Unas tablas espectaculares que no sirven a Spurs y Arsenal

Londres, As
El Tottenham y el Arsenal hicieron un nuevo favor al Leicester City en la lucha por el título de la Premier League al repartirse un insípido punto en un trepidante derbi de Londres, con dos goles para cada equipo y una expulsión de Coquelin en el minuto 54 que pudo decantar el partido a favor de los locales. El equipo de Wenger dominaba hasta entonces el marcador gracias a un tanto de Ramsey al filo del descanso pese a que los Spurs habían sido superiores desde el calentamiento. Pero la roja, ante un Tottenham que jugaba con 13 hombres por su mayor intensidad y el calor de White Hart Lane, fue una losa demasiado pesada con la que cargar durante más de media hora. El equipo local dio así la vuelta al partido con sendos goles de Alderweireld y Kane en dos minutos de bombardeo y obligó al Arsenal a la machada que encontró con el definitivo empate de Alexis Sánchez en el minuto 76. Llora el Tottenham, que mereció más, sonríe el Arsenal, que por momentos lo vio todo perdido, y lo celebra con champan y a carcajadas desde la distancia un Leicester City que podría extender su liderato con una victoria en Watford.


El equipo de Pochettino salió a comerse a su rival apoyado por su hinchada. Lo logró y ya en el minuto 5 mandó el primer aviso con un disparo desviado de Kane. El Arsenal, superado en el centro del campo, sólo encontraba respiro en los contragolpes de Welbeck y en el minuto 25 dio gracias a Ospina por salvar el 1-0 de Lamela, con una estirada felina tras un centro-chut de Walker.

El Tottenham apuraba así el descanso como ganador moral de la primera mitad, superior en sensaciones y números contra un Arsenal que ni siquiera se había asomado a decir hola sobre la meta de Lloris. Dio igual. Una ocasión, ya en el minuto 39, fue suficiente para cambiar las tornas. La ley del fútbol. Y su grandeza. Ser el mejor no asegura la victoria y el equipo visitante lo aprovechó para ponerse por delante en el marcador con una delicatesen de Ramsey.

Welbeck, la única luz de los Gunners en esos primeros 39 minutos, se llevó a la defensa Spurs hasta el extremo izquierdo, descubrió la incorporación casi en solitario de Bellerín por el flanco contrario y el español regaló a Ramsey un pase de la muerte para hacer el 0-1, con un taconazo exquisito y digno de la ocasión, del gran derbi de Londres, el auténtico, el más importante además de las últimas décadas porque por fin los dos rivales del norte de Londres se jugaban el título.

El Tottenham se levantó del puñetazo sin magulladuras. Con la fe que ha instaurado Pochettino en sus pupilos desde su primer día en White Hart Lane. Puro estilo Simeone. El rival puede ser superior en talento y presupuesto pero no en ganas. Nunca. Así, Kane forzó la segunda amarilla de Coquelin en el minuto 54 y, como Moises, abrió el camino hacia la remontada.

Alderweireld, en el minuto 60, empató el partido tras un barullo en el área y Kane, sólo 8 minutos después de la expulsión de Coquelin, hizó el 2-1 con uno de los goles de la temporada para poner a su equipo momentáneamente como líder. El delantero inglés sacó una disparo con rosca desde el extremo izquierdo como el que hubiera firmado en sus buenos tiempos el propio Thierry Henry, para hacer más leña entre una afición Gunner que todavía echa en cara a Wenger que tantos años después aún no se haya gastado los cuartos en encontrar un sustituto a su leyenda.

Eran tiempos entonces de lucha por la supervivencia del Arsenal ante un Tottenham desatado y en busca de matar el partido. Pero de nuevo, ocurrió lo contrario. Alexis Sánchez, en una contra de fe, marcó su primer gol desde enero y empató contra todo pronóstico el partido. Pochettino no se lo creía y buscó en el banquillo volver a dar la vuelta a la tortilla. La ausencia de un suplente para Kane en su plantilla, su mayor tara en su camino hacía el título, le hizo buscar un imposible en la entrada de Davies por Rose para alargar el campo. No sirvió. Mason y el propio Kane lo intentaron pero Ospina echó el cerrojo y ambos equipos tuvieron que conformarse con un punto que supo tan poco en Londres como bien en Leicester.

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