El Inter ganó el primer partido sin italianos de la Serie A
Milan, As
El Inter blindó el cuarto puesto superando 3-1 al Udinese en San Siro, en un partido que, más que por los goles, se recordará por los 22 jugadores que salieron de inicio. Por primera vez en la historia del Calcio, de hecho, entre los titulares no figuraba ni un italiano (mientras que en la segunda mitad, al menos, D'Ambrosio y Pasquale sustituyeron a Biabiany y Edenilson). Un dato que demuestra el fracaso a día de hoy de la reforma que quiso la Federcalcio (plantillas de máximo 25 jugadores con 8 italianos) y la crisis que vive el deporte rey en el Bel Paese, donde los talentos de las últimas décadas son un recuerdo lejano.
El partido se complicó enseguida para los de Mancini, que después de apenas 9 minutos encajaron el 0-1: Thereau aprovechó un perfecto pase largo de Badu, que sorprendió a Murillo y Miranda, y batió a Handanovic con una preciosa volea. A partir de entonces los nerazzurri se hicieron con el control del balón, hasta que, poco antes del descanso, Jovetic empujó entre palos un centro de Icardi, poniendo fin a una sequía que duró una vuelta entera (su último tanto fue justo ante los bianconeri, en la ida).
En la reanudación, tras haber sufrido un gran susto con el larguero golpeado por Bruno Fernandes, los de Mancini crecieron y completaron la remontada otra vez con Jovetic, que finalizó una gran jugada armada por Brozovic y Biabiany. El Udinese, que quería sellar su salvación, no se rindió y volvió a hacer temblar San Siro con Thereau y Duván Zapata, pero (como casi siempre) apareció Handanovic que salvó a los suyos. Un contragolpe, además, consintió a Eder marcar por fin su primer gol con la elástica nerazzurra (el número 13 en este curso, que empezó en la Samp) y la noche del Inter – que en las gradas recibió a los dirigentes chinos del Suning Commerce Group, en negociaciones con Thohir para la compra del 20% del club – acabó con una sonrisa, tras el partido que el fútbol italiano nunca había vivido. Y que, por su bien, espera no vivir nunca más.
El Inter blindó el cuarto puesto superando 3-1 al Udinese en San Siro, en un partido que, más que por los goles, se recordará por los 22 jugadores que salieron de inicio. Por primera vez en la historia del Calcio, de hecho, entre los titulares no figuraba ni un italiano (mientras que en la segunda mitad, al menos, D'Ambrosio y Pasquale sustituyeron a Biabiany y Edenilson). Un dato que demuestra el fracaso a día de hoy de la reforma que quiso la Federcalcio (plantillas de máximo 25 jugadores con 8 italianos) y la crisis que vive el deporte rey en el Bel Paese, donde los talentos de las últimas décadas son un recuerdo lejano.
El partido se complicó enseguida para los de Mancini, que después de apenas 9 minutos encajaron el 0-1: Thereau aprovechó un perfecto pase largo de Badu, que sorprendió a Murillo y Miranda, y batió a Handanovic con una preciosa volea. A partir de entonces los nerazzurri se hicieron con el control del balón, hasta que, poco antes del descanso, Jovetic empujó entre palos un centro de Icardi, poniendo fin a una sequía que duró una vuelta entera (su último tanto fue justo ante los bianconeri, en la ida).
En la reanudación, tras haber sufrido un gran susto con el larguero golpeado por Bruno Fernandes, los de Mancini crecieron y completaron la remontada otra vez con Jovetic, que finalizó una gran jugada armada por Brozovic y Biabiany. El Udinese, que quería sellar su salvación, no se rindió y volvió a hacer temblar San Siro con Thereau y Duván Zapata, pero (como casi siempre) apareció Handanovic que salvó a los suyos. Un contragolpe, además, consintió a Eder marcar por fin su primer gol con la elástica nerazzurra (el número 13 en este curso, que empezó en la Samp) y la noche del Inter – que en las gradas recibió a los dirigentes chinos del Suning Commerce Group, en negociaciones con Thohir para la compra del 20% del club – acabó con una sonrisa, tras el partido que el fútbol italiano nunca había vivido. Y que, por su bien, espera no vivir nunca más.