El mejor Torres sigue aquí

Madrid, As
Koke-Torres. Torres-Koke. Su conexión letal es el principio y final de un Atleti que aspira a todo. Uno ha recuperado la brújula en la pierna derecha; el otro, todo su instinto. Entre los dos convirtieron en goleada un partido en el que el Espanyol golpeó primero. Pero el Atleti sabe devolver los golpes como nadie: un derechazo, un zurdazo, un cabezazo y a la lona. El Barça ya puede sentir todo su aliento en la nuca. Pero es que está ahí. A dos partidos, dos fallos. Sólo tres puntos (y el goalaverage) les separan en Liga. Los rojiblancos están que asustan en el tramo que cuenta de la temporada.


Lo demostraron en Cornellá y eso que, en los primeros minutos, el partido no tuvo dueño. No dominaba el Espanyol, rascando, con mucho músculo en el centro, y tampoco lo hacía el Atlético, que cedió el control sin pena. Y así se iban descontando los minutos. A Galca le estaba saliendo el plan: poblar la banda derecha, llenarla de piernas, para taponar las idas y venidas de Carrasco y Filipe. Pero por mucho hombre o músculo que se interponga, el talento siempre encuentra un resquicio. Aquí fue el de Torres, que acarició el gol.

El Niño recibió el balón de Carrasco en la esquina del área y, con un movimiento rápido de cintura, se quitó de encima a Roco y Álvaro, ganó el espacio y picó el balón. Sólo el larguero impidió que entrara. Y ese golpetazo del balón en la madera fue como un silbido inicial: los dos equipos se desataron, las ocasiones comenzaron a sucederse en las áreas y, con ellas, llegó el gol.

Lo hizo Diop, el último experto en la modalidad del balón parado. En las dos últimas jornadas había marcado tras un córner a Athletic y Málaga y repitió patrón: botó Asensio, saltó solo, le cruzó el balón a Oblak. Juanfran, que debía estar, no estaba: dejó de mirarle un segundo y le hizo un roto en forma de gol. Siete minutos tardó Torres en arreglarlo.

Torres, que vuelve a ser quien fue, el héroe, el referente, ese delantero de definición mortal. Pero es que, si tiene a Koke cerca, es fácil: su pierna derecha siempre sabe cómo encontrarle, siempre sabe dónde está. Ocurrió ante el Betis, pasó ante el Barça, se repitió en Cornellá: Koke, sin mirar, filtra un balón entre los centrales, control orientado de El Niño y golpeo con la derecha, abajo, sin que esta vez haya madera capaz de frenar el balón en su camino a la red. Golazo. El sexto en mes y medio, su 105 con la rojiblanca. Si alguna vez la renovación estuvo lejos, ya no. Descabellado ya no suena, si quiera, su regreso a La Roja. Se lo ha ganado gol a gol, partido a partido.

La caseta devolvió a los dos equipos al comienzo del partido: no dominaba ninguno, las áreas no se pisaban. Pero antes de que a Simeone le diera tiempo a intentar agitarlo desde el banquillo, sacando a Correa y Thomas, sentando a Carrasco y Griezmann, el francés hizo el 1-2. Fue padre el jueves y no quería irse de Cornellá sin un gol para su hija. Augusto conectó con Torres, Torres buscó a Koke y Koke se sacó de la bota otro pase medido para la incorporación de Griezmann, que le cruzó a Pau el balón. Jugada deliciosa. Remontada culminada.

Antes del final pudo redondearla Torres, con un disparo lejano. O Koke, de volea. O Correa, que cruzó demasiado el balón al culminar una contra. Y, ahí, en la falta de definición del Atleti, volvió a asomar el Espanyol. Lo intentó Abraham con un cabezazo, lo buscó Gerard con un remate raso cargado de peligro. Pero aquí también ha cambiado el Atleti: ni sufre ya. En el 88’, Torres y Koke intercambiaron papeles y le pusieron el lazo al partido. Asistió el primero, goleó el segundo, celebraron todos. Que llegue ya el miércoles, y la Champions, y el Barça, que el Atleti está preparado.

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