Un ‘hacker’ colombiano asegura que espió a la oposición mexicana contratado por el PRI

Andrés Sepúlveda, encarcelado por espionaje, asegura a la revista Businessweek que amañó elecciones presidenciales en toda América Latina


Javier Lafuente
Pablo Ferri
Bogotá / México, El País
El hacker colombiano Andrés Sepúlveda amañó elecciones durante años en toda América Latina, según una información publicada este jueves en la edición digital de la revista Bloomberg Businessweek. Basada en entrevistas a Sepúlveda, a su supuesto socio, el venezolano afincado en Miami Juan José Rendón y a las partes afectadas, la noticia detalla el supuesto modus operandi del hacker.


Aunque Sepúlveda, que cumple condena en Colombia desde el año pasado, cuenta que intervino en campañas electorales en Nicaragua, Panamá, Colombia o Venezuela, dedica más detalles al caso mexicano, a las elecciones de 2012 y otros comicios estatales. La noticia toma el supuesto trabajo de Sepúlveda para el partido gobernante, el PRI, como ejemplo de lo que era capaz de hacer.

De cara a las elecciones de 2012, Sepúlveda, explica el artículo de Bloomberg, lideró un equipo de hackers al servicio del PRI, que entonces apoyaba como candidato al actual presidente, Enrique Peña Nieto. Sepúlveda y su equipo habrían saboteado las campañas presidenciales de Andrés Manuel López Obrador, del izquierdista PRD y Josefina Vázquez Mota, de la derecha del PAN. “Con un presupuesto de 600.000 dólares”, narran los reporteros, “el trabajo de Peña Nieto fue con diferencia el más complejo (…) Los hackers robaron estrategias de campaña, manipularon redes sociales para crear falsas oleadas de entusiasmo y burla e instalaron software malicioso en las oficinas de campaña de la oposición, todo para ayudar a que Peña Nieto se hiciera con la victoria”.

Sepúlveda fue condenado en abril de 2015 en Colombia a 10 años de prisión por espiar e interceptar las conversaciones de los negociadores del proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. Se le atribuyen los delitos de concierto para delinquir, acceso abusivo informático, violación de datos personales, espionaje y uso de software malicioso. Pese a que algún medio colombiano afirmó recientemente que se encontraba en Estados Unidos, desde la Fiscalía aseguran que se encuentra en unos calabazos del DAS, el antiguo Servicio Secreto, después de permanecer en un principio en el búnker de la propia Fiscalía. Cada movimiento de Sepúlveda va acompañado de fuertes medidas de seguridad.

El caso de Sepúlveda ya salpicó las últimas elecciones presidenciales de Colombia. Después de la victoria en primera vuelta del aspirante Óscar Iván Zuluaga, el candidato del Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Úribe, férreo opositor al proceso de paz, la revista Semana publicó un vídeo en el que aparecía Zuluaga interesado por la información de inteligencia, adquirida de forma ilegal, que le proporcionaba Sepúlveda. Aunque Zuluaga negó cualquier vínculo con los hechos, Sepúlveda había trabajado en su campaña presidencial.

El reportaje de Businessweek recoge detalles de la campaña colombiana, incluso asegura que el hacker pirateó el correo electrónico del líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko. Es el caso mexicano, sin embargo, el más rico en detalles. A continuación, algunos pasajes:

“Sepúlveda instaló malware en los routers del cuartel general del candidato del PRD, lo que le permitía pinchar los teléfonos y las computadoras de cualquiera que usara las redes, incluido el candidato. Con Vázquez Mota hizo algo parecido. Cuando los equipos de los candidatos preparaban discursos, Sepúlveda contaba con los detalles tan pronto como los redactores los tecleaban”.

“Sepúlveda manejó miles de cuentas falsas [de redes sociales] y las usó para dirigir el debate sobre el plan de Peña Nieto para acabar con la violencia vinculada al tráfico de drogas, inflando el impacto en redes, que luego replicaban usuarios reales. Para tareas menos sutiles, contaba con un ejército en Twitter de 30.000 bots, capaz de generar tendencias por sí mismo. Una de las conversaciones que inició avivó el miedo a que cuanto más subiera López Obrador en las encuestas, más se hundiría el peso. Sepúlveda sabía que la cuestión del tipo de cambio era de gran vulnerabilidad; lo había leído en los informes que manejaba el equipo del candidato.

“En la noche antes de las elecciones [a gobernador], Sepúlveda programó computadoras para que llamaran a las tres de la mañana a miles de votantes en el indeciso estado de Jalisco. Con un mensaje regrabado, las llamadas parecían parte de la campaña del candidato izquierdista a la gubernatura, Enrique Alfaro. Aquello enfureció a los votantes –tal era la intención– y Alfaro perdió por un estrecho margen”.

“En otras elecciones a gobernador, en Tabasco, Sepúlveda creo cuentas falsas de Facebook de supuestos homosexuales que decían apoyar al candidato católico conservador que representaba al PAN, un truco diseñado para alienar a sus bases”.

El año pasado, antes de ser condenado, Sepúlveda aseguró: “Hace 11 meses y 5 días fui capturado en mi oficina, desde donde funcionaba el mayor centro de espionaje contra el proceso de paz y la central de propaganda negra de la campaña presidencial del candidato opositor. Al unir mi trabajo y mi afinidad política, me convertí en un paria de la patria, afecté el honor y la lealtad de los miembros de nuestro Ejército y Policía Nacional, todas las acciones en las que participé para luchar contra el terrorismo, fueron heridas de muerte cuando me involucré en la campaña presidencial del año 2014, debido a las acciones que estaba realizando y las que faltaron por realizar contra el proceso de paz, pude desencadenar una guerra más fuerte y atroz que la que está viviendo actualmente nuestro país”.

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