Detenido en Argentina un empresario cercano a Cristina Kirchner
Lázaro Báez deberá responder en una causa por lavado de dinero
Carlos E. Cué
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
La embestida judicial contra el entorno de Cristina Kirchner no se detiene. El sábado terminó en la cárcel un exsecretario de Transporte de la gestión kirchnerista, Ricardo Jaime. Hoy ha sido el turno de Lázaro Báez, un próspero empresario de la construcción sin cargos en la función pública pero de estrecha relación con la expresidenta y su marido, el fallecido Nestor Kirchner. El juez Sebastián Casanello ordenó su captura en el marco de un expediente que investiga supuestas maniobras de lavado de dinero. El empresario aterrizó el martes por la tarde con su avión privado en el aeropuerto de San Fernando, 15 kilómetros al norte de Buenos Aires, donde lo esperaba la policía aeroportuaria y también las cámaras de televisión, que siguieron en vivo todo el operativo.
El juez decidió emitir la orden de captura cuando se enteró del viaje de Báez desde la ciudad patagónica de Río de Gallegos, en la provincia de Santa Cruz, donde vive, ante el temor de una posible fuga. Ante los policías que lo detuvieron el empresario dijo que voló hacia Buenos Aires, justamente, para declarar ante el juez el jueves, cuando tenían fecha su indagatoria.
En todo caso, ha sido una detención de alto impacto político y, por qué no, mediático. El enriquecimiento acelerado de Báez y su cercanía con los Kirchner lo ha convertido en blanco de sospechas de corrupción. Báez era un cajero del Banco Provincia cuando conoció a Kirchner, entonces alcalde de Río Gallegos. Y se apuntó a su estela. Desde que su amigo se hizo gobernador, y después presidente, el cajero inició una carrera ascendente que lo ha llevado a lograr hasta 800 millones de dólares en contratos públicos en 10 años. Con ese dinero ha comprado 263.000 hectáreas de terreno hasta convertirse en un gran terrateniente. Y también adquirió casi todas las empresas de obra pública de la zona, hasta hacerse con la mayoría del mercado. Báez se hizo muy rico y se construyó una espectacular mansión a las afueras de Río Gallegos.
Las investigaciones judiciales en su contra se iniciaron durante el kirchnerismo, pero a paso lento. Con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia han tomado una velocidad de vértigo y Báez ha terminado preso. Lo cierto es que el conglomerado económico creado durante 12 años de kirchnerismo se está viniendo abajo no solo por la falta de apoyo político sino por la evidente animadversión del Gobierno de Macri, que está poniendo contra las cuerdas a los iconos de ese imperio. El empresario más poderoso del mundo kirchnerista, Cristóbal López, ya ha padecido la intervención judicial de su empresa más emblemática, Oil Combustibles. Los jueces arrinconaron luego a Jaime, acusado de pagar sobreprecios por trenes comprados a España y Portugal, que resultaron inservibles. Y ahora ha sido Báez.
La imagen pública del empresario tocó fondo días atrás, cuando la televisión mostró un video con su hijo contando montañas de dólares y euros en una financiera, en momentos en que los argentinos no podían acceder a moneda extranjera por el cepo cambiario. La foto de Baez esposado ha cerrado definitivamente el círculo.
Cristina Fernández de Kirchner Argentina Corrupción Sudamérica Latinoamérica América Delitos Justicia
Carlos E. Cué
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
La embestida judicial contra el entorno de Cristina Kirchner no se detiene. El sábado terminó en la cárcel un exsecretario de Transporte de la gestión kirchnerista, Ricardo Jaime. Hoy ha sido el turno de Lázaro Báez, un próspero empresario de la construcción sin cargos en la función pública pero de estrecha relación con la expresidenta y su marido, el fallecido Nestor Kirchner. El juez Sebastián Casanello ordenó su captura en el marco de un expediente que investiga supuestas maniobras de lavado de dinero. El empresario aterrizó el martes por la tarde con su avión privado en el aeropuerto de San Fernando, 15 kilómetros al norte de Buenos Aires, donde lo esperaba la policía aeroportuaria y también las cámaras de televisión, que siguieron en vivo todo el operativo.
El juez decidió emitir la orden de captura cuando se enteró del viaje de Báez desde la ciudad patagónica de Río de Gallegos, en la provincia de Santa Cruz, donde vive, ante el temor de una posible fuga. Ante los policías que lo detuvieron el empresario dijo que voló hacia Buenos Aires, justamente, para declarar ante el juez el jueves, cuando tenían fecha su indagatoria.
En todo caso, ha sido una detención de alto impacto político y, por qué no, mediático. El enriquecimiento acelerado de Báez y su cercanía con los Kirchner lo ha convertido en blanco de sospechas de corrupción. Báez era un cajero del Banco Provincia cuando conoció a Kirchner, entonces alcalde de Río Gallegos. Y se apuntó a su estela. Desde que su amigo se hizo gobernador, y después presidente, el cajero inició una carrera ascendente que lo ha llevado a lograr hasta 800 millones de dólares en contratos públicos en 10 años. Con ese dinero ha comprado 263.000 hectáreas de terreno hasta convertirse en un gran terrateniente. Y también adquirió casi todas las empresas de obra pública de la zona, hasta hacerse con la mayoría del mercado. Báez se hizo muy rico y se construyó una espectacular mansión a las afueras de Río Gallegos.
Las investigaciones judiciales en su contra se iniciaron durante el kirchnerismo, pero a paso lento. Con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia han tomado una velocidad de vértigo y Báez ha terminado preso. Lo cierto es que el conglomerado económico creado durante 12 años de kirchnerismo se está viniendo abajo no solo por la falta de apoyo político sino por la evidente animadversión del Gobierno de Macri, que está poniendo contra las cuerdas a los iconos de ese imperio. El empresario más poderoso del mundo kirchnerista, Cristóbal López, ya ha padecido la intervención judicial de su empresa más emblemática, Oil Combustibles. Los jueces arrinconaron luego a Jaime, acusado de pagar sobreprecios por trenes comprados a España y Portugal, que resultaron inservibles. Y ahora ha sido Báez.
La imagen pública del empresario tocó fondo días atrás, cuando la televisión mostró un video con su hijo contando montañas de dólares y euros en una financiera, en momentos en que los argentinos no podían acceder a moneda extranjera por el cepo cambiario. La foto de Baez esposado ha cerrado definitivamente el círculo.
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