El padre de Macri sale en defensa de su hijo por la empresa en Bahamas
El empresario Franco Macri aclara que el presidente argentino "no tuvo participación en el capital" de Fleg Trading Ltd, revelada en los papeles de Panamá
Carlos E. Cué
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
Mauricio Macri ha recibido el auxilio de su padre, Franco Macri, uno de los hombres más ricos de la Argentina, en el escándalo por la empresa descubierta a su nombre en Bahamas por la investigación periodística “Panamá Papers”. El empresario dijo que Fleg Trading Ltd era de su propiedad y explicó que si su hijo figuró como director ha sido sólo “en el marco de la confianza que exigía la dinámica de los negocios del grupo familiar en aquella época". “Fue una mera formalidad, tampoco percibió sumas de dinero por ocupar tal posición", dijo Franco Macri. La empresa “fue debidamente declarada ante las autoridades competentes, en especial, frente a las autoridades fiscales en la República Argentina", agregó, en línea con la versión que ha sostenido la Casa Rosada desde el inicio del crisis política.
La aparición en escena del padre de Macri es medida de hasta donde preocupa al Ejecutivo la magnitud de las revelaciones. Mauricio Macri ha mantenido siempre una prudente distancia con su padre, sobre todo cuando decidió forjarse un nombre propio, sin el peso del apellido familiar. Así lo hizo cuando se lanzó como dirigente deportivo en Boca Juniors a mediados de los años 90 y mucho más cuando decidió buscar la presidencia del país. De hecho, los esfuerzos de Macri por despegarse de la imagen de poderoso empresario que arrastraba entonces ocuparon buena parte de su campaña electoral.
El escándalo por la aparición de Macri en los papeles de Panamá es ya la mayor crisis del nuevo Gobierno argentino. Todo el Ejecutivo se ha puesto en marcha para intentar frenarla y para proteger al presidente, que atraviesa un momento complicado. El escudo elegido por Macri ha sido como siempre su fiel escudero Marcos Peña, jefe de Gabinete y su mano derecha ya cuando era alcalde de Buenos Aires. Macri decidió enviar a Peña a una conferencia de prensa para dar las explicaciones, en vez de salir él como le reclamaron varios periodistas. El presidente se había limitado el día anterior a una escueta respuesta en una entrevista sin aportar detalles ni papeles.
Si había dudas de la gravedad que ha alcanzado el caso para la imagen de Macri bastaba seguir esa durísima rueda de prensa de Peña, monopolizada por los Papeles de Panamá con una decena de preguntas de las que el jefe de Gabinete salía como podía. Sin aportar un solo documento, Peña insistía una y otra vez: “Estamos convencidos de que el presidente ha declarado todos sus activos, estamos tranquilos, el presidente no tiene ningún activo no declarado, no hay ninguna cuenta en el exterior, esa empresa fue declarada por Franco Macri. Son sociedades que no tienen movimientos”.
En todo momento Peña apeló al padre del presidente, el otro escudo que se ha puesto rápidamente para proteger a su hijo. “Hay que distinguir entre el lavado de dinero, que combatimos, y estas empresas que se constituyen para invertir y se declaran, nos gusten más o menos”, le ayudaba el ministro de Justicia, Germán Garavano. Los periodistas volvían a la carga una y otra vez, mostrando que el asunto está muy lejos de estar controlado. Varios le recriminaron que no hayan entregado los papeles. Seguramente será el próximo paso para frenar una crisis inesperada que aparentemente está perjudicando mucho la imagen del presidente aunque aún no hay encuestas que lo midan.
Los papeles de Panamá han golpeado en el corazón del discurso de transparencia sostenido por Macri, materializado hasta ahora con la reactivación de causas anticorrupción contra hombres clave del entorno de Cristina Kirchner (2007-2005), como el exministro de Transporte Ricardo Jaime, ya preso. Tampoco llegaron en un buen momento político. Sucede que el presidente ha decidido arriesgar buena parte de su popularidad, todavía alta a cuatro meses de asumido, con una batería de medidas impopulares pero “necesarias”, según la apreciación oficial. Desde la semana pasada, los argentinos han visto como hasta se triplicaba el valor del transporte y de las tarifas de servicios básicos como el gas, la electricidad y el agua. A eso se sumó el despido de centenares de empleados públicos, con el consiguiente aumento de la tensión social. Los papales de Panamá no han hecho más que complicar las cosas.
