El misógino Donald Trump

El republicano ejerce una actitud cavernícola hacia quienes son más de la mitad de la raza humana

Yolanda Monge
Washington, El País
Si se consulta en el diccionario americano de inglés Merrian-Webster la definición de misógino el resultado es el odio hacia las mujeres. Pero a estas alturas del ciclo electoral estadounidense, cuando parecía difícil que el favorito republicano para la nominación a la Casa Blanca pudiera caer más bajo, bien podría aparecer la fotografía de Donald Trump como definición de la palabra griega misogynia.


Escribía esta semana Franklin Foer en Slate que si hay algo sobre lo que Trump no ha cambiado de opinión a lo largo del tiempo es en su odio hacia las mujeres. “Existe una ideología que abraza con sinceridad y practica con inquebrantable fervor: la misoginia”, argumenta Foer sobre Trump tras establecer que respecto a la sanidad pública, el tamaño del Gobierno o la tasación impositiva, entre otros temas, ha fluctuado ampliamente en las últimas décadas.

Trump presume de sus conquistas sexuales, se burla de las mujeres por su aspecto físico y reta a la competición a otros hombres sobre quién tiene la esposa más sexi. Esta semana llegó su último insulto a más de la mitad de la raza humana cuando sugirió el pasado miércoles que las mujeres que se sometan a un aborto deberían de sufrir “algún tipo de castigo”. Ni siquiera el movimiento provida va tan lejos, al contemplar a las mujeres y los no nacidos como víctimas y nunca como culpables.

Trump no sabe de lo que habla

La avalancha de críticas fue feroz y Trump se retractaba de sus palabras en pocas horas. Pero la polémica estaba servida y probaba dos cosas. La primera es que Trump no sabe lo que dice sobre la mayoría de los asuntos de los que opina, lo que en sí ya es terriblemente peligroso para un hombre que quizá podría acceder al despacho más poderoso del planeta. La segunda deja de manifiesto su aversión sobre el género femenino, su misoginia.

Afortunadamente, parece que las mujeres han captado el mensaje que lanza sin ambages el extravagante multimillonario. En octubre, el 57% del electorado femenino tenía una opinión desfavorable de él. El último sondeo eleva esa cifra hasta casi el 75%. Preocupante es lo que sucede con el restante 25%...

Entrevistado por el periodista de MSNBC Chris Matthews, Trump se sumó a las filas de los intransigentes entre los intransigentes y quiso devolver el calendario a antes de 1973, cuando el aborto era una práctica ilegal en Estados Unidos. Todo a pesar de que la mayoría de los norteamericanos no tiene una visión extremista del aborto, son favorables a restringirlo, en ocasiones hasta casi hacerlo inviable, pero no sacarlo de la práctica legal.

Castigar a las mujeres que aborten

Matthews preguntó al magnate si una vez que el aborto fuera ilegal castigaría a las mujeres que lo practicaran.

“La respuesta es que tiene que haber algún tipo de castigo, sí”, dijo Trump.

“Pero, entonces, el hombre que deja embarazada a esa mujer debería de ser castigado también”, preguntó el periodista siguiendo la lógica del empresario.

“Yo diría que no”, dijo Trump sin atisbo de duda.

Matthews tuvo poco más que decir excepto que aquellos últimos suelen tener algo que ver en el proceso en el cual una mujer se queda embarazada.

“Justo cuando uno creía que esto no podía ponerse peor. Espeluznante”, tuiteaba Hillary Clinton, candidata demócrata a la nominación, respecto a la opinión de Trump. Su rival, el senador Bernie Sanders, se limitaba a decir: “No sé en qué mundo vive esta persona”. Muchos cronistas citaban el pasado jueves un estudio del Instituto Guttmacher como prueba, entre otras cosas, de lo que insinuaba Sanders, que Trump vive en la irrealidad absoluta. El estudio concluye que 1 de cada 3 mujeres estadounidenses se ha sometido a un aborto a lo largo de su vida.

