Argentina vuelve con éxito a los mercados de deuda 15 años después
La demanda de bonos se acerca a los 40.000 millones de dólares con intereses del 6,75% a tres años
Mar Centenera
Buenos Aires, El País
Los inversores recibieron con los brazos abiertos la mayor emisión de deuda de la historia de Argentina, con la que el país regresa a los mercados internacionales tras 15 años. Pocas horas después de sacar a la venta títulos por un valor de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares, la demanda casi cuadruplicaba la oferta, según fuentes consultadas por Reuters y The Financial Times. Con la operación, Argentina pagará a fondos buitre con bonos impagos desde 2001 y pondrá fin a un largo litigio judicial que le cerró las puertas del crédito internacional.
La megaemisión de deuda tiene lugar pocos días después de que la agencia calificadora de deuda Moody's elevase la nota crediticia de la Argentina a "B3" con perspectiva estable por la expectativa del pago a los fondos buitre y "la mejora de las políticas económicas desde que asumió la presidencia Mauricio Macri" el pasado diciembre. Uno de los atractivos de la operación es la elevada rentabilidad de los títulos, muy por encima de las tasas de interés ofrecidas por otros países: Argentina estableció una guía inicial de rendimiento del 6,75 % para el tramo a 3 años y del 8 % para el bono a 10 años. Además, ofrece títulos a 5 años en 50 puntos básicos bajo el rendimiento del papel a 10 años; y un bono a 30 años a 85 puntos básicos sobre el rendimiento del papel a 10 años. Los coordinadores globales de la operación son Deutsche Bank, HSBC, JP Morgan y Santander.
La alta demanda de bonos demuestra el interés que despiertan los bonos argentinos, pese al largo historial de cese de pagos del país. Supone también un espaldarazo a los esfuerzos del presidente argentino por recuperar la confianza del país tras el regreso a la ortodoxia económica.
La oferta argentina está en la línea de lo esperado por los inversores, que ya dieron muestras de un gran interés durante la gira promocional que realizó el equipo económico del Gobierno la semana pasada en plazas internacionales, como Nueva York, Londres, Nueva York, Boston y Washington.
Argentina está excluida de los mercados internacionales desde 2001, cuando declaró el mayor cese de pagos de su historia en medio de una severa crisis económica y política. Fondos buitre como NML, Dart y Aurelius, empezaron a comprar los depreciados bonos argentinos con el objetivo de demandar después en los tribunales por el 100% de su valor original. En 2014, obtuvieron un fallo favorable de la Justicia estadounidense, que el Ejecutivo de Cristina Fernández (2007-2015) se negó a acatar y dejó al país en un impago parcial que ahora está a punto de levantarse.
Macri necesita atraer inversiones y encontrar financiación externa para poner en marcha proyectos que reactiven la economía, que ha crecido a un ritmo muy lento en los últimos cuatro años. Su estrategia para cerrar el capítulo con los fondos buitre y poder endeudarse recibió el aval del Congreso argentino el pasado marzo y cuenta también con el respaldo de Estados Unidos, la Unión Europea y organismos como el Fondo Monetario Internacional.
Mar Centenera
Buenos Aires, El País
Los inversores recibieron con los brazos abiertos la mayor emisión de deuda de la historia de Argentina, con la que el país regresa a los mercados internacionales tras 15 años. Pocas horas después de sacar a la venta títulos por un valor de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares, la demanda casi cuadruplicaba la oferta, según fuentes consultadas por Reuters y The Financial Times. Con la operación, Argentina pagará a fondos buitre con bonos impagos desde 2001 y pondrá fin a un largo litigio judicial que le cerró las puertas del crédito internacional.
La megaemisión de deuda tiene lugar pocos días después de que la agencia calificadora de deuda Moody's elevase la nota crediticia de la Argentina a "B3" con perspectiva estable por la expectativa del pago a los fondos buitre y "la mejora de las políticas económicas desde que asumió la presidencia Mauricio Macri" el pasado diciembre. Uno de los atractivos de la operación es la elevada rentabilidad de los títulos, muy por encima de las tasas de interés ofrecidas por otros países: Argentina estableció una guía inicial de rendimiento del 6,75 % para el tramo a 3 años y del 8 % para el bono a 10 años. Además, ofrece títulos a 5 años en 50 puntos básicos bajo el rendimiento del papel a 10 años; y un bono a 30 años a 85 puntos básicos sobre el rendimiento del papel a 10 años. Los coordinadores globales de la operación son Deutsche Bank, HSBC, JP Morgan y Santander.
La alta demanda de bonos demuestra el interés que despiertan los bonos argentinos, pese al largo historial de cese de pagos del país. Supone también un espaldarazo a los esfuerzos del presidente argentino por recuperar la confianza del país tras el regreso a la ortodoxia económica.
La oferta argentina está en la línea de lo esperado por los inversores, que ya dieron muestras de un gran interés durante la gira promocional que realizó el equipo económico del Gobierno la semana pasada en plazas internacionales, como Nueva York, Londres, Nueva York, Boston y Washington.
Argentina está excluida de los mercados internacionales desde 2001, cuando declaró el mayor cese de pagos de su historia en medio de una severa crisis económica y política. Fondos buitre como NML, Dart y Aurelius, empezaron a comprar los depreciados bonos argentinos con el objetivo de demandar después en los tribunales por el 100% de su valor original. En 2014, obtuvieron un fallo favorable de la Justicia estadounidense, que el Ejecutivo de Cristina Fernández (2007-2015) se negó a acatar y dejó al país en un impago parcial que ahora está a punto de levantarse.
Macri necesita atraer inversiones y encontrar financiación externa para poner en marcha proyectos que reactiven la economía, que ha crecido a un ritmo muy lento en los últimos cuatro años. Su estrategia para cerrar el capítulo con los fondos buitre y poder endeudarse recibió el aval del Congreso argentino el pasado marzo y cuenta también con el respaldo de Estados Unidos, la Unión Europea y organismos como el Fondo Monetario Internacional.