Carlos E. Cué
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
Mauricio Macri ha recibido el auxilio de su padre, Franco Macri, uno de los hombres más ricos de la Argentina, en el escándalo por la empresa descubierta a su nombre en Bahamas por la investigación periodística “Panamá Papers”. El empresario dijo que Fleg Trading Ltd era de su propiedad y explicó que si su hijo figuró como director ha sido sólo “en el marco de la confianza que exigía la dinámica de los negocios del grupo familiar en aquella época". “Fue una mera formalidad, tampoco percibió sumas de dinero por ocupar tal posición", dijo Franco Macri. La empresa “fue debidamente declarada ante las autoridades competentes, en especial, frente a las autoridades fiscales en la República Argentina", agregó, en línea con la versión que ha sostenido la Casa Rosada desde el inicio del crisis política.
La aparición en escena del padre de Macri es medida de hasta donde preocupa al Ejecutivo la magnitud de las revelaciones. Mauricio Macri ha mantenido siempre una prudente distancia con su padre, sobre todo cuando decidió forjarse un nombre propio, sin el peso del apellido familiar. Así lo hizo cuando se lanzó como dirigente deportivo en Boca Juniors a mediados de los años 90 y mucho más cuando decidió buscar la presidencia del país. De hecho, los esfuerzos de Macri por despegarse de la imagen de poderoso empresario que arrastraba entonces ocuparon buena parte de su campaña electoral.
El escándalo por la aparición de Macri en los papeles de Panamá es ya la mayor crisis del nuevo Gobierno argentino. Todo el Ejecutivo se ha puesto en marcha para intentar frenarla y para proteger al presidente, que atraviesa un momento complicado. El escudo elegido por Macri ha sido como siempre su fiel escudero Marcos Peña, jefe de Gabinete y su mano derecha ya cuando era alcalde de Buenos Aires. Macri decidió enviar a Peña a una conferencia de prensa para dar las explicaciones, en vez de salir él como le reclamaron varios periodistas. El presidente se había limitado el día anterior a una escueta respuesta en una entrevista sin aportar detalles ni papeles.
Si había dudas de la gravedad que ha alcanzado el caso para la imagen de Macri bastaba seguir esa durísima rueda de prensa de Peña, monopolizada por los Papeles de Panamá con una decena de preguntas de las que el jefe de Gabinete salía como podía. Sin aportar un solo documento, Peña insistía una y otra vez: “Estamos convencidos de que el presidente ha declarado todos sus activos, estamos tranquilos, el presidente no tiene ningún activo no declarado, no hay ninguna cuenta en el exterior, esa empresa fue declarada por Franco Macri. Son sociedades que no tienen movimientos”.
En todo momento Peña apeló al padre del presidente, el otro escudo que se ha puesto rápidamente para proteger a su hijo. “Hay que distinguir entre el lavado de dinero, que combatimos, y estas empresas que se constituyen para invertir y se declaran, nos gusten más o menos”, le ayudaba el ministro de Justicia, Germán Garavano. Los periodistas volvían a la carga una y otra vez, mostrando que el asunto está muy lejos de estar controlado. Varios le recriminaron que no hayan entregado los papeles. Seguramente será el próximo paso para frenar una crisis inesperada que aparentemente está perjudicando mucho la imagen del presidente aunque aún no hay encuestas que lo midan.
Los papeles de Panamá han golpeado en el corazón del discurso de transparencia sostenido por Macri, materializado hasta ahora con la reactivación de causas anticorrupción contra hombres clave del entorno de Cristina Kirchner (2007-2005), como el exministro de Transporte Ricardo Jaime, ya preso. Tampoco llegaron en un buen momento político. Sucede que el presidente ha decidido arriesgar buena parte de su popularidad, todavía alta a cuatro meses de asumido, con una batería de medidas impopulares pero “necesarias”, según la apreciación oficial. Desde la semana pasada, los argentinos han visto como hasta se triplicaba el valor del transporte y de las tarifas de servicios básicos como el gas, la electricidad y el agua. A eso se sumó el despido de centenares de empleados públicos, con el consiguiente aumento de la tensión social. Los papales de Panamá no han hecho más que complicar las cosas.