96.000 adolescentes y niños solos pidieron asilo en Europa en 2015

Supone cuatro veces más que las peticiones del año pasado, un tercio va a Suecia

Naiara Galarraga
Madrid, El País
Entremezclados en la marea de migrantes, decenas de miles de adolescentes y niños que huyen de la guerra llegan solos a Europa sin parientes ni tutor, como Hala, una siria de 16 años que arribó con un hermano pequeño en bote hinchable a Samos (Grecia) en marzo. Al menos 96.000 menores no acompañados (tantos como vecinos tiene Cáceres) pidieron asilo el año pasado en la UE, Noruega y Suiza, cuatro veces más que el año anterior, según datos de Eurostat.


Los que logran alcanzar una ventanilla europea sobrevivieron a la travesía y piden amparo. “He trabajado mucho para ganar dinero para poder venir a Grecia. Cruzar el mar fue horrible”, le explicó Hala a Médicos Sin Fronteras (MSF) desde detrás de la verja del centro de detención de la isla de Samos. De haber llegado a Lesbos quizá sería uno de los chavales que se ha reunido este sábado con el Papa. La adolescente siria explicó a MSF que asumió tantísimos riesgos para reunirse con sus padres en Alemania. La llegada a Grecia de chavales no acompañados, sobre todo afganos, va en aumento, alerta la experta de la ONG Save the Children Michaela Ranieri. “Vienen solos porque sus familias no tienen dinero para que todos viajen, porque esperan que el menor llegue y pida la reagrupación familiar o porque ya tienen un pariente en el país ((de destino))”, explica. En el caso de los sirios además del reclutamiento militar.

Los chavales no acompañados (técnicamente se denominan así porque viajan sin tutor legal aunque a menudo se unen a otras familias o grupos de adolescentes) que no habían cumplido los 18 años presentaron el 7% de las 1.392.000 peticiones de asilo contabilizadas en 2015 por Eurostat. Esas 96.000 peticiones, una cifra que el Bureau of Investigative Journalism reveló esta semana, no incluye a quienes viajaron en familia: la mayoría son adolescentes varones pero los hay que no levantan un palmo del suelo o ni siquiera gatean. Suecia recibió peticiones de 312 menores de 6 años y 2.251 de niños de entre 7 y 12 años, según datos de la Agencia de Migración de Suecia. Es a gran distancia el destino preferente: 35.000 solicitudes de asilo de chavales no acompañados. Otros 35.000 críos llegaron con padres o hermanos adultos.

Para Suecia, con sus 9,6 millones de habitantes y su arraigada tradición de dar la bienvenida a los perseguidos y huidos de las guerras, la enorme llegada de refugiados supone un desafío descomunal, más incluso en el caso de los menores no acompañados, que alcanzaron una cifra sin precedentes al quintuplicarse respecto a 2014. “Los servicios sociales han hecho un trabajo inmenso para buscarles alojamiento”, explica por teléfono el secretario general de BRIS, una ONG local especializada en la infancia, Magnus Jagerskog. Dos tercios de los 35.000 arribados solos son afganos, seguidos de los sirios.

Iniciada la fase de la integración, han sido repartidos en colegios públicos y viven mayoritariamente con familias en hogares financiados por los servicios sociales, explica Jagerskog. Acoger a tantísima gente ha puesto a prueba a las instituciones y la sociedad suecas. “Todavía tenemos un amplio consenso político pero ahora hay debate sobre la política migratoria y eso es nuevo”, detalla.

Ese gran desembarco “afectó a la calidad de la recepción brindada por Suecia”, asegura un reciente informe de Aida (La Base de datos europea sobre Asilo), que critica a varios Estados europeos por incumplir las exigencias legales internacionales y europeas con este colectivo. El más criticado es Francia por el campamento informal de Calais, llamado la Jungla, donde malviven 400 menores entre 5.000 adultos.

Recientemente Europol alertó de que desconocía el paradero de 10.000 menores refugiados. Los expertos en migración sostienen que algunos acabaron en manos de mafias pero mucho huyen de la tutela estatal ante la tardanza del proceso de asilo y la imposibilidad de poder trabajar.

A la dureza de la travesía y el riesgo de morir ahogado (el 30% de los fallecidos en el Egeo eran menores) se une la amenaza de ser víctimas del tráfico de personas o explotación, alerta la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Además, una vez han logrado llegar a su destino, algunos menores desconocen sus derechos o no quieren ejercerlos. Ranieri, de Save the Children, pone el ejemplo de España: “El sistema falla. No reciben información. En 2014 había 818 menores sirios no acompañados que no habían pedido asilo porque no estaban informados de su derecho o porque no querían, preferían seguir a otro país”. En línea con las escasas peticiones de asilo de adultos, España tuvo 65 de menores solos en 2015 y 15 en 2014, según Eurostat.

Ranieri, de Save the Children, explica que es imprescindible que las autoridades expliquen al menor, de modo que comprenda y en su lengua, cuáles son sus derechos y recalca que los que huyen de contiendas o porque están perseguidos requieren un apoyo psicosocial específico.

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