeres en el poder “no se diferencien y actúen por consigna, y sólo abran la boca cuando se ataca a quienes son del oficialismo y guarden silencio cuando se violan los derechos humanos de quienes son de la oposición, mostrando que ni siquiera pueden ser solidarias con otras mujeres”.
En criterio de las expertas, en un estado de derecho, el contexto general de falta de democracia e institucionalidad se expresa en los altos niveles de violencia y polarización que retrasan los avances en materia de derechos y dejan muchas interrogantes respecto a la capacidad de ejercicio efectivo del poder por parte de las mujeres.
Advirtieron que la violencia es multicausal y debe ser analizada a partir de varias dimensiones de la autonomía: física, económica y política. Aseguraron que en el contexto de los gobiernos populistas hubo importantes avances pero también problemas referidos a la reglamentación de las leyes aprobadas, su aplicabilidad, la falta de información estadística confiable y la débil capacidad de gestión y monitoreo, con miras a convertir dichas normas en programas sostenibles desde el punto de vista político y financiero.
En lo referente a la autonomía física, Vargas aclaró que “los claroscuros son más marcados, pues si bien, por ejemplo, hay progresos muy importantes en materia de mortalidad materna, la situación es preocupante en relación con la maternidad adolescente, un fenómeno que está en aumento y es un problema general en la región”.
Recordó que la capacidad de generar ingresos propios y controlar los activos y recursos (autonomía económica), el control sobre el propio cuerpo (autonomía física) y la plena participación en las decisiones que afectan su vida y a su colectividad (autonomía en la toma de decisiones) son los tres pilares de la igualdad de género y de una ciudadanía paritaria.
Por su parte, Segato aseguró que “la conquista nunca terminó, todos los días sigue sucediendo y persiste la pedagogía de la crueldad y de la opresión, y cuando el tiempo de la política atraviesa a los pueblos también atraviesa la vida de las mujeres”, por lo que es importante diferenciar los contextos rurales y especificar la realidad de las mujeres indígenas.
Montaño, explicó que este primer conversatorio da continuidad a la historia de diálogo que siempre propició el CIDEM sobre aquellos temas considerados críticos para la agenda de las mujeres. El desafío, dijo, es “pensar cómo cambiamos el sentido común de legisladores, medios de comunicación y sociedad para que en lugar de ver a las mujeres como víctimas y las vean como sujetos de derechos”.
La paridad sin autonomía en la toma de decisiones se convierte en un enunciado y reproduce las más diversas formas de violencia según las expertas que participaron en el conversatorio internacional sobre violencia de género y feminicidio organizado por el CIDEM.
A nivel mundial Bolivia es el segundo país, luego de Ruanda, con la mayor participación y representación de mujeres en el poder político pero según Sonia Montaño, socióloga y feminista boliviana, “no basta ser la misma cantidad de hombres y mujeres en los espacios de toma de decisiones, si las mujeres no tienen autonomía”.
En varios países de América Latina, explicaron la argentina Rita Segato y la peruana Gina Vargas, hay menos mujeres en el parlamento pero son capaces de hacer alianzas transversales entre los bloques de oposición y oficialismo para luchar contra las diferentes dimensiones de la violencia mostrando que hay agendas y luchas que van más allá de una tendencia política.
“Ahora las mujeres no podemos decir que no estamos en el poder, pero si las mujeres son la mitad de los ‘levanta manos’ se deteriora nuestra lucha”, advirtió Montaño. Lamentó que las mujeres en el poder “no se diferencien y actúen por consigna, y sólo abran la boca cuando se ataca a quienes son del oficialismo y guarden silencio cuando se violan los derechos humanos de quienes son de la oposición, mostrando que ni siquiera pueden ser solidarias con otras mujeres”.
En criterio de las expertas, en un estado de derecho, el contexto general de falta de democracia e institucionalidad se expresa en los altos niveles de violencia y polarización que retrasan los avances en materia de derechos y dejan muchas interrogantes respecto a la capacidad de ejercicio efectivo del poder por parte de las mujeres.
Advirtieron que la violencia es multicausal y debe ser analizada a partir de varias dimensiones de la autonomía: física, económica y política. Aseguraron que en el contexto de los gobiernos populistas hubo importantes avances pero también problemas referidos a la reglamentación de las leyes aprobadas, su aplicabilidad, la falta de información estadística confiable y la débil capacidad de gestión y monitoreo, con miras a convertir dichas normas en programas sostenibles desde el punto de vista político y financiero.
En lo referente a la autonomía física, Vargas aclaró que “los claroscuros son más marcados, pues si bien, por ejemplo, hay progresos muy importantes en materia de mortalidad materna, la situación es preocupante en relación con la maternidad adolescente, un fenómeno que está en aumento y es un problema general en la región”.
Recordó que la capacidad de generar ingresos propios y controlar los activos y recursos (autonomía económica), el control sobre el propio cuerpo (autonomía física) y la plena participación en las decisiones que afectan su vida y a su colectividad (autonomía en la toma de decisiones) son los tres pilares de la igualdad de género y de una ciudadanía paritaria.
Por su parte, Segato aseguró que “la conquista nunca terminó, todos los días sigue sucediendo y persiste la pedagogía de la crueldad y de la opresión, y cuando el tiempo de la política atraviesa a los pueblos también atraviesa la vida de las mujeres”, por lo que es importante diferenciar los contextos rurales y especificar la realidad de las mujeres indígenas.
Montaño, explicó que este primer conversatorio da continuidad a la historia de diálogo que siempre propició el CIDEM sobre aquellos temas considerados críticos para la agenda de las mujeres. El desafío, dijo, es “pensar cómo cambiamos el sentido común de legisladores, medios de comunicación y sociedad para que en lugar de ver a las mujeres como víctimas y las vean como sujetos de derechos”.