La declaración de Trump sobre el aborto ha encendido todas las alarmas. Pero su misoginia existe y se manifiesta públicamente desde que Trump es Donald Trump y su padre le coronó rey, lo que significaba que podía establecer sus propias reglas.
"Cerdas gordas"
El misógino Donald Trump

Trump inició la campaña electoral arremetiendo contra una periodista de la cadena FOX que le reprendió por llamar a las mujeres “cerdas gordas”, “perras” y otras lindezas. La manera de salir del paso de Trump fue alegar que la redactora, Megyn Kelly, era una “bimbo”, “un peso ligero” que debía de estar de mal humor porque le salía “sangre de salve sea la parte” (en referencia a su periodo menstrual). Trump avanzó en la nominación insultando a Carly Fiorina, contrincante en la carrera electoral, diciendo que era demasiado fea para ser presidenta. Y prosiguió Trump en estos últimos días atacando a la mujer de su actual rival republicano, Ted Cruz, a la que colocó en una foto poco favorecedora al lado de su esposa, la modelo Melania Trump, bajo el lema “una imagen vale más que mil palabras”.

Nada de esto es nuevo si se revisa la biografía de Trump. Y ni siquiera hace falta lupa para buscar datos desagradables porque él mismo está orgulloso de su misoginia, a pesar de que insista en esta letanía: “Respeto a las mujeres, adoro a los mujeres, amo a las mujeres”.

El candidato Trump suele clasificar a las mujeres en una escala del 1 al 10. “Una mujer sin pecho es muy difícil que tenga un 10”, explicó Trump hace algunos años al polémico periodista radiofónico Howard Stern. A Stern le gustaba hablar de sexo con Trump en las ondas. Así llegaron a la conclusión de que al magnate le fascinaba Lady Di, la princesa de Gales, quien había fallecido unos meses antes en 1997. Trump declaró que se hubiera acostado con ella “sin dudarlo”. “Tenía la altura perfecta, la belleza, la piel ideal”, rememoró el multimillonario, quién añadió a continuación: ·”Estaba loca, pero ese es un detalle menor”.

Con otro reportero, el comentarista de FOX Tucker Carlson, Trump mantuvo un altercado que el magnate resolvió dejando a este un mensaje de voz en su contestador automático. “Es cierto que tienes mejor pelo que yo, pero yo consigo más coños”.

Existe un detalle brutal en la vida privada de Donald Trump que le define como el macho Alpha de la edad de las cavernas que es. Según recoge en un libro el ya fallecido Harry Hurt, Trump asaltó sexualmente a su hoy exesposa Ivanka en 1989. Trump acababa de regresar a casa tras someterse a una dolorosa intervención de reducción de calvicie por un doctor que le recomendó Ivanka y no paraba de quejarse. Culpaba a esta de su desgracia. “Mientras agarraba con fuerza a Ivanka de los brazos comenzó a arrancarse el cabello de la cabeza y luego procedió a arrancar la ropa a su mujer”, describe Hurt en el libro The Lost Tycoon: The Many Lives of Donald J. Trump (El Último Magnate: las Muchas Vidas de Donald J. Trump). “Entonces, [Trump] mete por la fuerza su pene dentro de ella por primera vez en más de 16 meses. Ivanka está aterrada… es un asalto violento. Según versiones que ella repite a algunos de sus más cercanos confidentes, ‘me violó’”.

La campaña de Trump negó el verano pasado el hecho cuando se rescató del olvido. Cuando Hurt escribió el libro, los abogados del empresario obligaron al escritor a incluir una nota redactada por Ivanka que suavizaba el episodio. “Como mujer, me sentí violada, ya que el amor y la ternura que normalmente exhibía hacia mí estaban ausentes. Me referí a lo sucedido como una violación pero no quiero que mis palabras se interpreten en un sentido literal o criminal”.

De nuevo, el diccionario Merrian-Webster. Violación: “Apoderarse o tomar algo por la fuerza”.

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